Los inicios de la metalurgia: el Calcolítico y la Edad del Bronce

EL TÉRMINO ARTE ESQUEMÁTICO

Sobre este arte denominado Esquemático hay ciertas cuestiones terminológicas y conceptuales que se encuentran en la actualidad en pleno debate científico. Cuando un investigador descubre un yacimiento de Arte Esquemático se suelen cumplir siempre las siguientes características: suele ser una cueva donde llega la luz solar, con grafías pintadas en color rojo y representando imágenes que recuerdan a figuras humanas vistas de frente. Todas estas peculiaridades son rasgos definidores de la Pintura Esquemática hispánica.

Breuil ayudó al afianzamiento del término, que ha perdurado hasta la actualidad, con la publicación de cuatro volúmenes sobre las pinturas rupestres en la Península Ibérica. Desde Breuil se acuñaron los calificativos de semiesquemático y seminaturalista, para distinguir aquellas obras que estaban más inclinadas a un lado que a otro. R. Viñas propuso que fueran aplicados de la siguiente forma:

  • Semiesquemático para aquellos prototipos escuetos no muy realistas incluidos en un friso naturalista (levantino).
  • Seminaturalista para las imágenes menos simples y parcas que aparecen en los paneles abstractos (esquemáticos).

Pero surgió la necesidad de incorporar el término subesquemático y Lopéz Payer y Soria Lerma desarrollaron un sistema objetivo basado en unos índices numéricos para puntuar los factores naturalistas de cada figura antropomorfa y zoomorfa.

Los últimos argumentos más extendidos han sido formulados por Alonso y Grimal, y por Balbín y Bueno. Los primeros insisten en que no conviene hablar de arte esquemático sino de abstracto, pues muchos temas son figuras abstractas (barras, puntos, círculos) y a pesar de todo los motivos identificables como zoomorfos y antropomorfos no imitan la realidad en ningún caso. Por su parte, Bueno y Balbín abogan por un “estilo o arte megalítico” que incluye un conjunto de grafías llevadas a cabo con diversas técnicas y en distintos soportes, pero cuyas asociaciones temáticas y contexto cronológico permiten su unificación: pintura y grabados esquemáticos al aire libre y en cuevas, soportes mobiliares y expresiones parietales.

Hasta hace muy poco se entendía como Arte Esquemático a un sinfín de horizontes figurativos pospaleolíticos de dispar cronología, distribución territorial, sistemas técnicos y contenido temático, aglutinados tan sólo por el común denominador de producir sus motivos en función de aquello que todos podríamos concebir como un esquema.

Peña Escrita (Taberna, Alicante).

Hoy tendemos a dilucidar los marcos cronoculturales de cada uno de los horizontes artísticos de las sociedades ágrafas más recientes, si bien eso a veces es tremendamente problemático al hallarse la mayoría de los yacimientos carentes de contexto arqueológico, además de haber recurrencias temáticas y en determinados momentos cronológicos.

En resumen, a pesar de ser el término Arte Esquemático restrictivo continúa siendo el más adecuado o al menos el más usado, aunque urge una unificación de criterios que ayuden a disociarlo.

PINTURA ESQUEMÁTICA TÍPICA

Las pinturas esquemáticas fueron las primeras muestras de arte rupestre prehistórico reconocidas por la Ciencia. En 1868 fue Góngora quien en su obra Antigüedades prehistóricas de Andalucía describió por primera vez el Arte Esquemático a través de los yacimientos de Peña Escrita (Ciudad Real) y Los Letreros (Almería).

  • SOPORTES Y TÉCNICAS

Los soportes que comúnmente son ocupados por los pintores de este horizonte artístico coinciden con las oquedades y abrigos en los que la iluminación solar llega en las horas diurnas sin demasiada complicación, aunque si bien también tenemos excepciones más alejadas de la luz.

Al extenderse por casi la totalidad del territorio peninsular, las litologías y morfologías de los soportes vuelven a ser muy variadas y dispares, desde abrigos calcáreos y de arenisca masiva hasta peñas, oquedades y lienzos cuarcíticos junto con algún que otro afloramiento granítico. La constante de estos sitios radicaría en la verticalidad de los paneles frente al gusto por los “santuarios horizontales” de otras modalidades figurativas.

Se insiste sobre la ubicación de la pintura esquemática en relación a áreas de abastecimiento de agua.

Respecto a la técnica plástica, el grafitado o aplicación directa del colorante a modo de “lápiz” no es muy corriente, a pesar de que se haya descrito en unos pocos sitios; lo normal es sin duda la pintura, o sea, el pigmento en estado líquido. Los colores empleados son sobre todo el rojo y en menor medida el negro, también está atestiguado el blanco pero como complemento del motivo principal. Si existen tonos amarillos estos se asocian a degradación de otros colores.

En cuanto a las sustancias colorantes manejadas poco podemos decir, puesto que apenas están desarrolladas en este campo las analíticas destinadas a su estudio. Podemos deducir que los rojos fueron obtenidos a partir de los óxidos de hierro y los negros del manganeso.

Pero la novedad proviene en esta ocasión del sistema de aplicación de los pigmentos, pues contra el uso de la pluma del Levantino, los artistas del Esquemático aceptaron cualquier instrumento que proporcionara un trazo ancho alrededor del centímetro de grosor. El dedo y la ramita poseen una capacidad de descarga muy escueta, así que algunos trazos más largos pudieron ser confeccionados con muñequilla. La mayoría de las figuras están entre los 5 y los 30cm, las escasas excepciones más grandes no sobrepasan el medio metro.

Ciervo de Bacinete (Los Barrios, Cádiz).

Estos procedimientos técnicos y el recurso del esquematismo conducen a figuras estereotipadas, donde los personajes humanos están representados de frente y los animales de perfil, con el objeto de su correcta identificación por parte del espectador. La Pintura Esquemática obedece a una técnica nada depurada, de trazado y ejecución rápida por medio de un procedimiento descuidado, sin que podamos entrever una preocupación por el acabado final de la obra, opuesta al detallismo del Levantino.

Los motivos se fabrican a través de simples trazos lineales, en consecuencia las imágenes producidas no disfrutan de volumen ni perspectiva de ningún tipo y por supuesto están comúnmente estáticas.

