SERTORIO (83-73 a.C.).
Quinto Sertorio era miembro de la última generación republicana que, en su día, encabezó Cayo Mario y que concluyó Cneo Octavio. Era una generación que destacaba por la experiencia militar de muchos de sus miembros. En el tránsito de República a Imperio, Roma vivió una serie de guerras civiles que enfrentaron a populares y optimates. Hispania fue, en varias ocasiones, escenario de estas guerras, primero bajo el mandato de Sertorio (83-73 a.C.) y luego entre Pompeyo y César (49-45 a.C.). Aunque son guerras más romanas que hispánicas, fueron muy importantes para la relación entre hispanos y romanos.
Sertorio llegó a Hispania en el 83 a.C. como pretor de la Citerior, fiel defensor de la causa marianista contra Sila. Por eso, la llegada a Hispania no fue solo para ostentar el cargo de pretor sino también para huir de los silanos. Pero esto es algo que le duró poco tiempo ya que en el año 81 a.C. el silano Annio fue enviado a Hispania con el objetivo de reemplazar a Sertorio como gobernador. Sertorio, presionado, tuvo que huir por mar hacia África, donde entabló relación con los mauritanos.
Estando en África lo reclamó un grupo de lusitanos y este volvió con el objetivo de controlar la Península. Contaba con el apoyo de los lusitanos por el sur y oeste, con las tribus del interior con las que ya había pactado y con su propia experiencia militar. Además, por sorpresa, Sertorio fue respaldado por soldados romanos derrotados por los silanos. Mientras iba reclutando tropas ocurre el difuso episodio de la “cierva blanca”.
Mientras, en Roma, en el año 80 a.C. el cónsul Cecilio Metelo fue destinado a Hispania como gobernador de la Ulterior y con la misión de atacar a las fuerzas de Sertorio. Metelo llegó a Hispania en el año 79 a.C. con dos legiones que sumaron a las cuatro ya existentes, lo cual hacía que las fuerzas de Metelo fuesen de unos 30.000 soldados. Pero Sertorio puso en práctica el sistema de guerra de guerrillas.
Ambos frentes tardaron en encontrarse y en el 78 a.C. Metelo tuvo que retroceder a su posición inicial y pidió refuerzos varios, entre ellos dos legiones más. Pero Sertorio y sus aliados impidieron que las tropas de Metelo avanzaran hacia el norte evitando la formación de un “frente único”. Además, Sertorio no solo era un adversario sino también un rebelde que pretendía implantar un Senado en Hispania.
En el año 77 a.C. cambió la situación ya que el Senado envió a Hispania a Cneo Pompeyo, uno de los militares más prestigiosos, acompañado de cuatro legiones. En el 76 a.C. Pompeyo entró en acción en el frente que tenía Metelo y siguió sin perder la línea de la costa hasta Sagunto, pactando por el camino con indígenas.
El primer enfrentamiento con las tropas de Sertorio fue en Lauro, donde Sertorio se había desplazado para impedir la unión de las legiones de Pompeyo con las tropas de Metelo. En esta contienda los soldados de Pompeyo se vieron atrapados y murieron unos 10.000, pero consiguieron contraatacar empujando al enemigo hasta Itálica.
En el año 75 a.C. Pompeyo se enfrentó a Sertorio en el Sucro, resultando herido y sin poder unir sus fuerzas con las de Metelo. Posteriormente se enfrentarían en Segovia, donde murieron aliados de Sertorio y Metelo pudo acudir en auxilio de Pompeyo. Mientras, los aliados de Sertorio seguían perdiendo hombres e iban replegándose. Fue a partir de este momento cuando la guerra dio un giro a favor de los romanos, tras un nuevo enfrentamiento cerca de Sagunto en el verano del 75 a.C., Sertorio se retiró con sus tropas atrincherándose en el valle del Ebro.
Pompeyo sitió Clunia y se retiró a invernar entre los vascones. La presencia de Pompeyo hizo dudar a los indígenas sobre su lealtad hacia Sertorio y posteriormente las tribus celtibéricas se unirían a Pompeyo. Sertorio estaba prácticamente aislado. Tras un ataque combinado de Pompeyo y Metelo, Sertorio se vería obligado a buscar refugio en el noroeste y Sertorio fue objeto de una conspiración urdida contra él por parte de sus colaboradores, así en el 73 a.C., durante un banquete, lo asesinaron.
POMPEYO Y CÉSAR (49-45 a.C.).
Tras la guerra contra Sertorio, Pompeyo permaneció en la Península durante unos cinco años durante los cuales forjó sólidas clientelas con los hispanos, sobre todo en el sur y en el área celtibérica. Así que cuando en el 55 a.C. recibió el mandato senatorial de Hispania prefirió enviar a sus legados en vez de renunciar al cargo. Por su parte, César también contaba con importantes apoyos entre los hispanos al haber sido cuestor y pretor de la Ulterior.
En el 49 a.C., declarada la guerra civil entre César y el Senado, César movilizó sus tropas desde la Galia hacia Hispania en vez de perseguir a Pompeyo (que había huido hacia Oriente aunque antes había reforzado la presencia militar en Hispania). En total Pompeyo dejó siete legiones desplegadas en Hispania pero la entrada de las tropas de César impidió la acción conjunta de las legiones de Pompeyo.
César continuó hacia el interior de la Península y las fuerzas de Pompeyo se replegaron, así que César consiguió la capitulación de ciudades de la Celtiberia y la colaboración de ciudades de la Ulterior, en donde reclutó una legión hispana. En el 48 a.C. César marchó a Italia para preparar la persecución de Pompeyo, el cual fue derrotado en Farsalia y posteriormente murió en Egipto.
Cuando César regresó a Hispania en el 45 a.C., tras haber acabado con los últimos reductos de Pompeyo, allí se encontraban los hijos de Pompeyo en determinadas ciudades, así que César ordenó el asedio de estas ciudades y el enfrentamiento final tuvo lugar en la batalla de Munda, donde el hijo de Pompeyo resultó posteriormente muerto.
Esto no significó el fin de las hostilidades ya que en 44 a.C. Sexto Pompeyo, otro hijo, siguió hostigando ciudades con su flota hasta el punto de que Lépido tuvo que negociar con él la evacuación de sus tropas a cambio de una indemnización.
BIBLIOGRAFÍA.
BRAVO, G. (2011): Nueva Historia de la España Antigua. Alianza Editorial S.A., Madrid. pp. 128-133.