La expansión colonial entre 1876 y 1914

Para hacer un balance de la expansión colonial entre finales del siglo XIX y comienzos del XX vamos a hacer uso de la presente tabla, incluida en la página 196 del manual Historia del capitalismo de 1500 a nuestros días de Michel Beaud. Dicha tabla se encuentra dividida en varios apartados de manera vertical. Por un lado nos encontramos con un bloque que engloba a las colonias con dos fechas 1876 y 1914, cada una a su vez divididas en superficie y población. Por otro lado tenemos un bloque que hace referencia a las Metrópolis, con una sola fecha que se divide en superficie y población. De manera horizontal encontramos, en un primer bloque, los siguientes países: Gran Bretaña, Rusia, Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón. Y en otro bloque el total de las seis grandes potencias anteriormente citadas y las colonias de pequeños estados, como Bélgica, Holanda, España…

Estamos pues ante una tabla que intenta mostrar, de manera esquemática, la relación de la superficie en millones de km2 y la población en las colonias y en las metrópolis, intentando mostrar el aumento de las colonias por parte de las seis grandes potencias.

Podemos apreciar como en 1876, Gran Bretaña tenía una superficie, en sus colonias, de 22,5 millones de km2  y una población de 251,9 millones de habitantes. Sin embargo, en 1914, poco antes de la Primera Guerra Mundial, su superficie en las colonias ha aumentado significativamente y está en torno a los 33,5 millones de km2 con una población de 393,5 millones de habitantes, lo cual choca con la superficie de la metrópolis británica de 0,3 millones de km2 y una población de 46,5 millones de habitantes. En este caso vemos una relación colonia-metrópolis muy descompensada, con una superficie muchísimo mayor y mayor número de habitantes en las colonias, lo cual puede deberse a las colonias de la India o las de África.

En el caso de Rusia vemos como en 1876 la superficie de sus colonias era de 17 millones de km2 y la población era de 15,9 millones de habitantes.. En 1914 Rusia solo aumenta en 0,4 millones de km2 respecto a 1876 la extensión de sus colonias, sin embargo prácticamente duplica los datos anteriores con la población colonial, situada en 33,2 millones de habitantes. En esta misma fecha, la extensión de la metrópolis rusa es de 5,4 millones de km2 y la población es de 136,2 millones de habitantes. Vemos un caso radicalmente diferente al de Gran Bretaña ya que Rusia poseía una metrópolis mucho mayor en un inicio y, en ningún caso, sus colonias llegaron nunca a superar los habitantes de la metrópolis. El aumento de habitantes puede deberse a repoblaciones o mejoras en la calidad de vida.

Francia en 1876 tenía una superficie colonial de 0,9 millones de km2 con una población de 6 millones de habitantes. En 1914 la superficie aumentó considerablemente en 10,6 millones de km2 y una población colonial de 55,5 millones de habitantes. Su metrópolis en 1914 tenía una superficie de 0,5 millones de km2 y una población de 39,6 millones de habitantes. Como podemos ver Francia, al igual que Gran Bretaña, aumenta su poderío colonial considerablemente entre 1876 y 1914, esto es sobre todo gracias a sus colonias en África e Indochina, convirtiéndose en la segunda potencia colonial del momento, no en extensión pero sí en número de habitantes y poderío comercial.

Alemania carece de datos en 1876 ya que era un país que acababa de unificarse pero, en 1914, poco antes de la Primera Guerra Mundial, poseía una superficie colonial de 2,9 millones de km2 y 12,3 millones de habitantes, mientras que su metrópolis tenía una extensión de 0,5 millones de km2 -similar a la de Francia- y una población de 64,9 millones de habitantes. Alemania entró tarde, por su naturaleza como Estado, en la carrera colonial, pero eso no fue un problema para expandirse rápidamente en pocos años por territorios como África. Aun así, era la potencia europea con más habitantes por km2 en su metrópolis y su economía nunca dependió exclusivamente de las colonias, contando con una fuerte industria en territorio nacional.

Estados Unidos se encontraba inmerso en la “Conquista del Oeste”, creando un país, mientras las potencias europeas colonizaban los continentes por lo que fue otro país que entró tarde en la carrera colonial. Su gran extensión como país, en 1914, con 9,4 millones de km2 choca con sus 0,3 millones de km2 de superficie colonial y sus 9,7 millones de habitantes. Esto se debe a que gran parte de la colonización de Estados Unidos se dio en islas del Pacífico.