  • CRONOLOGÍA Y ALGO DE INTERPRETACIÓN

Desde casi siempre, todas las aproximaciones cronológicas efectuadas sobre el Arte Esquemático tienen como fundamento las comparaciones temáticas y formales con piezas muebles procedentes de distintos contextos crono-culturales. En un primer momento, Obermaier puso en relación los esquemas que tratamos ahora con los motivos pintados en los cantos azilienses. Pero fue Breuil quien asimiló el Arte Esquemático con las sociedades de la Edad del Cobre o Calcolítico.

Al final de la década de los 70, Acosta ratifica la propuesta antes comentada al encontrar correlaciones formales entre la pintura esquemática y piezas del extremo más oriental del Mediterráneo. Habría que esperar hasta los 80 para que, tras las afirmaciones de Jordá (sostenía que el Arte Esquemático era una expresión autóctona que se inicia en el Neolítico, se desarrolla en el Calcolítico y perdura hasta la Edad del Hierro), los investigadores orienten sus búsquedas de paralelos muebles hacia materiales arqueológicos autóctonos. En esta línea están los trabajos de Acosta y Carrasco sobre materiales cerámicos del Neolítico andaluz, cuyas conclusiones llevan a situar el origen del Arte Esquemático en un Neolítico Antiguo.

Las superposiciones de las imágenes pintadas sobre las rocas nos evidencian que el Arte Esquemático es posterior al Arte Macroesquemático del Neolítico Antiguo y al Arte Levantino, lo que asegura que el Levantino y el Esquemático convivieron durante un cierto tiempo.

En resumen, las equiparaciones temáticas de la Pintura Esquemática con los objetos mobiliares nos manifiestan que:

  1. Casi todo el repertorio de ídolos calcolíticos fechados alrededor del 4500 BP encuentran su correlación parietal en determinados conjuntos de abrigos esquemáticos.
  2. Los soliformes surgen decorando cerámicas desde el Neolítico Antiguo hasta el Bronce avanzado.
  3. Con los zigzags y ramiformes sucede exactamente lo mismo que con los esteliformes.
  4. Los zoomorfos esquemáticos aparecen desde el fragmento poscardial hasta soportes vasculares del Bronce.
  5. Varias asociaciones temáticas en piezas mobiliares de la Edad del Cobre resultan significativas.

Si la cuestión respecto a la datación de la Pintura Esquemática permanece hoy en día más o menos clarificada (desde el IV milenio al II milenio, y desde el Neolítico hasta el final del Calcolítico), los investigadores han dedicado más esfuerzos en solventar los problemas cronológicos que a indagar sobre el significado de las pinturas.

El propio fenómeno esquemático manifiesta una dificultad intrínseca a la hora de profundizar en el sentido de las obras, puesto que en la gran mayoría de las ocasiones los motivos son tan sumamente esquemáticos que su identificación con una figura u objeto real es una tarea subsanada con dificultad y bastante grado de imprecisión.

Al principio del siglo XX se pensaba que el Arte Esquemático debía tener un sentido funerario, ya que en los abrigos estaban los mismos ídolos oculados que eran exhumados en las tumbas megalíticas y hasta en algunos dólmenes existían pinturas esquemáticas.

Se viene aceptando que algunos lugares o motivos mantienen ese valor simbólico o religioso precisamente por representar los “ídolos” que aparecen en las tumbas de la época, en particular los reiterados oculado.

Parece notorio que la gran mayoría de los abrigos pintados obedecen a lugares especiales, en bastantes ocasiones comparten espacio con otros horizontes plásticos (Macroesquemático y Levantino) y casi todos carecen de un contexto arqueológico directo; o sea, que no poseen vestigios que nos permitan deducir el uso de la cavidad como vivienda o enterramiento.

Varios autores han supuesto que los motivos esquemáticos eran una especie de escritura. Carrasco y otros experimentaron un análisis semiótico, considerando los esquemas como conceptos y no la plasmación de figuras reales, las imágenes pintadas eran entendidas como un sistema de comunicación. Pero estos planteamientos no aportaron conclusiones y la investigación aun no ha avanzado mucho en esta dirección.

Jordá veía tres niveles de significados en las figuraciones parietales esquemáticas: mundo profano (escenas de pastoreo y caza, grupos de mamíferos), religioso (ídolos, danzas) y simbólico (puntos, esteliformes, ramiformes).

Para Grande del Brío y González Tablas, una de las dificultades mayores que encierra el Arte Esquemático para su interpretación es precisamente la utilización sistemática  del esquema como vehículo expresivo. No obstante, en poco tiempo, Grande del Brío considera todos los elementos esquemáticos con contenido simbólico de índole cultural.

En el decenio pasado las interpretaciones se han dirigido por varios caminos, al atisbar la notable diversidad de significados que puede encerrar el Arte Esquemático. Soria Lerma y López Payer deducen a partir de las asociaciones de figuras del núcleo del sureste lo siguiente:

  1. Antropomorfo-antropomorfo: Serían escenas relacionadas con la vida cotidiana.
  2. Antropomorfo-zoomorfo: Presentarán connotaciones descriptivas, como escenas de caza domesticación.
  3. Antropomorfo-símbolo: Esta combinación no tiene nada que ver con lo descriptivo.
  4. Zoomorfo-zoomorfo: Se trata de mandas de animales o escenas parciales de la existencia de la fauna.
  5. Zoomorfo-símbolo: Igual que antropomorfo-símbolo.
  6. Símbolo-símbolo: Muy problemáticas de interpretar dada la simplificación de las formas de la mayoría de las figuras.
  7. Antropomorfo-zoomorfo-símbolo: Cuando el símbolo es un elemento solar quizás la combinación podría tener un significado mágico-religioso.

Otros intentos más o menos plausibles observan en los abrigos decorados hasta relaciones sociales y políticas. Ahondando en las interpretaciones emanadas a través de una fuerte carga de subjetivismo, no han faltado en los últimos años aseveraciones fantasiosas que adolecen del mínimo rigor científico.

Martínez García parte del siguiente planteamiento: la existencia de abrigos responde a factores naturales; no obstante, la elección de algunos de ellos como soporte de las imágenes es un hecho cultural. No todos los abrigos disponibles en una zona están decorados, por esa razón la elección de los mismos obedecerá a estrategias culturales, circunstancia que provoca la modificación de un espacio natural en lugar cultural. En virtud de estos y otros factores se proponen los siguientes modelos de emplazamientos.

  1. Cerro o montaña individualizado y los abrigos de visión.
  2. Puntos elevados de grandes sierras y los abrigos de culminación.
  3. Barrancos o ramblas y los abrigos de movimiento.
  4. Collados o puertos y los abrigos de paso.
  5. Cañones y los abrigos ocultos.

