La teoría de las ideas de Platón

El problema fundamental que se sigue planteando en la filosofía en época de Platón es el problema del ser. La solución de Platón al problema del ser es su teoría de las ideas. Platón se da cuenta de que junto a las cosas, cambiantes, perecederas e inconsistentes, se nos dan las ideas. Si vemos una hoja de papel, por ejemplo, podemos decir que es blanca; pero, si nos fijamos bien, percibimos que no es perfectamente blanca: es casi blanca. No se trata de un error inicial, fruto de la precipitación y corregible, sino que ninguna hoja será absolutamente blanca: lo será de manera aproximada.

Busto de Platón. Copia romana del siglo IV d.C.

Ahora bien, si lo absolutamente blanco no existe ¿habrá que decir sin más que la blancura no existe? Si así fuera, piensa Platón, no podríamos decir que la hoja sea blanca; o mejor, casi blanca. Porque al decir de algo que es casi algo estamos comparando. Y no se pueden comparar dos cosas si una de ellas no existe. Más aún: lo blanco no solo existe, sino que es la condición de que exista todo lo demás. Sin lo blanco no habría hoja. Es más: son lo único que de verdad existe, porque la hoja es hoy y mañana no, tiene ahora unas cualidades y mañana otras, y si decimos que es una hoja es también de manera aproximada.

Lo único que de verdad tiene verdadera consistencia y permanece, lo que hace que lo demás sea algo, aunque de manera aproximada, es lo blanco. Y a esto es a lo que Platón llama ideas.

Platón atribuye a las ideas el verdadero ser de las cosas. Las ideas no son, para él, meras ideas, es decir, algo subjetivo o una reproducción de las cosas. Más bien lo contrario: sin las ideas no reconoceríamos las cosas, ni siquiera las veríamos. Si no están las cosas ni son pura invención mía ¿qué son y dónde están? Son entes metafísicos y existen, dice Platón, en un mundo ideal.

Las ideas tienen pues una función lógica y metafísica. Responden, por un lado, a la necesidad de definiciones tan vivamente sentida por Sócrates y, por otro, ostentan los rasgos que Parménides atribuía al ser: unidad e inmutabilidad. Para explicar todo esto Platón recurre a dos mitos: el del carro alado y el de la caverna.

Esquema del mito del carro alado por Concepción Pérez García.

Según el mito del carro alado, que está en Fedro, el alma ha llegado a la tierra caída del cielo, condenada en cierto modo a estar encerrada en el cuerpo por su incompetencia. El alma preexiste al nacimiento en un lugar supraceleste donde se encuentran las ideas y ella puede contemplarlas. Sin embargo, no resulta fácil, ya que el alma es como un carro tirado por dos caballos con alas, uno de buena raza y dócil, y el otro díscolo y difícil de manejar, que un áuriga, la razón, tiene que conducir. Si es hábil y se conduce bien, el alma puede llegar a contemplar las ideas, pero a menudo las dificultades para guiar el carro hacen que caiga, perdiendo los caballos sus alas. Según haya contemplado más o menos ideas, entrará a formar parte de una jerarquía de hombres: en el mejor de los casos será filósofo, en el peor tirano.

Esquema básico del mito de la caverna.

El otro mito, el de la caverna, dice que los hombres están como en el fondo de una cueva, encadenados frente a un muro. La única luz que los ilumina es la de un fuego encendido a sus espaldas, y lo único que pueden percibir son las sombras de los objetos que pasan por detrás y las voces y ecos de sus portadores, que ellos atribuyen a las sombras mismas. Si uno de los encadenados logra soltarse y salir de la cueva, al principio se ciega y no puede ver nada. Tiene que acostumbrarse a la luz del sol, distinguiendo primero algunas sombras y reflejos; luego, tras un largo aprendizaje, logrará ver las cosas para mirar directamente al sol. Se da cuenta entonces de que el mundo en el que antes vivía era irreal y quiere volver a contárselo a sus compañeros de cautiverio. Pero estos no lo creen y, si intenta liberarlos, lo matarán.

Cuando Platón cuenta estos mitos no quiere decir que las cosas sean exactamente así. Los mitos son para él una especie de metáfora; per una metáfora necesaria. Porque hacer una descripción precisa del mundo de las ideas y de la relación de estas con los objetos sensibles es algo que excede las fuerzas de la naturaleza humana, y en cualquier caso sería tarea muy larga. En los mitos, sin embargo, se nos cuenta cómo suceden las cosas en pocas palabras y al alcance de todos. Para Platón, la descripción y el análisis racional no viene después del mito sino al contrario: el mito viene después de la explicación racional, como para expresar lo que esta no alcanza a decir.

El principal problema que plantea la teoría de las ideas de Platón es el de la estructura del mundo. Porque este queda netamente escindido en dos mundos o niveles: el sensible y el  ideal. Pero ¿cómo se articulan ambos mundos? Y dentro del mundo de las ideas ¿qué relación tienen unas ideas con otras?

Respecto a la primera cuestión, está claro que para Platón el verdadero mundo, el real, no es el de las cosas sensibles (que son solo sombras), sino el de las ideas. ¿Qué relación tiene uno con otro? Platón dice que las cosas participan de las ideas, o sea del ser. No son pura nada.

Las ideas encierran contradicciones. Una misma idea puede ser una y múltiple, según como se la considere. Toda idea, una y unitaria, puede descomponerse en varias. Así la idea de hombre sería la combinación de animal y racional.

BIBLIOGRAFÍA

AAVV. Historia del pensamiento filosófico y científico. Antigüedad y Edad Media. 1ª Edición. Barcelona: Herder, 2010. pp. 142-155.

PADILLA MORENO, J. Historia del pensamiento antiguo y medieval. 1ª Edición. Madrid: CEF, 2016. pp. 47-58.

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