Japón, nueva potencia al final del siglo XIX, tenía una extensión de 0,4 millones de km2 en 1914 y una población de 53 millones de habitantes. Su superficie colonial era de 0,3 millones de km2 y 19,2 millones de habitantes, esto se debe a que, al igual que Estados Unidos, la colonización japonesa se dio básicamente en islas del Océano Pacífico y otros territorios menores. No sería hasta la década de los años 30 del siglo XX cuando Japón alcanzara su mayor expansión territorial.

Como hemos podido apreciar en esta tabla, en 1914 seis potencias controlaban una superficie de 65 millones de km2 con 523,4 millones de habitantes, mientras que otras potencias coloniales menores “únicamente” controlaban 9,9 millones de km2 y 45,3 millones de habitantes -menos población que la autóctona japonesa-. La carrera colonial fue un fenómeno decisivo que tuvo unos protagonistas indiscutibles, fueron estas mismas potencias las que poco después lucharían, tanto en sus territorios como en sus colonias, en dos ejes durante la Primera Guerra Mundial. La desaparición de este sistema, en parte, no se daría hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

BIBLIOGRAFÍA.

BEAUD, M. Historia del capitalismo de 1500 a nuestros días. 1ª Edición. Barcelona: Ariel, 1984. pp. 196.

ECHEGARAY PASCUA, E. Historia económica española y mundial. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012. pp. 93-113.

El consumo de carbón y su relación con el avance tecnológico durante los siglos XIX y XX

Para ver la relación entre el consumo de carbón por habitantes y el avance tecnológico de determinados países vamos a usar el presente gráfico, incluido entre las páginas 418 y 419 del manual Historia Económica de Europa de Carlo María Cipolla. Está dividido horizontalmente en nueve bloques fundamentales que hacen referencia a periodos concretos del siglo XIX y comienzos del XX. Los años que abarcan estos nueve bloques van desde 1825 hasta 1914 como bien se ve en el título del gráfico. Dentro de cada periodo se encuentran cinco columnas que hacen referencia a un país europeo en concreto: Francia, Alemania, Italia, Rusia y España, los cuales tienen la columna personalizada en base a la leyenda que encontramos debajo de la tabla. De manera vertical encontramos un valor que va del 0 al 80 y que es el porcentaje de consumo, de cada país anteriormente citado, respecto de Gran Bretaña.

Como vemos, esta tabla hace referencia, sin lugar a dudas a la industrialización de Europa cuyo corazón energético, en el momento, era el carbón. Se compara al resto de países con Gran Bretaña, país que estaba a la cabeza de la industrialización mundial, no solo europea, aunque con los años países como Estados Unidos le irían a la zaga, aunque el gráfico se refiere solo a Europa.

En el primer periodo, que abarca de 1825 a 1834, podemos apreciar como únicamente aparecen dos países en el gráfico: Francia, cuyo consumo de carbón respecto a Gran Bretaña es de un 10%, y Alemania cuyo consumo estaría situado entre un 7-8% respecto a Gran Bretaña. Estos primeros síntomas de industrialización serían claves que marcarían el poderío económico de ambos países en los años venideros.

En el segundo periodo, de 1835 a 1844, vemos como el consumo de carbón de Francia se duplica y supone un 20% respecto al de Gran Bretaña. En el caso de Alemania este consumo de carbón aumenta hasta un 10% aproximadamente.

El tercer periodo abarca desde 1845 hasta 1954, en este vemos como la columna de consumo de carbón respecto a GB de Francia ha aumentado hasta un 30% aproximadamente, mientras que la de Alemania se sitúa en torno al 12%. El aumento del consumo en Francia, desde 1825 hasta 1854 es muy significativo, sin embargo Alemania aun anda con pies de plomo, con un aumento moderado, lo cual puede deberse a que aun no se trataba de un país unificado. Como también podemos apreciar en estos tres periodos -de 1825 a 1854- aun no han hecho acto de presencia Italia, Rusia o España, y esto se debe a que en el primer círculo de difusión de la industrialización no se encontraban estos países, pero sí Francia y Alemania. Además, también podemos asegurar que estamos ante el primer ciclo de difusión de la industrialización, el segundo se iniciará con la entrada de Italia, Rusia y España, y con la igualación, en un primer momento, de los consumos de Francia y Alemania.