A partir de aquí, el siguiente paso será cotejar los contenidos temáticos de cada yacimiento con los diversos modelos de emplazamiento, puesto que resulta obvio intuir que éstos influirán en aquéllos según las funcionalidades y usos de los lugares. La intrusión del aparato simbólico en las estrategias económicas es evidente, y tiene que ver con el control territorial.

ARTE MEGALÍTICO

Tradicionalmente se entiende como Arte Megalítico a las manifestaciones figurativas que albergan los monumentos megalíticos. Éstos son construcciones arquitectónicas fabricadas con grandes lajas de piedra, destinadas a un uso funerario como enterramiento colectivo que fueron erigidos desde el final del Neolítico y durante todo el Calcolítico, entre el IV y III milenio antes de nuestra era.

Las morfologías de estas construcciones suelen ser bastante variadas, pero desde una óptica global un esquema simple de sus plantas presentará una cámara sepulcral precedida de un corredor de acceso, todo cubierto por un túmulo de piedras y tierra.

  • SOPORTES, TÉCNICAS Y TEMAS

Los soportes fundamentales del Arte Megalítico coincidirán con los elementos arquitectónicos que conforman la construcción, básicamente las losas verticales que delimitan el espacio interior; sin embargo, desde una visión más globalizadora, también pueden ser considerados con este calificativo todos los objetos y elementos de índole simbólico que fueron depositados junto a los cadáveres o encerrados entre esas “cuatro” paredes o fuera de ellas pero vinculadas con el monumento.

Se viene aceptando que los megalitos que disfrutan de decoración corresponden con aquellas grandes construcciones en las que se tuvo que invertir un mayor esfuerzo social cuando fueron levantadas. El apartado técnico está repartido entre distintas modalidades de grabados y la pintura de coloración roja y negra, a veces sobre fondo blanco. En ocasiones, tanto la pintura como el grabado están asociados para diseñar la decoración en cuestión, pero asimismo debemos mencionar que en este ambiente de arte funerario se cuenta igualmente con algunos ejemplos de bajorrelieves.

Grabados rupestres en el dolmen de Cubillejo, monumento funerario prehistórico de tipo corredor, con 5.000 años de antigüedad, excavado en 1970. Consta de una cámara circular y un pasillo de diez metros de largo. Está situado entre las sierra de la Demanda, al norte, y la de Las Mamblas, hacia el sur (Cubillejo de Lara, Burgos).

En cuanto a los temas desarrollados en esos espacios fúnebres, casi todos los motivos tratados encuentran su correlación formal con los sistematizados para la Pintura Esquemática, aunque tal vez el presumible destino último de las obras plásticas y su funcionalidad entroncada con el universo ideológico que rodearía al mundo de los muertos provoca, en general, que la temática sea mucho más restrictiva que la expresada en los abrigos y cuevas.

Pintura roja y puntos negros sobre fondo blanco (Dombate, La Coruña).

De cualquier modo, podemos afirmar que una de las características básicas del Arte Megalítico es el predominio cuantitativo de las formas geométricas frente a aquellas que pueden ser reconocidas o “claramente” identificables, como serían las figuras humanas y los animales; esas formas geométricas suelen cubrir la superficie disponible del orostato, repitiendo el mismo o parecido motivo por toda la pared. Pero en contadas ocasiones surgen conjuntos menos monótonos y hasta incluso es factible hablar de escenas.

  • CRONOLOGÍA E INTERPRETACIÓN

En relación a la cronología de estas manifestaciones artísticas, parece claro que, en función de los soportes utilizados, abarcarían un espectro temporal acotado entre la fecha de la construcción del edificio hasta la actualidad. Esto ayuda a establecer comparaciones con otras versiones figurativas prehistóricas sincrónicas.

En otro orden de cosas, es conveniente tener en cuenta que la propia construcción megalítica monumental, y el ritual de enterramiento colectivo, desarrollada entre el Neolítico Avanzado y Calcolítico, mantiene de manera intrínseca unos valores que podemos resumir en su carácter delimitador del territorio, como montaña artificial producida por el túmulo, fenómeno necesario y consecuencia de la extensión de la agricultura que lleva consigo la apropiación de la tierra y el sentido del control del territorio, de modo que la tumba donde están los antepasados que han trabajado esa tierra permite legitimar la propiedad y el uso de la misma para sus descendientes.

Los rituales de enterramiento deducidos de los registros arqueológicos y su interpretación plantean ciertas actividades “comunales” en el exterior del monumento y el acceso al interior de unos pocos, quienes arrinconarían los restos humanos preexistentes para depositar al nuevo difunto junto con su ajuar funerario.

Quedaría suficientemente explicitado que tanto el arte parietal que acoge el interior de las tumbas como las “ofrendas” mobiliares abandonadas en ellas expresarían un sentido relacionado, de una u otra manera, con la muerte.

Los estudios de Bueno y Balbín profundizan aún un poco más en el universo simbólico. Según estos autores, en el arte contenido en los megalitos se constatan tres temas básicos tremendamente recurrentes:

  1. Antropomorfo – Presentan una acusada variabilidad morfológica que a veces no tiene parangón con el resto de las figuras humanas esquemáticas normalizadas y plasmadas en otros soportes, siendo sus combinaciones más usuales con otros temas las siguientes: antropomorfo-cazoleta, antropomorfo-serpentiforme, antropomorfo-cuadrúpedos y antropomorfo-armas. Las figuras humanas sobre losas verticales suelen aparecer en el lugar prioritario de la cámara y cuando son esculturas o estelas se colocan en la entrada tanto de la cámara como del corredor, además de actuar como hitos exteriores que presiden la necrópolis.
  2. Serpentiforme – Directamente se interpreta como serpiente. Su enorme presencia en la iconografía megalítica evidenciaría una fuerte connotación funeraria y cabría ponerla en relación con una mitología de renovación entre vida-muerte o de la fertilidad de la tierra; es decir, renovación de la tierra producida por la agricultura. Puede también asumir un sentido protector de la propia tumba y de los sujetos depositados en ella.
  3. Cazoletas – Son asimiladas a los diseños de estelas o solares, puesto que en varios sepulcros los “rayos” que identifican a esos motivos parten de cazoletas o cúpulas, en ocasiones coloreadas internamente de rojo.

