La escritura está presente en la vida del hombre desde hace, al menos, 30.000 años y ha sido la protagonista de su historia a lo largo de los últimos 7000 años. Desde su nacimiento, en toda época, ocupó la reflexión de los más sabios llegando, en el siglo XVII, a inaugurarse la primera ciencia aplicada exclusivamente a su estudio: la Paleografía.
Pero hasta finales del siglo XX no se percibe un interés científico a la hora de realizar un análisis global del fenómeno de la escritura a pesar de que la escritura es uno de los medios de comunicación entre los hombres, siendo hasta el presente el más utilizado.
La Paleografía, en su primer estadio, ayudaba a la Diplomática en la lectura de los documentos escritos y su estatuto científico era auxiliar con respecto a la Historia. A partir de 1940 se reclama una revisión de este estatuto y la Paleografía deja de considerarse una disciplina auxiliar. Poco a poco, los límites de la Paleografía se amplían hasta hacer que su estudio comprenda las escrituras en general, sobre cualquier soporte y época gracias a la Nueva Escuela Francesa. En los años 40 sobresale también la Nueva Escuela Italiana, la cual trabajó fundamentalmente en la consolidación científica de la disciplina.
En nuestros días se acomete una nueva revisión de los límites de la Paleografía y se comienza a considerar a la escritura como un medio de comunicación en sí mismo y no como una técnica para la comunicación. Aparece en esta época la corriente Historia del Alfabetismo que insistirá en la importancia del fenómeno gráfico y de las relaciones entre la sociedad y las expresiones escritas.
Núñez Contreras ha sintetizado en tres fases la sucesiva ampliación del horizonte científico realizado por la disciplina en el último siglo: de la “Paleografía de la lectura” a la “Paleografía crítico-analítica” y de ahí a la “Paleografía como historia de la escritura”. El Paleógrafo, desde el siglo XVIII, tuvo como tarea leer, identificar, autentificar y clasificar las escrituras según dónde y cuándo fueron hechas. Así, la Paleografía llega rápidamente a la Historia del Libro, la cual está indudablemente ligada a Annales, fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch. Muchos autores de esta escuela aplicaron al objeto de estudio métodos cuantitativos de investigación llamándosele a esto microanalítica. Últimamente, sin embargo, la Historia del Libro ha ido progresivamente convirtiéndose en Historia de la Lectura.
- COMUNICACIÓN ORAL / COMUNICACIÓN ESCRITA
La historiografía clásica clasificaba a los pueblos en dos grupos según su conocimiento o desconocimiento de la escritura: los que habían entrado en la Historia y los todavía estaban en la Prehistoria. Muchos autores han difundido la idea de que la escritura es una condición para la conciencia racional. Otros, como Lévi-Strauss, padre de la Antropología, afirmaron que la adquisición de la escritura se relaciona con la pérdida de la inocencia primitiva y el sometimiento a una lógica castradora ya que pierden el pensamiento salvaje de raíz.
Autores como Jack Goody afirman que los pueblos primitivos se diferencian de los civilizados tan sólo en el hecho de no poseer un sistema de escritura. No tener escritura obstaculiza la acumulación del pensamiento y el saber por lo que se impide que se den disciplinas como la Filosofía o la Ciencia, evitando así el progreso del pueblo en cuestión.
A pesar de las diversas teorías de los autores se puede afirmar que no existen pueblos sin escritura, al menos estrictamente hablando, ya que las marcas gráficas dejadas por el hombre desde su aparición fueron con intención comunicativa, presumiblemente.
BIBLIOGRAFÍA
ESPEJO CALA, C. Historia de la comunicación escrita (de la prehistoria a la irrupción de la imprenta). 1ª Edición. Sevilla: Editorial MAD S.L., 1998. pp. 13-22.