En el cuarto periodo, de 1855 a 1864, vemos como Francia aumenta su consumo casi un 10% más, Alemania llega al 20% respecto a Gran Bretaña, y entran en escena Italia con apenas un 1% y España en torno al 3%. Estos países mediterráneos, a pesar de entrar en esta época en el círculo industrial, no llegarán nunca a convertirse en potencias industriales.

En el quinto periodo, de 1865 a 1874, vemos como los consumos -respecto a Gran Bretaña- de Francia y Alemania se igualan, ambos países se sitúan en torno a un 30%. La caída de Francia puede deberse, sobre todo, a la derrota en la Guerra Francoprusiana (1870-1871) que enfrentó a Francia y Alemania, saliendo esta última victoriosa. El aumento de Alemania no solo puede deberse a la victoria en la guerra sino también a su unificación en 1871. España e Italia se mantienen estancadas durante este periodo, y entra Rusia en escena con un 1% respecto a Gran Bretaña, el cual puede deberse a los logros alcanzados en el ferrocarril, el cual conectaba zonas productoras con zonas consumidoras.

En el sexto, séptimo y octavo periodo se entra ya en el segundo ciclo de difusión de la industrialización. Vemos un ascenso imparable de Alemania, la cual llega a colocarse casi al mismo nivel de consumo que Gran Bretaña entre 1905 y 1914. Vemos también como, tras un estancamiento, Francia aumenta un poco su consumo de carbón pero no llegaría a los niveles de 1855. Italia, Rusia y España también aumentan su consumo, estando España a la cabeza de estos últimos. El aumento del consumo del carbón en Europa es un claro síntoma de industrialización, y en el segundo ciclo es aun más acusado, llegando a unos niveles muy altos a las puertas de la Primera Guerra Mundial.

BIBLIOGRAFÍA.

ECHEGARAY PASCUA, E. Historia económica española y mundial. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012. pp. 93-113.

MARIA CIPOLLA, C. Historia económica de Europa. 3ª Edición. Barcelona: Editorial Crítica, 2002. pp. 418-419.

El incremento de población y el avance tecnológico desde el siglo XVIII al XX

 

Para estudiar la relación entre el avance tecnológico y el incremento de población desde el siglo XVIII al XX vamos a utilizar la tabla 4, que podemos encontrar en la Unidad 4, en la página 102, del manual titulado Historia económica española y mundial de la profesora de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) Esther Pascua Echegaray. Dicha tabla se titula «Porcentajes de incremento de población por periodos» y está dividida en 4 bloques fundamentales, el primero de ellos se refiere a un determinado ratio de años en concreto, los cuales van desde el año 1700 hasta 1900, dando cuatro saltos de 50 en 50 años. Los bloques siguientes hacen referencia a cuatro países: Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia. En el bloque de cada país, y en relación al periodo de años, aparecen una serie de porcentajes en relación al incremento de población sobre el total de cada uno de los países que aparecen en la tabla. Con esta sencilla tabla se puede hacer un análisis, general, sobre cómo afectó la industrialización a cada uno de esos países, o cómo procesos de unificación como el de Alemania o Italia afectaron, en buena medida, al desarrollo industrial y demográfico de cada país. Es importante tanto para analizar el desarrollo de cada país durante los años recogidos en la tabla como para analizar el futuro de dichos países en conflictos como, por ejemplo, la Primera Guerra Mundial.

Esta tabla es un perfecto ejemplo del cambio de ciclo demográfico, del ciclo demográfico antiguo al ciclo demográfico moderno, con la inevitable transición demográfica entre ambos ciclos. El ciclo demográfico antiguo se caracterizaba por una elevada natalidad, una elevada mortalidad, elevada mortalidad infantil y baja esperanza de vida situada en torno a los 25 años, lo cual no quiere decir, evidentemente, que las personas muriesen con 25 años. El ciclo demográfico moderno se caracteriza por una baja natalidad, baja mortalidad, baja mortalidad infantil y mayor esperanza de vida. Pero entre ambos ciclos existe un fenómeno que ya hemos nombrado, la transición demográfica, la cual se caracteriza por alta natalidad y baja mortalidad en su primera fase, y una baja natalidad y baja mortalidad en su segunda fase. Así pues, en la primera fase hay una gran crecimiento de la población y en la segunda este crecimiento se estanca.