Esos elementos decorativos manifiestan un código funerario, el código se transporta a las losas verticales justo en el momento se su construcción, ya que las asociaciones temáticas y su ubicación en el espacio interno así lo confirman. Esa distribución iconográfica posee un sentido simbólico, sujeta a un eje que determina una línea fuera-dentro y jerarquizado en el espacio funerario. En esencia, la codificación supone que los antropomorfos ocupan la pared frontal de fondo de la cámara y los demás motivos se reparten por el resto del lugar.

Menhir de Navalcán (Toledo, España).

Pero estos autores entienden que el Arte Megalítico presenta dos versiones en función de su localización: una externa y otra interna. La modalidad interna o grafías intra mantendrían un componente oculto al no poder ser visto habitualmente por el común de los mortales. Las grafías extra o modalidad externa tomarían un carácter público dada su posibilidad de ser contempladas por muchos miembros de la comunidad.

Las imágenes demarcan el territorio, los espacios por donde la gente transita son marcados por los distintos tipos de motivos, los cuales lógicamente serían reconocidos por todos los individuos de esa sociedad.

MÁS EXPRESIONES ESQUEMÁTICAS

  • ESQUEMÁTICO NEGRO SUBTERRÁNEO

El término Esquemático Negro Subterráneo es totalmente convencional, aunque describe de manera fehaciente las peculiaridades de la variante artística que vamos a comentar. En un primer estadio de aproximación sería lícito asimilarlo al complejo de cavidades adscritas al Esquemático-Abstracto, sobre todo a tenor de su ubicación en grutas, probable funcionalidad mortuoria y técnica de trazos carbonosos negros. Sin embargo, una serie de razones hacen que convenga desestimar el intento, como es una cronología más reciente de la mayoría de los lienzos subterráneos esquemáticos-abstractos así como las nítidas diferencias en el orden temático entre los motivos negro-subterráneos y esquemáticos-abstractos.

Las estaciones reconocidas en la actualidad quedan limitadas a unas pocas cavidades en Andalucía en las localidades de Granada, Córdoba y Málaga. Destacan la Cueva del Agua (iznalloz), Cueva de la Murcielaguina (Priego de Córdoba), Cueva de Nerja (Málaga) y La Pileta de Benajoán (Málaga).

En La Pileta es donde el Esquemático Negro Subterráneo explaya toda su capacidad figurativa, de tal modo que no tiene parangón con ninguna de las cavidades conocidas hasta nuestros días; sus lienzos recorren más de 300 metros de galerías superiores y otro centenar más por tramos inferiores.

Cueva de la Pileta (Benaoján, Málaga).

Las figuras del negro-subterráneo no se ciñen sólo a las paredes sino que invaden todas las superficies y relieves que configuran el paisaje. En el aspecto técnico todas las figuras reflejan una acusada homogeneidad, fruto de haber sido trazadas probablemente con un tizón de madera quemada, lo cual dota a los motivos de una coloración muy densa y de textura grasienta.

Como se ve, a pesar de compartir ciertos rasgos con el horizonte esquemático pintado el Negro Subterráneo diverge considerablemente de aquél en cuanto a técnica, soporte, extensión de las composiciones y elaboración de temas hasta ahora poco o nada documentados.

  • ESQUEMÁTICO-ABSTRACTO

Bajo este epígrafe agrupamos varias decenas de yacimientos, la mayoría bastante dispares entre sí, pero que pueden ser encasillados en un único bloque atendiendo a ciertos caracteres comunes.

Los motivos artísticos fueron confeccionados sobre todo por medio de sistemas sustractivos, entre los que destacan los grabados de sección en V, en U y hasta piqueteados. En otras cavidades usaron los colorantes negros para la producción gráfica rupestre, habiendo incluso otras cuevas en las que conviven ambos procedimientos de pinturas y grabados.

Desde una perspectiva temática, algunos de los arquetipos plasmados pueden cotejarse con temas registrados a través de la Pintura Esquemática Típica, más que nada los antropomorfos y cuadrúpedos, pero sin embargo la gran mayoría de ellos obedecen al universo geométrico o abstracto: zigzags, ángulos, retículas… por ello resulta muy difícil establecer una tabla de diseños normalizados que englobe todas las posibilidades plásticas y en la actualidad prácticamente cada cavidad disfruta de un análisis tipológico o morfológico.

Grabados de Cueva Maja (Muriel de la Fuente, Soria).

Hoy por hoy, la distribución geográfica de las cavidades que mantienen esta clase de expresiones parietales queda restringida a las áreas castellano-leonesa y cantábrica, en particular en Segovia, Soria, Burgos, Álava, Vizcaya, Navarra y Cantabria.

Un número apreciable de cavidades conservan aparte de los paneles pintados-grabados evidencias de inhumaciones humanas, acompañadas a veces de artefactos a modo de ajuar y otros vestigios que inducen a pensar que en las profundidades cársticas se llevaron a cabo distintas actividades de índole cultural. La mayor parte de los autores tienden a poner en relación directa los hallazgos materiales con las expresiones parietales, de ahí que su interpretación adquiera siempre un cariz funerario.

  • GRUPOS DE GRABADOS AL AIRE LIBRE

Vamos a considerar en este último epígrafe aquellos esquemas grabados que permanecen a la intemperie y cuyos autores fueron sin ningún género de dudas gentes de épocas prehistóricas. Sobre todo nos detendremos en los conjuntos de Petroglifos Gallegos y Grupo del Tajo.

Los Petroglifos Gallegos también recibes otros nombres y son un conjunto de grabados muy uniformes en cuanto a técnica, estilo, temática y localización. Los soportes más corrientes usados para la plasmación son los afloramientos graníticos, que tachonan el paisaje a modo de abultamientos de rocas, dejando por lo común superficies abombadas sobre las que se graba. Esta característica de las superficies impide obtener lienzos verticales y por eso habitualmente los emplazamientos artísticos aparecen den disposición horizontal, de ahí el término de “Santuarios Horizontales”.

Pedra da Boullosa (Boullosa, Baltar).

Respecto a la técnica, parece que la propia morfología y litología del soporte forzó el uso del grabado, el cual casi siempre adquiere la modalidad de piqueteado, aunque a veces tenemos hasta bajorrelieves. A nivel temático el repertorio no es muy variado, percibiéndose usualmente un ambiente que nada tiene que ver con lo figurativo. Se suelen distinguir dos grupos: motivos geométricos y naturalistas.

