INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
El fenómeno del megalitismo prehistórico siempre ha despertado, tanto en investigadores como en espectadores, muchas dudas y un cierto atractivo favorecido por un supuesto desconocimiento general sobre este tipo de arquitectura prehistórica. Ante este fenómeno podemos encontrarnos diversidad de opiniones, desde la más básica y desconocedora que suele calificar a este arte como “piedras” sin prestarle el más mínimo interés, pasando por la investigación científica que utiliza métodos de datación directa como el carbono 14 por acelerador, hasta los populares programas de radio o televisión que se aventuran y arriesgan con argumentos pseudocientíficos que intentan explicar, sin éxito, este tipo de construcciones.
A continuación, y para despejar dudas respecto a la construcción o las funciones de los monumentos megalíticos, se expondrán breves párrafos que ayuden a despejar cualquier duda que pueda surgir al respecto de los mismos, haciendo especial hincapié en la relación de los mismos con la astronomía, lo cual ha llegado incluso a originar una corriente científica llamada arqueoastronomía.
LA ARQUITECTURA MEGALÍTICA
La palabra megalito significa, literalmente, piedra grande en griego y da origen al término megalitismo, con el que hoy día denominamos a las construcciones arquitectónicas prehistóricas basadas en grandes bloques de piedra sin apenas modificaciones en sus formas. Aunque no sean exactamente monumentos megalíticos exentos, las cuevas naturales modificadas se suelen incluir dentro de la categoría de monumentos megalíticos, ya que muchas tenían la misma función funeraria que estos monumentos e incluso coinciden cronológicamente. Además, este término es restrictivo ya que únicamente se ciñe a las construcciones comprendidas entre el Mediterráneo occidental y Europa Atlántica.
Al margen de las múltiples teorías que existen alrededor de la construcción de los megalitos, es más que evidente su función funeraria como lugar de enterramiento colectivo, donde se realizaban sucesivas inhumaciones que fueron erigidos desde el final del Neolítico y durante todo el Calcolítico, entre el IV y el III milenio antes de nuestra era.
La aparición de este tipo de construcciones durante el Neolítico está ligada a la aparición de la agricultura y la ganadería, actividades económicas que cambiaron la forma de vida del ser humano de manera radical, ya que propicia la sedentarización y las comunidades se expanden en número de habitantes. Se abandonan las cavernas para vivir al aire libre y comienza a gestarse una tímida arquitectura, de la cual únicamente nos han llegado los monumentos megalíticos, al estar construidos en piedra. Comienza pues a existir un primitivo pensamiento de propiedad de la tierra y así comienzan también las guerras entre comunidades por los recursos naturales de determinados territorios. La vinculación a la tierra hace que el aparato funerario crezca, no solo en número de enterramientos sino también en la complejidad de sus ritos y, por supuesto, de sus monumentos funerarios.
Pero a ojos de determinadas escuelas e investigadores no todos los monumentos megalíticos ostentaban una función funeraria, otorgándoles funciones rituales, astronómicas o incluso como símbolos de poder político. Estas teorías no están exentas de polémicas y las analizaremos más adelante.
- Tipos y tipologías
Los monumentos megalíticos están siempre formados por los tipos básicos llamados menhir y dolmen, y a partir de sus diferentes combinaciones podremos hablar de un determinado tipo de monumento megalítico.
Menhir – Es la forma más básica de monumento megalítico, puede incluso a llegar a ser un monumento en sí mismo si se encuentra exento. Se trata de una piedra alargada tallada o en bruto que se coloca de manera vertical con una tercera parte de la misma enterrada en el suelo. Algunos suelen estar grabados, aunque la mayoría se encuentran en bruto y pueden alcanzar grandes alturas. Salvo en Grecia, se encuentran diseminados por toda Europa.
Dolmen – Se trata de una construcción megalítica a base de varias losas colocadas de forma vertical y una última colocada de forma horizontal sobre las verticales, haciendo las veces de “techo”, formando una cámara y siendo un tipo muy primitivo de túmulo. Dependiendo de su grado de elaboración o añadidos dan lugar a otro tipo de construcciones megalíticas como la galería o la tumba de corredor.
