Hacia finales del siglo IX, cuando Occidente estaba sumido en la ignorancia, los árabes podían leer en su lengua la obra casi entera de Aristóteles, así como no pocos de los comentarios a la misma, algunos de los diálogos de Platón, escritos de Galeno y Tolomeo… como consecuencia de su mejor conocimiento, el influjo de Aristóteles será en Oriente mucho mayor que en Occidente, pero será un Aristóteles muy platonizado.
La doctrina musulmana era difícilmente conciliable tanto con el aristotelismo como con el platonismo. La eternidad del mundo afirmada por los griegos era tan inadmisible para los musulmanes como para los cristianos, ya que ambos creían en la creación. Por otro lado, la fe islámica acentuaba aún más que la cristiana la omnipotencia divina, hasta el punto de que un orden racional parecía poner límites indebidos a la acción de Dios. Esto hace que en el islamismo la filosofía se desarrolle más que en el cristianismo al margen de la ortodoxia.
- ALFARABI (827-950).
Estudió lógica, matemáticas, ciencias y música. Se decía de él que entendía setenta lenguas. Puede ser considerado el primer gran filósofo musulmán. Elabora una síntesis personal de la teoría del conocimiento, cosmología y metafísica a partir de las ideas que pasaban por aristotélicas, pero que eran en gran medida neoplatónicas. Toma la idea de un mundo formado a partir del Uno, Principio supremo que conoce en sí mismo todas las esencias y del que procede toda multiplicidad. De este primer Principio se derivarían, en un movimiento descendente, una serie de inteligencias hasta un total de diez, que Alfarabi hace coincidir don las distintas esferas o cielos de Aristóteles, cada una de las cuales estaría regida por un alma (o ángel).
Todas las inteligencias contienen en sí la totalidad de las esencias, pero en la región sublunar estas esencias se encuentran dispersas. El conocimiento humano consistiría pues en el movimiento inverso de reunión de las esencias dispersas. Y en ese movimiento se pasaría del intelecto en potencia al intelecto adquirido a través del intelecto en acto.
A Alfarabi se debe también la clara distinción metafísica entre esencia y existencia. En Dios coinciden esencia y existencia porque Dios es el ser necesario. Pero en las criaturas la existencia es un predicado más, un accidente de su esencia; su existencia es indiferente; solo se hace necesaria si la establece el ser necesario.
- AVICENA (980-1037).
Emprende una vasta labor de comentario de las obras de Aristóteles, pero sobre las mismas bases neoplatónicas que Alafarabi. El influjo de Avicena en Occidente será enorme, sobre todo en Tomás de Aquino, que toma pronto de él la distinción entre esencia y existencia y se emplea luego a fondo en criticarlo. Resulta problemática su doctrina de la creación, que convierte en un acto necesario de Dios. Afirma que solo hay seres necesarios, bien por sí mismos, bien porque su causa los hace necesario; la creación no es para él sino el acto mismo del pensamiento divino, pensándose a sí mismo. La creación no sería un acto libre de Dios.
- ALGAZEL (1059-1111).
A raíz de sus viajes su vida se identifica con la búsqueda de la certeza personal, y su obra es reflejo de esta búsqueda vehemente. Todo el empeño de Algazel está en demostrar que las argumentaciones de los filósofos no demuestran nada, para ello se ve obligado a recurrir a argumentaciones filosóficas. La única fuerza que quiere reconocer a la razón es la de destruirse a sí misma a base de dialéctica. El fondo de su crítica a la argumentación filosófica es la negación de la idea de causalidad: de que dos cosas se sucedan (llama e incendio) no se puede deducir que haya entre ambas un vínculo causal necesario.
- AVERROES (1126-1196).
Se propone restablecer en su pureza la verdadera doctrina de Aristóteles, que estima adulterada. Para ello emprende una serie de comentarios de toda su obra. Averroes no es el primero que distingue el Corán en un sentido exotérico (comprensible) y otro esotérico. Como otros muchos antes que él, reconoce en el texto sagrado varios niveles de interpretación, y pone especial empeño en que a cada creyente se le proponga el nivel de sentido adecuado, consciente del daño que de otro modo puede hacerse.
Lo que sí hay en Averroes es una preeminencia del sentido esotérico, filosófico; de modo que cuando hay una aparente contradicción es menester seguir siempre el sentido racional. Porque la religión, según él, no es sino filosofía velada para uso de los profanos que todavía no están preparados para alcanzarla. Y la filosofía se identifica sin más para Averroes con Aristóteles, a quien considera don de la providencia y verdad suprema a la que ningún filósofo ha podido después añadir nada.
Averroes se opone al emanatismo de Avicena y tantos otros filósofos neoplatónicos. Para Averroes hay una jerarquía cósmica estructurada en diferentes inteligencias y cielos, pero no emanación ni creación; el mundo ha sido siempre como es en la actualidad. La jerarquía del cosmos viene determinada por el motor inmóvil o causa primera; pero esta causa no es eficiente sino final. Dios y materia son para él igualmente eternos.
BIBLIOGRAFÍA
AAVV. Historia del pensamiento filosófico y científico. Antigüedad y Edad Media. 1ª Edición. Barcelona: Herder, 2010. pp. 463-470.
PADILLA MORENO, J. Historia del pensamiento antiguo y medieval. 1ª Edición. Madrid: CEF, 2016. pp. 210-217.