En cuanto a los aspectos interpretativos, desde la Arqueología del Paisaje el estudio de varios conjuntos ha desembocado en conclusiones relevantes. Bradley, Criado y Fábrega detectaron que la situación de los distintos tipos de petroglifos estaba en estrecha relación con la ubicación de los recursos de la zona, luego las grafías señalan el acceso a recursos particulares insertos en un sistema subsistencial en cierta medida itinerante. Villoch ha completado el panorama al demostrar la intervisibilidad de los lugares con cazoletas y los túmulos.

El Grupo de grabados del Tajo-Guadiana siempre ha sido entendido como un ciclo u horizonte artístico muy original, en el que las composiciones están presididas por las figuras geométricas y una escasa presencia de imágenes humanas, las cuales suelen ir acompañadas de diseños zoomorfos. Estas figuras pueden estar realizadas siguiendo diversas preferencias estilísticas. Podemos distinguir los siguientes motivos concretos:

  1. Antropomorfos
  2. Zoomorfos
  3. Esteliformes
  4. Imágenes con base circular – Serían toda una serie de motivos cuyo elemento fundamental es una figura geométrica curva así como círculos simples o complejos.
  5. Otros – Representaciones minoritarias y poco significativas.

Todas estas imágenes surgen en el mismo cauce de los ríos citados y están fabricadas con técnicas de piqueteado, sobre peñas o plataformas horizontales.

BIBLIOGRAFÍA

SANCHIDRIÁN, J.L. (2012): Manual de arte prehistórico. Ed. Planeta S.A., Barcelona. pp. 439-513.

El túmulo de Gavrinis

Cairn de Gavrinis (Morbihan, Bretagne, France)

Exterior del túmulo de Gavrinis (Morbihan, Bretaña, Francia).

Nos encontramos ante un ejemplo perfecto de Arte Megalítico, el túmulo de Gavrinis, en la Bretaña francesa, localizado en la isla de Gavrinis, la cual da nombre al monumento arquitectónico y que se encuentra en el Golfo de Morbihan. Es una pequeña isla de origen granítico que no llega al kilómetro de longitud y apenas tiene 400 metros de anchura, en la que no existe en la actualidad asentamiento de ningún tipo. Su construcción se estima alrededor del 3500 a.C. por lo que estamos ante un monumento prehistórico relativamente “moderno” si se permite dicho calificativo.

El túmulo de Gavrinis tiene un diámetro de 50 metros y una altura máxima de 2 metros, su corredor tiene unos 14 metros de largo y hay dólmenes y losas de todo tipo de tamaño con ideomorfos grabados en U y algún que otro zoomorfo como el gran bóvido de 2 metros de longitud. De las 29 losas que componen el túmula, 23 de ellas están profusamente decoradas con ideomorfos en U, los cuales son los que más nos llaman la atención por su armonía.

Este monumento funerario responde al esquema básico de este tipo de monumentos en la Prehistoria: “una cámara sepulcral precedida de un corredor de acceso, todo cubierto por un túmulo de piedras y tierra” según las palabras del profesor José Luís Sanchidrián. De hecho, los túmulos eran, en un principio, la combinación de tierra y piedras sobre una o varias tumbas que originalmente cubrían el cuerpo o los cuerpos. Poco a poco estos primitivos monumentos funerarios fueron evolucionando hasta encontrar ejemplos como el de Gavrinis, que es un verdadero edificio y no un simple apilamiento de rocas.

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Los primeros pobladores neolíticos de estas zonas se caracterizaban precisamente por este tipo de enterramientos, túmulos con corredores de grandes dimensiones. Si observamos la disposición arquitectónica del túmulo de Gavrinis vemos como existe claramente una técnica de construcción que se refleja perfectamente en su escalonamiento de piedra.

Este tipo de construcciones tan elaboradas nos invita a plantearnos muchas preguntas y a abrir determinados debates. Hay quienes abogan por cuestiones lejos del rigor científico, apuntando a la magia e incluso a seres de otro planeta, cuestiones que desestimaremos rápidamente por muy exóticas e interesantes que puedan resultar para el público general. Pero por otro lado podemos realizarnos la pregunta de por qué este túmulo está situado en una isla deshabitada como Gavrinis ¿sería acaso un lugar de importancia mística para el pueblo? ¿existiría alguna leyenda de fondo que incitase a los pobladores a enterrar a sus fallecidos allí?

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Al margen de la posible atribución mística o legendaria de la pequeña isla, también tendríamos que tener en cuenta que muchos de los túmulos se situaban para reivindicar derechos sobre determinados territorios, lo cual nos llevaría a plantearnos que quizá la isla de Gravrinis fuese el límite de un determinado pueblo. Pero, sin duda, la teoría que más fuerza parece cobrar en este tipo de construcciones es la religiosa; una incipiente religión dotada de ritos, ajuares y dioses propios en la que gracias a los propios ajuares podríamos asegurar que existía una jerarquía social incluso a la hora de dar sepultura a los muertos.

Aunque esta última teoría es la más aceptada respecto a la construcción y uso de túmulos funerarios como el de Gavrinis, no deberíamos dejar de lado el resto de teorías y debatir sobre ellas siempre que tengamos ocasión.

BIBLIOGRAFÍA.

Sanchidrián, J.L. Manual de arte prehistórico. 6ª Edición. Barcelona: Editorial Planeta S.A., 2012.

La arquitectura megalítica y la astronomía

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INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS

El fenómeno del megalitismo prehistórico siempre ha despertado, tanto en investigadores como en espectadores, muchas dudas y un cierto atractivo favorecido por un supuesto desconocimiento general sobre este tipo de arquitectura prehistórica. Ante este fenómeno podemos encontrarnos diversidad de opiniones, desde la más básica y desconocedora que suele calificar a este arte como “piedras” sin prestarle el más mínimo interés, pasando por la investigación científica que utiliza métodos de datación directa como el carbono 14 por acelerador, hasta los populares programas de radio o televisión que se aventuran y arriesgan con argumentos pseudocientíficos que intentan explicar, sin éxito, este tipo de construcciones.

A continuación, y para despejar dudas respecto a la construcción o las funciones de los monumentos megalíticos, se expondrán breves párrafos que ayuden a despejar cualquier duda que pueda surgir al respecto de los mismos, haciendo especial hincapié en la relación de los mismos con la astronomía, lo cual ha llegado incluso a originar una corriente científica llamada arqueoastronomía.