Crómlech – Suelen ser grandes complejos circulares de menhires en forma vertical. Sus dimensiones varían entre unos y otros, tanto en diámetro como en altura. Son un tipo de monumento megalítico escaso, con pocos ejemplos y aunque se encuentran casi por toda Europa, son especialmente célebres los de las islas británicas.
Alineamiento – Se trata, valga la redundancia, de un alineamiento de menhires colocados de forma vertical y que pueden conformar una sola línea o varias de ellas. Con notables variaciones en su longitud.
Sepulcro de corredor – Se trata de un sepulcro megalítico formado por una, o varias, cámara sepulcral y un corredor que conduce a la propia cámara, la cual se encuentra claramente diferenciada del corredor. Se encuentran diseminados por casi toda Europa y el norte de África.
Sepulcro de galería – Un sepulcro megalítico que está formado por una única cámara que no se diferencia de la galería o corredor.
Rundgräber – Un tipo de tumba o sepulcro megalítico similar al de corredor que se diferencia en que está compuesto por una única cámara que puede estar al aire libre o cubierta.
- Interpretaciones sobre sus usos
El carácter funerario de las construcciones megalíticas es más que evidente, se trata, en la mayoría de los casos, de tumbas colectivas dedicadas a la inhumación sucesiva de cadáveres. Pero no son pocos los autores y las escuelas que han querido dar un paso más respecto a los posibles usos que tuvieron antaño estos monumentos. Es lógico pensar que una tumba, en el Neolítico Avanzado y el Calcolítico, también podía mantener unos valores territoriales que intentasen delimitar el territorio ante el incipiente pensamiento de propiedad de la tierra gracias a la sedentarización de los pueblos en base al descubrimiento de la agricultura y la ganadería.
Si nos detenemos en las construcciones básicas de los monumentos megalíticos, podemos ver como en el caso de los menhires se desconocen por completo los supuestos significados rituales y en torno a ellos, en muchos casos, se han ido formando teorías de escaso rigor científico. Lo que sí se sabe con seguridad es que eran, evidentemente, construcciones funerarias ya que sus pies o alrededor de los mismos se han encontrado restos de ajuares o cenizas de origen humano. Algunas teorías afirman que determinados menhires pudieron ser objeto de culto de antepasados o divinidades neolíticas. Con la llegada del cristianismo a Europa, algunos de ellos se tallaron con motivos bíblicos.
En el caso de los dólmenes se sabe con certeza que fueron tumbas colectivas, pero también existe la teoría de que su función pudo ser doble, ya que hubiesen servido también para delimitar un territorio en concreto.

Cromlech de Oianleku, en Oiartzun (Gipuzkoa). Fuente: http://www.celtiberia.net
Con los crómlech si llegamos a un punto álgido de discusión científica. Como el resto de monumentos megalíticos, su función principal fue la funeraria funcionando como necrópolis. Pero su disposición general ha llevado a que investigadores y divulgadores hayan pensado diferentes teorías respecto a su verdadera función. Muchos piensan que fueron templos, centros rituales o lugares de reunión, teorías que no son del todo descabelladas y son aceptadas por una buena parte de la comunidad científica. Otros autores sostienen teorías astronómicas que no han sido aceptadas del todo por la comunidad científica y que desarrollaremos posteriormente.
Los alineamientos tienen en duda a los investigadores y las teorías sobre sus construcciones son variadas. Muchos sostienen que su función era eminentemente religiosa o ritual mientras que otros argumentan que su función podría ser delimitadora. Existe también una línea de investigación que, al igual que con los crómlech, le otorgan funciones astronómicas.