En la tabla también podemos apreciar, en Gran Bretaña, como se va produciendo un aumento importante de la población entre los años 1750 y 1850, esto es debido a que el país en ese periodo se encontraba en el periodo de transición demográfica, sobre todo el periodo que va de 1750 a 1800, luego en el que va de 1800 a 1850 el crecimiento se estanca y a mediados del siglo XIX comienza a decaer. Gran Bretaña, entre 1700 y 1900, aumenta su población de una manera descomunal, influida, por supuesto, por su gran desarrollo industrial y ser la cuna de la Revolución Industrial, siendo el baluarte mundial de la industrialización. También influyeron otros aspectos como la colonización, su victoria en la guerra contra Francia o la estabilidad social a pesar de la baja calidad de vida en los suburbios industriales.

En el caso de Francia ocurre algo diferente al de Gran Bretaña, vemos como en el periodo de 1700 a 1750 se encuentra con un incremento de población característico del ciclo demográfico antiguo y no es hasta el periodo entre 1800 y 1850 cuando sufre un aumento para rápidamente decaer a mediados del siglo XIX. Esto se debe, sobre todo, a los conflictos sociales y las constantes revoluciones que se dieron en Francia durante el siglo XIX, y la miseria que los conflictos trajeron. Así pues podríamos considerar que Francia, debido a su condición, se encontraba muy por detrás de Gran Bretaña, no solo demográficamente sino también industrialmente.

Alemania fue la gran rival industrial de Gran Bretaña junto con Estados Unidos, el país alcanza su periodo de transición demográfica entre los años 1750 y 1850, estancándose en este último y comenzando el siglo XX con un alto porcentaje de crecimiento pero inferior a Gran Bretaña. La industrialización de Alemania, su unificación así como sus victorias contra Francia son indicativos de su crecimiento demográfico.

Por último, en el caso de Italia, vemos que su crecimiento demográfico es más moderado que el de Gran Bretaña o Alemania, a pesar de su unificación, Italia no alcanzó el desarrollo industrial de los citados países, salvo en el norte del país. Podríamos considerar que Italia, a comienzos del siglo XX aun podría encontrarse en la fase de transición demográfica, no llegando hasta más tarde a considerarse un país con un ciclo demográfico moderno.

Así pues, hemos visto como Gran Bretaña, seguida de cerca por Alemania, se encontraba a la cabeza de la Revolución Industrial, tanto a nivel europeo como mundial. En la tabla no aparece Estados Unidos, el Imperio Austrohúngaro o Rusia, aunque sería interesante analizarlos también para comprender mejor la incidencia de dichos países en conflictos tan importantes como la Primera Guerra Mundial o en procesos tan determinantes como la colonización de África y Asia.

BIBLIOGRAFÍA.

ECHEGARAY PASCUA, E. Historia económica española y mundial. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012. pp: 93-113.

La Transición española como modelo para la Reunificación alemana (y su cobertura mediática)

La siguiente entrada es una transcripción literal -adaptada al blog- de mi trabajo de fin de carrera para la Universidad a Distancia de Madrid. En él se abordan multitud de temas, siendo una lectura densa que se escapa de los márgenes de un blog; sin embargo, podría ser de utilidad o interés gracias a la gran cantidad de información y fuentes utilizadas en la realización del mismo – Emmanuel González Fernández.

LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA COMO MODELO PARA LA REUNIFICACIÓN ALEMANA Y SU COBERTURA MEDIÁTICA
Bajo la dirección de: Álvaro de Diego González.
SEVILLA
Enero 2016

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Era una sociedad completamente nueva la que construíamos. Queríamos darle a los hombres lo mejor para el día de hoy y asegurarles un futuro feliz. El socialismo era protección. En él no reinaban el dinero ni el miedo al mañana. Esto y más eran parte del gran intento de construir una sociedad socialista en suelo alemán, en un país dividido y con un elevado desarrollo industrial, en un país destruido por bombas y granadas, con hombres de diferentes visiones y experiencias y que luchaban por erigir una nueva sociedad” – Erich Honecker

El presente trabajo, realizado entre los meses de octubre de 2015 y enero de 2016, es un estudio sobre las transiciones democráticas en España y Alemania, estableciéndose como hipótesis inicial una cierta inspiración entre ambos procesos. Igualmente, el trabajo aborda la recepción doméstica de la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989, así como la cobertura que realizaron determinados medios sobre el suceso.