LA ARQUITECTURA MEGALÍTICA

La palabra megalito significa, literalmente, piedra grande en griego y da origen al término megalitismo, con el que hoy día denominamos a las construcciones arquitectónicas prehistóricas basadas en grandes bloques de piedra sin apenas modificaciones en sus formas. Aunque no sean exactamente monumentos megalíticos exentos, las cuevas naturales modificadas se suelen incluir dentro de la categoría de monumentos megalíticos, ya que muchas tenían la misma función funeraria que estos monumentos e incluso coinciden cronológicamente. Además, este término es restrictivo ya que únicamente se ciñe a las construcciones comprendidas entre el Mediterráneo occidental y Europa Atlántica.

Al margen de las múltiples teorías que existen alrededor de la construcción de los megalitos, es más que evidente su función funeraria como lugar de enterramiento colectivo, donde se realizaban sucesivas inhumaciones que fueron erigidos desde el final del Neolítico y durante todo el Calcolítico, entre el IV y el III milenio antes de nuestra era.

La aparición de este tipo de construcciones durante el Neolítico está ligada a la aparición de la agricultura y la ganadería, actividades económicas que cambiaron la forma de vida del ser humano de manera radical, ya que propicia la sedentarización y las comunidades se expanden en número de habitantes. Se abandonan las cavernas para vivir al aire libre y comienza a gestarse una tímida arquitectura, de la cual únicamente nos han llegado los monumentos megalíticos, al estar construidos en piedra. Comienza pues a existir un primitivo pensamiento de propiedad de la tierra y así comienzan también las guerras entre comunidades por los recursos naturales de determinados territorios. La vinculación a la tierra hace que el aparato funerario crezca, no solo en número de enterramientos sino también en la complejidad de sus ritos y, por supuesto, de sus monumentos funerarios.

Pero a ojos de determinadas escuelas e investigadores no todos los monumentos megalíticos ostentaban una función funeraria, otorgándoles funciones rituales, astronómicas o incluso como símbolos de poder político. Estas teorías no están exentas de polémicas y las analizaremos más adelante.

  • Tipos y tipologías

Los monumentos megalíticos están siempre formados por los tipos básicos llamados menhir y dolmen, y a partir de sus diferentes combinaciones podremos hablar de un determinado tipo de monumento megalítico.

Menhir – Es la forma más básica de monumento megalítico, puede incluso a llegar a ser un monumento en sí mismo si se encuentra exento. Se trata de una piedra alargada tallada o en bruto que se coloca de manera vertical con una tercera parte de la misma enterrada en el suelo. Algunos suelen estar grabados, aunque la mayoría se encuentran en bruto y pueden alcanzar grandes alturas. Salvo en Grecia, se encuentran diseminados por toda Europa.

Dolmen – Se trata de una construcción megalítica a base de varias losas colocadas de forma vertical y una última colocada de forma horizontal sobre las verticales, haciendo las veces de “techo”, formando una cámara y siendo un tipo muy primitivo de túmulo. Dependiendo de su grado de elaboración o añadidos dan lugar a otro tipo de construcciones megalíticas como la galería o la tumba de corredor.

Crómlech – Suelen ser grandes complejos circulares de menhires en forma vertical. Sus dimensiones varían entre unos y otros, tanto en diámetro como en altura. Son un tipo de monumento megalítico escaso, con pocos ejemplos y aunque se encuentran casi por toda Europa, son especialmente célebres los de las islas británicas.

Alineamiento – Se trata, valga la redundancia, de un alineamiento de menhires colocados de forma vertical y que pueden conformar una sola línea o varias de ellas. Con notables variaciones en su longitud.

Sepulcro de corredor – Se trata de un sepulcro megalítico formado por una, o varias, cámara sepulcral y un corredor que conduce a la propia cámara, la cual se encuentra claramente diferenciada del corredor. Se encuentran diseminados por casi toda Europa y el norte de África.

Sepulcro de galería – Un sepulcro megalítico que está formado por una única cámara que no se diferencia de la galería o corredor.

Rundgräber – Un tipo de tumba o sepulcro megalítico similar al de corredor que se diferencia en que está compuesto por una única cámara que puede estar al aire libre o cubierta.

  • Interpretaciones sobre sus usos

El carácter funerario de las construcciones megalíticas es más que evidente, se trata, en la mayoría de los casos, de tumbas colectivas dedicadas a la inhumación sucesiva de cadáveres. Pero no son pocos los autores y las escuelas que han querido dar un paso más respecto a los posibles usos que tuvieron antaño estos monumentos. Es lógico pensar que una tumba, en el Neolítico Avanzado y el Calcolítico, también podía mantener unos valores territoriales que intentasen delimitar el territorio ante el incipiente pensamiento de propiedad de la tierra gracias a la sedentarización de los pueblos en base al descubrimiento de la agricultura y la ganadería.

Si nos detenemos en las construcciones básicas de los monumentos megalíticos, podemos ver como en el caso de los menhires se desconocen por completo los supuestos significados rituales y en torno a ellos, en muchos casos, se han ido formando teorías de escaso rigor científico. Lo que sí se sabe con seguridad es que eran, evidentemente, construcciones funerarias ya que sus pies o alrededor de los mismos se han encontrado restos de ajuares o cenizas de origen humano. Algunas teorías afirman que determinados menhires pudieron ser objeto de culto de antepasados o divinidades neolíticas. Con la llegada del cristianismo a Europa, algunos de ellos se tallaron con motivos bíblicos.

En el caso de los dólmenes se sabe con certeza que fueron tumbas colectivas, pero también existe la teoría de que su función pudo ser doble, ya que hubiesen servido también para delimitar un territorio en concreto.

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Cromlech de Oianleku, en Oiartzun (Gipuzkoa). Fuente: http://www.celtiberia.net

Con los crómlech si llegamos a un punto álgido de discusión científica. Como el resto de monumentos megalíticos, su función principal fue la funeraria funcionando como necrópolis. Pero su disposición general ha llevado a que investigadores y divulgadores hayan pensado diferentes teorías respecto a su verdadera función. Muchos piensan que fueron templos, centros rituales o lugares de reunión, teorías que no son del todo descabelladas y son aceptadas por una buena parte de la comunidad científica. Otros autores sostienen teorías astronómicas que no han sido aceptadas del todo por la comunidad científica y que desarrollaremos posteriormente.

Los alineamientos tienen en duda a los investigadores y las teorías sobre sus construcciones son variadas. Muchos sostienen que su función era eminentemente religiosa o ritual mientras que otros argumentan que su función podría ser delimitadora. Existe también una línea de investigación que, al igual que con los crómlech, le otorgan funciones astronómicas.