En general, sin centrarnos en ningún tipo de construcción, se acepta que, al margen de sus funciones funerarias, estos monumentos megalíticos funcionaron como construcciones dedicadas a velar por el equilibrio social o como muestras de poder de un determinado pueblo. A la hora de descubrir o analizar un megalito lo que llama la atención es su gran visibilidad, son monumentos pensados para ser visibles incluso a largas distancias y nunca están camuflados intencionadamente. Además, su localización normalmente coincide con zonas que delimitan territorios, rutas de ganadería transhumante o hitos geográficos, pero siempre en zonas de gran visibilidad.
Algunos conjuntos megalíticos han sido denominados como “templos” ya que algunos investigadores le otorgan a determinados monumentos la función de centro de culto de una religión ya extinta, siendo lugares místicos donde se realizaban numerosos rituales mágicos.
- Origen del fenómeno
Al intentar explicar los orígenes del megalitismo nos encontramos con multitud de teorías al respecto, muchas de ellas con base científica y aceptadas por la comunidad, y muchas otras más extravagantes que llegan incluso a establecer una conexión con los alienígenas o culturas subterráneas, estas últimas no las vamos a tener en cuenta evidentemente pero merece la pena recalcar que están ahí y son difundas y, a veces, extrañamente aceptadas.
Dentro del amplio abanico sobre las teorías del megalitismo nos centraremos en las dos tesis más importantes y que a la vez están encontradas. Las tesis orientalistas consideran que el origen del megalitismo se encuentra en Oriente y que desde allí, una vez ha perdido la exclusividad, se extiende hacia Occidente a través del comercio mediterráneo. Según las tesis orientalistas su origen puede venir desde Egipto, basándose en las mastabas; desde las Cícladas, basándose en el megaron; o desde Creta, inspirándose de manera básica en los tholoi.
Las tesis que abogan por un origen occidental están íntimamente ligadas al evolucionismo, y consideran que los monumentos megalíticos fueron una compleja evolución desde simples enterramientos con rocas. Investigadores cono Aberg o Vasconcelos consideraron que el origen podía estar en Portugal, y las dataciones gracias al carbono 14 han demostrado que las construcciones más antiguas son efectivamente las portuguesas, seguidas de las de las islas británicas por lo que podríamos estar ante un fenómeno de origen atlántico.
- El proceso de construcción
Para comprender un monumento megalítico es necesario conocer su proceso de construcción, ya que no son pocas las teorías, carentes de rigor científico, que aluden a fenómenos paranormales o seres de otro planeta para justificar la construcción de dichos monumentos.
El primer paso en la construcción de un megalito, entiéndase como monumento, es la elección del lugar donde se va a emplazar el monumento, normalmente en lugares a la vista y donde el megalito pueda destacar por encima del resto de elementos del paisajes u otras construcciones. Posteriormente se eligen los bloques de piedra de una cantera cercana.
Una vez elegidos los menhires se delimita el espacio donde se van a ubicar y se prepara el terreno alisándolo. Antes de la construcción se inicia una hoguera ritual que tendría una connotación fundacional, similar a cuando hoy día se ubica la primera piedra en una gran construcción, esto es algo que sabemos gracias a las dataciones de carbono 14.
Lo siguiente era la construcción de la cámara funeraria o el menhir exento. Para ello se arrastraba el menhir en posición horizontal hasta uno de los huecos previamente excavados, cuando el menhir llegaba al hueco caía y se quedaba de manera semi-vertical, por lo que los constructores comenzaban a rellenar los huecos para dejarlo completamente vertical. Si se tratase de un menhir, el proceso constructivo terminaría aquí, pero si hablamos de un dolmen el proceso seguiría.
En el caso del dolmen, se arrastraría otro menhir de manera horizontal hasta repetir el mismo proceso anterior y dejar dos menhires alineados. A partir de este momento, los constructores rellenarían de tierra ambas caras exteriores de los menhires, dejando un pasillo entre ellos, creando una especie de rampa en el exterior. Por dicha rampa subirían el tercer menhir hasta situarlo sobre los dos verticales de forma horizontal, creando así el monumento funerario.
Este es el proceso básico de construcción de un menhir o un dolmen, pero en el caso de una cámara funeraria con una galería o corredor previo el sistema sería muy similar, aunque con una mayor complejidad arquitectónica como es evidente.
