Aunque sea difícil precisar sus límites temporales y espaciales, se puede hablar de un período romano de la filosofía porque se produce un cambio de tono y estilo en el pensamiento. El cambio no es brusco ni supone una ruptura con lo anterior.
Los dos primeros siglos son un período de gran confusión en la filosofía. Perviven los grandes dogmatismos helenísticos al tiempo que renacen el platonismo, el aristotelismo y el pitagorismo. La filosofía deja de hacerse directamente sobre la realidad para convertirse en un gran comentario de los textos de Platón, Aristóteles o Crisipo. Desaparecen la creatividad metafísica y la curiosidad científica.
Domina cierta frivolidad literaria, que sacrifica con frecuencia el rigor a la elegancia de la frase. Importa más el efecto de una buena fórmula que la consistencia de la doctrina. En la lucha ya antigua entre la retórica y la filosofía, la primera parece finalmente imponerse, convirtiéndose en el centro de gravedad de la educación.
El predominio de la ética se hace ahora casi exclusivo. Las doctrinas filosóficas interesan únicamente como consuelo espiritual y bálsamo para el alma, inquieta, angustiada e insegura. Al romano no le importa la teoría sino la práctica: la ética, el derecho y la técnica. La filosofía es un instrumento más para la acción.
La pax romana instaurada por el imperio parece un estadio definitivo y último, que incluso los griegos identifican sin más con la civilización. Exteriormente la vida nunca había parecido tan segura ni el mundo tan transitable. El Mediterráneo prácticamente era un lago para los romanos.
Pero, por debajo de esa calma bullen nuevas inquietudes, sobre todo religiosas. De todas las creaciones del genio grecorromano, la religión había sido la menos profunda y valiosa. Nunca tomada radicalmente en serio, había vivido sobre todo en los mitos y los ritos, y había sufrido el desgaste constante del racionalismo filosófico y científico. Con el siglo I d.C. la inquietud religiosa se hace predominante. Se siente necesidad de una religión más existencial, que ofrezca sentido a la vida y salvación al individuo. Llegan de Oriente movimientos religiosos que van penetrando lentamente en las capas populares: el cristianismo, el judaísmo, Mitra… y la misma filosofía se vuelve religiosa, se orienta hacia el misticismo y deja que la nueva sensibilidad y los nuevos asuntos se introduzcan y ocupen el primer plano de su reflexión.
BIBLIOGRAFÍA
AAVV. Historia del pensamiento filosófico y científico. Antigüedad y Edad Media. 1ª Edición. Barcelona: Herder, 2010. pp. 269-271.
PADILLA MORENO, J. Historia del pensamiento antiguo y medieval. 1ª Edición. Madrid: CEF, 2016. pp. 119-122.