En general, sin centrarnos en ningún tipo de construcción, se acepta que, al margen de sus funciones funerarias, estos monumentos megalíticos funcionaron como construcciones dedicadas a velar por el equilibrio social o como muestras de poder de un determinado pueblo. A la hora de descubrir o analizar un megalito lo que llama la atención es su gran visibilidad, son monumentos pensados para ser visibles incluso a largas distancias y nunca están camuflados intencionadamente. Además, su localización normalmente coincide con zonas que delimitan territorios, rutas de ganadería transhumante o hitos geográficos, pero siempre en zonas de gran visibilidad.

Algunos conjuntos megalíticos han sido denominados como “templos” ya que algunos investigadores le otorgan a determinados monumentos la función de centro de culto de una religión ya extinta, siendo lugares místicos donde se realizaban numerosos rituales mágicos.

  • Origen del fenómeno

Al intentar explicar los orígenes del megalitismo nos encontramos con multitud de teorías al respecto, muchas de ellas con base científica y aceptadas por la comunidad, y muchas otras más extravagantes que llegan incluso a establecer una conexión con los alienígenas o culturas subterráneas, estas últimas no las vamos a tener en cuenta evidentemente pero merece la pena recalcar que están ahí y son difundas y, a veces, extrañamente aceptadas.

Dentro del amplio abanico sobre las teorías del megalitismo nos centraremos en las dos tesis más importantes y que a la vez están encontradas. Las tesis orientalistas consideran que el origen del megalitismo se encuentra en Oriente y que desde allí, una vez ha perdido la exclusividad, se extiende hacia Occidente a través del comercio mediterráneo. Según las tesis orientalistas su origen puede venir desde Egipto, basándose en las mastabas; desde las Cícladas, basándose en el megaron; o desde Creta, inspirándose de manera básica en los tholoi.

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Dolmen de Menga, en Antequera (Málaga).

Las tesis que abogan por un origen occidental están íntimamente ligadas al evolucionismo, y consideran que los monumentos megalíticos fueron una compleja evolución desde simples enterramientos con rocas. Investigadores cono Aberg o Vasconcelos consideraron que el origen podía estar en Portugal, y las dataciones gracias al carbono 14 han demostrado que las construcciones más antiguas son efectivamente las portuguesas, seguidas de las de las islas británicas por lo que podríamos estar ante un fenómeno de origen atlántico.

  • El proceso de construcción

Para comprender un monumento megalítico es necesario conocer su proceso de construcción, ya que no son pocas las teorías, carentes de rigor científico, que aluden a fenómenos paranormales o seres de otro planeta para justificar la construcción de dichos monumentos.

El primer paso en la construcción de un megalito, entiéndase como monumento, es la elección del lugar donde se va a emplazar el monumento, normalmente en lugares a la vista y donde el megalito pueda destacar por encima del resto de elementos del paisajes u otras construcciones. Posteriormente se eligen los bloques de piedra de una cantera cercana.

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Una vez elegidos los menhires se delimita el espacio donde se van a ubicar y se prepara el terreno alisándolo. Antes de la construcción se inicia una hoguera ritual que tendría una connotación fundacional, similar a cuando hoy día se ubica la primera piedra en una gran construcción, esto es algo que sabemos gracias a las dataciones de carbono 14.

Lo siguiente era la construcción de la cámara funeraria o el menhir exento. Para ello se arrastraba el menhir en posición horizontal hasta uno de los huecos previamente excavados, cuando el menhir llegaba al hueco caía y se quedaba de manera semi-vertical, por lo que los constructores comenzaban a rellenar los huecos para dejarlo completamente vertical. Si se tratase de un menhir, el proceso constructivo terminaría aquí, pero si hablamos de un dolmen el proceso seguiría.

En el caso del dolmen, se arrastraría otro menhir de manera horizontal hasta repetir el mismo proceso anterior y dejar dos menhires alineados. A partir de este momento, los constructores rellenarían de tierra ambas caras exteriores de los menhires, dejando un pasillo entre ellos, creando una especie de rampa en el exterior. Por dicha rampa subirían el tercer menhir hasta situarlo sobre los dos verticales de forma horizontal, creando así el monumento funerario.

Este es el proceso básico de construcción de un menhir o un dolmen, pero en el caso de una cámara funeraria con una galería o corredor previo el sistema sería muy similar, aunque con una mayor complejidad arquitectónica como es evidente.

EL MEGALITISMO Y LA ASTRONOMÍA

El ser humano, de manera general, siempre ha sentido una especial atracción por el cielo y sus astros, para el hombre primitivo el cielo guardaba grandes misterios y comenzaron a otorgársele un sentido místico al mismo, intentando explicar fenómenos naturales a través de los cuerpos celestes, intentando encontrar una respuesta a fenómenos incomprensibles.

El estudio de los astros solucionó muchos de los problemas de subsistencia de los primeros pueblos y civilizaciones gracias a establecer con relativa precisión los intervalos idóneos para la siembra y recogida de cosechas o para iniciar largos viajes. Desde algo tan básico como observar el ciclo del día y la noche hasta llegar a predecir el ciclo de las estaciones, y adaptarse a ellas. Así pues, gracias estos primitivos estudios de los cuerpos celestes y el cielo, los cuales favorecían directamente a las comunidades, comenzó a establecer un halo místico alrededor del estudio de los cielos. Se comenzó entonces una adoración al “dios sol” o “diosa luna” en algunas comunidades.

Según algunos investigadores, muchos de los monumentos megalíticos están íntimamente ligados con la astronomía, siendo quizá el ejemplo más famoso el Stonehenge de Whiltshire, en las islas británicas. Pero el fenómeno megalítico abarca desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, y su dispersión geográfica en Europa es muy amplia también, por lo que sería un error centrarnos en un único ejemplo.

Lo más común respecto al estudio de la relación de los megalitos con la astronomía, también llamado arqueoastronomía, es otorgarles el papel de observatorios megalíticos usados con el fin de predecir eclipses o establecer hitos astronómicos como la aparición de una estrella, lo cual, en principio, serviría para fijar un supuesto calendario. Estas teorías, en la actualidad, no gozan de un gran respaldo dentro de la comunidad científica.