EL MEGALITISMO Y LA ASTRONOMÍA
El ser humano, de manera general, siempre ha sentido una especial atracción por el cielo y sus astros, para el hombre primitivo el cielo guardaba grandes misterios y comenzaron a otorgársele un sentido místico al mismo, intentando explicar fenómenos naturales a través de los cuerpos celestes, intentando encontrar una respuesta a fenómenos incomprensibles.
El estudio de los astros solucionó muchos de los problemas de subsistencia de los primeros pueblos y civilizaciones gracias a establecer con relativa precisión los intervalos idóneos para la siembra y recogida de cosechas o para iniciar largos viajes. Desde algo tan básico como observar el ciclo del día y la noche hasta llegar a predecir el ciclo de las estaciones, y adaptarse a ellas. Así pues, gracias estos primitivos estudios de los cuerpos celestes y el cielo, los cuales favorecían directamente a las comunidades, comenzó a establecer un halo místico alrededor del estudio de los cielos. Se comenzó entonces una adoración al “dios sol” o “diosa luna” en algunas comunidades.
Según algunos investigadores, muchos de los monumentos megalíticos están íntimamente ligados con la astronomía, siendo quizá el ejemplo más famoso el Stonehenge de Whiltshire, en las islas británicas. Pero el fenómeno megalítico abarca desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, y su dispersión geográfica en Europa es muy amplia también, por lo que sería un error centrarnos en un único ejemplo.
Lo más común respecto al estudio de la relación de los megalitos con la astronomía, también llamado arqueoastronomía, es otorgarles el papel de observatorios megalíticos usados con el fin de predecir eclipses o establecer hitos astronómicos como la aparición de una estrella, lo cual, en principio, serviría para fijar un supuesto calendario. Estas teorías, en la actualidad, no gozan de un gran respaldo dentro de la comunidad científica.
La arqueoastronomía se define como una “ciencia” a caballo entre la arqueología del paisaje, la prehistoria, la antropología y la astronomía. Los arqueoastrónomos llevan décadas estudiando la posición y la orientación de las construcciones megalíticas, intentando establecer un patrón común, al menos dentro de una misma cultura. Es cierto que en muchos casos estas orientaciones coinciden dentro de una misma cultura y se explican con la salida o la puesta del sol en momentos especiales del año, por ejemplo en El Alentejo (Portugal), donde los megalitos están orientados hacia el este.
Respecto al famoso Stonehenge, muchos divulgadores afirman que fue un observatorio, que servía para predecir fenómenos naturales, eclipses, estrellas fugaces y otras teorías relacionadas con la magia. Todo esto, evidentemente, es falso. Lo que sí es cierto es que el eje principal de este crómlech está orientado hacia la salida del sol en el solsticio de verano. O visto desde el lado contrario, hacia la puesta de sol en el solsticio de invierno. Más que como observatorio, la teoría que cobra más fuerza sobre el Stonehenge, aparte de la funeraria, es que fuese un centro ritual en el que la salida o la puesta de sol tenía un papel importante.
Como vemos, los monumentos megalíticos sí que están relacionados con la astronomía, pero no desde el punto de vista que se viene divulgando en las últimas dos décadas, y sobre todo en los últimos años, donde las redes sociales y las, cada vez más abundantes, “teorías de la conspiración” desechan y defenestran rápidamente la relación de estos monumentos con el cielo y sus astros.
BREVE CRONOLOGÍA
Como ocurre en muchos otros campos de la prehistoria y el arte prehistórico, la cronología sobre los monumentos megalíticos o su origen no deja de estar exenta de polémica y debates tampoco.
Hay una rama de investigadores que aseguran que los primeros monumentos megalíticos aparecieron en el Neolítico Inicial, entre los años 4800 y 3500 a.C., esto es algo que podríamos corroborar con los dólmenes de Carrowmore (Irlanda), los cuales están fechados entre los años 3700 y 2900 a.C. Sin embargo, otras teorías aseguran que las primeras manifestaciones megalíticas se dan entre los años 3000 y 1700 a.C., a finales del Neolítico, pero es algo que no coinciden con el famoso Stonehenge (Inglaterra), cuya piedra más antigua ha sido datada sobre el 3100 a.C.
Siguiendo con la línea que sitúa el nacimiento del megalitismo en el Neolítico Inicial, esta asegura que es en el Neolítico Medio cuando se generalizan los crómlechs en en Europa así como los sepulcros de corredor.
En la fase final del Neolítico y comienzos del Bronce, encontramos el ocaso de los monumentos megalíticos primitivos, dando paso a una evolución depurada de los mismos, gracias a la generalización de la metalurgia, con ejemplos como la arquitectura ciclópea o El Argar (Almería).
ALGUNOS EJEMPLOS
A modo de ejemplo, respecto a la información anteriormente aportada, se citarán a continuación una selección de monumentos megalíticos y una breve descripción sobre los mismos con el fin de apoyar los diversos argumentos.
Dolmen de Viera (Antequera, España) – Se trata de un dolmen de 20 metros de longitud, 1,80 metros de ancho y 2,10 metros de altura. No se sabe con exactitud su fecha de construcción y hay diversidad de opiniones pero se estima que en torno al 2400 a.C. Se trata un buen ejemplo de sepulcro corredor cubierto por un túmulo de arcilla con una gran cámara funeraria.
Dolmen de Menga (Antequera, España) – Mide 25 metros de longitud, 5 metros de ancho y 4 metros de algo, siendo considerablemente más espacioso que su “hermano” de Viera. Es un perfecto ejemplo de sepulcro de galería ya que su cámara funeraria apenas se distingue del corredor. Se estima que fue construido en torno al 2500 a.C.
Dolmen de El Romeral (Antequera, España) – Es otro gran ejemplo de sepulcro de corredor ya que tiene su cámara funeraria bien diferenciada, sobre todo destaca su falsa cúpula. Se estima su construcción en el 1800 a.C.
Menhir de Champ-Dolent (Dol-de-Bretagne, Francia) – Es un buen ejemplo de menhir exento de grandes dimensiones ya que tiene 9,5 metros de altura, casi 9 de circunferencia y su peso se estima en unas 150 toneladas.
Stonehenge (Wiltshire, Inglaterra) – Es el ejemplo más célebre de crómlech que existe en la actualidad y prácticamente un icono de la cultura megalítica. Es una agrupación de 32 menhires formando cuatro círculos concéntricos con 104m de diámetro. Su construcción se fecha en torno al 2500 a.C. pero la piedra más antigua hallada data del año 3100 a.C.
Alineamientos de Carnac (Carnac, Francia) – Es el alineamiento de menhires más famoso del mundo y también el más extenso de todos. Está formado por cuatro alineamientos: Le Ménec, Kermario, Kerlescan y Le Petit Ménec. Le Ménec tiene 1099 menhires en 11 hileras con una anchura de 100 metros y una longitud de 1200 metros. Kermario tiene 982 menhires en 10 hileras con 1200 metros de longitud también. Kerlescan tiene 540 menhires organizados en 13 hileras con 139 metros de ancho y 880 metros de longitud. Y, por último, Le Petit Ménec únicamente consta de 100 menhires. Se calcula que fueron construidos entre los milenios V y III a.C.
CONCLUSIONES GENERALES
Como hemos podido observar a lo largo del trabajo, el fenómeno de la arquitectura megalítica es sumamente particular y por su propia naturaleza puede dar lugar a múltiples interpretaciones, muchas de ellas carentes de rigor científico y basadas en supuestos que no se sustentan sobre ninguna teoría aceptada por la comunidad.
Sin embargo hemos podido apreciar también como existen aun debates abiertos en torno a la cronología o supuestas funciones de estas magnas construcciones prehistóricas, debates, muchos de ellos, que invitan a seguir investigando sobre ellos en una u otra postura y cuyos supuestos resultan de sumo interés para la arqueología, la prehistoria y la antropología.
BIBLIOGRAFÍA
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