La arqueoastronomía se define como una “ciencia” a caballo entre la arqueología del paisaje, la prehistoria, la antropología y la astronomía. Los arqueoastrónomos llevan décadas estudiando la posición y la orientación de las construcciones megalíticas, intentando establecer un patrón común, al menos dentro de una misma cultura. Es cierto que en muchos casos estas orientaciones coinciden dentro de una misma cultura y se explican con la salida o la puesta del sol en momentos especiales del año, por ejemplo en El Alentejo (Portugal), donde los megalitos están orientados hacia el este.

Respecto al famoso Stonehenge, muchos divulgadores afirman que fue un observatorio, que servía para predecir fenómenos naturales, eclipses, estrellas fugaces y otras teorías relacionadas con la magia. Todo esto, evidentemente, es falso. Lo que sí es cierto es que el eje principal de este crómlech está orientado hacia la salida del sol en el solsticio de verano. O visto desde el lado contrario, hacia la puesta de sol en el solsticio de invierno. Más que como observatorio, la teoría que cobra más fuerza sobre el Stonehenge, aparte de la funeraria, es que fuese un centro ritual en el que la salida o la puesta de sol tenía un papel importante.

Como vemos, los monumentos megalíticos sí que están relacionados con la astronomía, pero no desde el punto de vista que se viene divulgando en las últimas dos décadas, y sobre todo en los últimos años, donde las redes sociales y las, cada vez más abundantes, “teorías de la conspiración” desechan y defenestran rápidamente la relación de estos monumentos con el cielo y sus astros.

BREVE CRONOLOGÍA

Como ocurre en muchos otros campos de la prehistoria y el arte prehistórico, la cronología sobre los monumentos megalíticos o su origen no deja de estar exenta de polémica y debates tampoco.

Hay una rama de investigadores que aseguran que los primeros monumentos megalíticos aparecieron en el Neolítico Inicial, entre los años 4800 y 3500 a.C., esto es algo que podríamos corroborar con los dólmenes de Carrowmore (Irlanda), los cuales están fechados entre los años 3700 y 2900 a.C. Sin embargo, otras teorías aseguran que las primeras manifestaciones megalíticas se dan entre los años 3000 y 1700 a.C., a finales del Neolítico, pero es algo que no coinciden con el famoso Stonehenge (Inglaterra), cuya piedra más antigua ha sido datada sobre el 3100 a.C.

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Stonehenge, en Amesbury (Whiltshire, Inglaterra).

Siguiendo con la línea que sitúa el nacimiento del megalitismo en el Neolítico Inicial, esta asegura que es en el Neolítico Medio cuando se generalizan los crómlechs en en Europa así como los sepulcros de corredor.

En la fase final del Neolítico y comienzos del Bronce, encontramos el ocaso de los monumentos megalíticos primitivos, dando paso a una evolución depurada de los mismos, gracias a la generalización de la metalurgia, con ejemplos como la arquitectura ciclópea o El Argar (Almería).

ALGUNOS EJEMPLOS

A modo de ejemplo, respecto a la información anteriormente aportada, se citarán a continuación una selección de monumentos megalíticos y una breve descripción sobre los mismos con el fin de apoyar los diversos argumentos.

Dolmen de Viera (Antequera, España) – Se trata de un dolmen de 20 metros de longitud, 1,80 metros de ancho y 2,10 metros de altura. No se sabe con exactitud su fecha de construcción y hay diversidad de opiniones pero se estima que en torno al 2400 a.C. Se trata un buen ejemplo de sepulcro corredor cubierto por un túmulo de arcilla con una gran cámara funeraria.

Dolmen de Menga (Antequera, España) – Mide 25 metros de longitud, 5 metros de ancho y 4 metros de algo, siendo considerablemente más espacioso que su “hermano” de Viera. Es un perfecto ejemplo de sepulcro de galería ya que su cámara funeraria apenas se distingue del corredor. Se estima que fue construido en torno al 2500 a.C.

Dolmen de El Romeral (Antequera, España) – Es otro gran ejemplo de sepulcro de corredor ya que tiene su cámara funeraria bien diferenciada, sobre todo destaca su falsa cúpula. Se estima su construcción en el 1800 a.C.

Menhir de Champ-Dolent (Dol-de-Bretagne, Francia) – Es un buen ejemplo de menhir exento de grandes dimensiones ya que tiene 9,5 metros de altura, casi 9 de circunferencia y su peso se estima en unas 150 toneladas.

Stonehenge (Wiltshire, Inglaterra) – Es el ejemplo más célebre de crómlech que existe en la actualidad y prácticamente un icono de la cultura megalítica. Es una agrupación de 32 menhires formando cuatro círculos concéntricos con 104m de diámetro. Su construcción se fecha en torno al 2500 a.C. pero la piedra más antigua hallada data del año 3100 a.C.

Alineamientos de Carnac (Carnac, Francia) – Es el alineamiento de menhires más famoso del mundo y también el más extenso de todos. Está formado por cuatro alineamientos: Le Ménec, Kermario, Kerlescan y Le Petit Ménec. Le Ménec tiene 1099 menhires en 11 hileras con una anchura de 100 metros y una longitud de 1200 metros. Kermario tiene 982 menhires en 10 hileras con 1200 metros de longitud también. Kerlescan tiene 540 menhires organizados en 13 hileras con 139 metros de ancho y 880 metros de longitud. Y, por último, Le Petit Ménec únicamente consta de 100 menhires. Se calcula que fueron construidos entre los milenios V y III a.C.

CONCLUSIONES GENERALES

Como hemos podido observar a lo largo del trabajo, el fenómeno de la arquitectura megalítica es sumamente particular y por su propia naturaleza puede dar lugar a múltiples interpretaciones, muchas de ellas carentes de rigor científico y basadas en supuestos que no se sustentan sobre ninguna teoría aceptada por la comunidad.

Sin embargo hemos podido apreciar también como existen aun debates abiertos en torno a la cronología o supuestas funciones de estas magnas construcciones prehistóricas, debates, muchos de ellos, que invitan a seguir investigando sobre ellos en una u otra postura y cuyos supuestos resultan de sumo interés para la arqueología, la prehistoria y la antropología.

BIBLIOGRAFÍA

SANCHIDRIÁN, J.L. (2012): Manual de arte prehistórico. Ed. Planeta S.A., Barcelona.

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UNIVERSIDAD DE SEVILLA, ENCICLOPEDIA, Megalitismo. [Consulta 18-08-2015]. Disponible en: http://enciclopedia.us.es/index.php/Megalitismo

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WIKIPEDIA, Alineamientos de Carnac. [Consulta 21-08-2015]. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Alineamientos_de_Carnac