  • INTRODUCCIÓN

Este trabajo se centra en el derrumbe de la República Democrática Alemana a finales de los años ochenta del siglo XX a raíz de la famosa caída del Muro de Berlín. A raíz de esta premisa el trabajo toma dos direcciones muy claras; por un lado comparar la Transición española con el proceso de reunificación en Alemania; y por otro lado, analizar la recepción doméstica del suceso en España a través de una serie de cabeceras de prensa.

En los últimos años el interés por la República Democrática Alemana ha ido en aumento. Tras la caída de los principales sistemas socialistas en el mundo, el miedo a estudiar y disertar sobre las extintas repúblicas socialistas se ha ido perdiendo paulatinamente. Celebrar la caída del Muro de Berlín se hizo incluso en noviembre de 1990, siempre con respeto y algo de incertidumbre, incluso avanzados los años 90. Sin embargo, en noviembre de 2014, celebrando el 25 aniversario del inicio del derrumbe de la RDA, existiendo en Alemania un gobierno conservador totalmente consolidado, tanto a nivel nacional como internacional, el aniversario no sólo se centró en celebrar la reunificación de los alemanes sino que adquirió marcados tintes políticos por parte de la prensa y dirigentes políticos. Así pues, publicaciones como El Tiempo aseguraba que el desplome del Muro de Berlín en noviembre de 1989 es el suceso más feliz de la historia de Alemania en el siglo XX, ya que la RDA era un territorio aislado del mundo. Las duras declaraciones de la canciller alemana Angela Merkel en el 25 aniversario de la caída expresaban su repulsa hacia el régimen socialista oriental:

La RDA fue un Estado dictatorial que pasó por alto y pisoteó los derechos humanos de sus ciudadanos. Celebrar su desaparición es parte integral de nuestro gran regocijo como nación unidad y democrática. Vigilar que nunca más vuelva a suceder es nuestra tarea como sociedad libre” – Angela Merkel

Sin embargo, incluso un cuarto de siglo después, una parte de los alemanes no se sienten tan unidos como promulgan políticos y prensa, puesto que los occidentales consideran a los orientales como “desconfiados, descontentos y demasiado dependientes del Estado” y los orientales dicen que los occidentales son “arrogantes, soberbios y ambiciosos”.

Fuera de Alemania, la caída del muro de Berlín prácticamente no se nombra más allá que en debates o ponencias. El resto del mundo parece haber olvidado qué era la República Democrática Alemana, qué supuso la caída de ese Estado en el terreno de la geopolítica e, incluso, cómo afectó a sus bolsillos. Sin embargo, el derrumbe del muro el 9 de noviembre de 1989 y la posterior reunificación de Alemania ha sido algo tratado extensamente por parte de economistas, juristas, historiadores y periodistas. El impacto del suceso fue cubierto excepcionalmente por la prensa occidental, y en el caso de España, un país en el que la democracia estaba ya más que asentada, comenzaron a surgir debates en torno al importante suceso.

Rápidamente especialistas y politólogos de renombre comenzaron a introducir al Estado español en la ecuación alemana. Aún sin saberlo, España se convertiría también en una de las protagonistas de la reunificación de Alemania, no sólo por el tremendo coste económico que supuso para los países del sur de Europa este suceso, sino también por su modelo pacífico y consensuado de transición democrática en la segunda mitad de los años setenta del siglo XX. Aún a día de hoy se sigue especulando sobre la importancia del sistema democrático español respecto a las caídas de regímenes como el polaco, el rumano o el alemán del este. Alemania y España vivieron en el último tramo del siglo XX procesos de convergencia democrática, económica y social. Ambos países llevaban, prácticamente, desde los años cuarenta del siglo XX sujetos a sistemas dictatoriales en los que el control de la información, la propaganda, la doctrina de partido único y la economía planificada regían sus designios.

  • OBJETIVOS E HIPÓTESIS 

La hipótesis de este trabajo es que realmente existe una conexión entre la Transición española y el modelo de Reunificación alemana, es decir, que el modelo democrático español sirvió como ejemplo para Alemania a raíz de la caída del Muro de Berlín a finales de 1989. Los objetivos que se plantean son los que se indican a continuación:

  1. Analizar los puntos en común en la transición democrática de ambos países, a pesar de presentar dos modelos completamente opuestos.
    Es posible que la Transición española pudiese haber influido positivamente en el proceso democrático y reunificador de las dos Alemanias a través de la teoría del “efecto bola de nieve”. Para ello se utilizarán los libros La Tercera Ola. La democratización a finales del siglo XX , de Samuel P. Huntington, Unificación alemana y convergencia española, de Hans Peter Nissen, José María O’Kean y Antonio Santisteban, La Transición española y la democracia, de Javier Pradera, y La Transición a la democracia en España, edición de Manuel Redero San Román.
  2. Analizar la cobertura y recepción de la caída de la RDA por parte de la prensa española, la incidencia del suceso desde la óptica doméstica de España.
    Averiguar si hubo o no una visión sesgada del evento por parte de la prensa, si se intentó restar importancia al hecho para no alarmar a la población o, por el contrario, hubo una cobertura objetiva y adecuada. Para ello se utilizaran una serie de cabeceras escogidas entre los meses de noviembre y diciembre de 1989 de los periódicos La Vanguardia y ABC.
  3. Evaluar el cómputo de lo anterior, realizando un análisis objetivo de lo estudiado para emitir un veredicto imparcial sobre las similitudes entre las transiciones hacia la democracia en ambos países en la segunda mitad del siglo XX.
  • METODOLOGÍA

Revisión bibliográfica

Se ha realizado una revisión bibliográfica de diferente documentación relacionada con el derrumbe de la República Democrática Alemana, el proceso de reunificación de Alemania y la Transición española. Esta documentación incluye artículos de prensa, libros y publicaciones de especialistas. Igualmente, para datos básicos como fechas, personajes o lugares, se han utilizado multitud de recursos disponibles en línea previamente contrastados. También han resultado de gran utilidad los contenidos en línea como vídeos o informativos completos, en especial los de Televisión Española. Esta revisión bibliográfica ha permitido localizar y comprender los principales aspectos en torno a la Transición española, el derrumbe de la RDA, la reunificación alemana y el impacto de esta sobre los españoles a través de la prensa.

Estudio de cabeceras

Como se menciona en los objetivos de este trabajo, son dos cabeceras las principales que se van a analizar. Se analizará, principalmente, la claridad de la información, el uso del lenguaje empleado y los datos ofrecidos en las mismas. También se estudiarán las posibles consecuencias o visiones que cada una de ellas quería transmitir al receptor.

Para obtener información sobre estas cabeceras se ha recurrido, esencialmente, a las hemerotecas online que tienen disponibles tanto La Vanguardia como el ABC. También se han situado, espaciotemporalmente, dichas cabeceras gracias a multitud de recursos en línea o información contenida en manuales.

  • ALCANCE E INTERÉS

El interés de este tema radica, principalmente, en considerar el modelo de transición democrático español como un referente no únicamente para regímenes autoritarios sino también para sistemas totalitarios, como era el caso de Alemania oriental. Además, otorgar la importancia que merece este proceso y que, a la hora de estudiar o debatir sobre él no nos ciñamos exclusivamente al territorio que, en la actualidad, comprende España, demostrando que la influencia del mismo no culmina en 1982 con la victoria de un partido socialista en el país. Por lo tanto, resulta interesante analizar en qué contexto se da la Transición española y en qué contexto se produce la Reunificación alemana.

  • BREVE HISTORIA DE LAS DOS ALEMANIAS

La historia de los territorios que hoy conforman Alemania es extensa, rica y convulsa. En el tema que vamos a tratar no es necesario remontarse muy atrás para encontrar las causas que originaron la división de Alemania en dos partes, a pesar de que Carlomagno, los sajones y la casa Hohenstaufen, bien merecen unas líneas en cualquier estudio sobre el país. Sin embargo, es necesario remontarse a la que fue la verdadera unificación de Alemania para comprender mejor un término, a veces, mal empleado por los especialistas.

Tras las guerras napoleónicas y el ‘Zollverein’, todo ello aderezado con el romanticismo y el nacionalismo alemán de fondo, la Revolución de 1848 en Berlín comenzaba a fraguar el proceso de unificación. Una serie de desacuerdos entre Austria y Prusia, y luego entre Francia y Prusia, causaron que Austria dejase plena independencia a Prusia en sus aspectos políticos, y que Guillermo I fuese proclamado ‘káiser’ -emperador- de Alemania en enero de 1871.

El nombramiento de Guillermo I como ‘káiser’ dio lugar al Imperio Alemán, también llamado II Reich, alcanzándose de un modo particular el objetivo principal de la Revolución de 1848: la unificación de Alemania, aunque sin las tan demandadas pretensiones liberales que motivaron también dicha revuelta. El aparato político y militar de la nueva Alemania comenzó a funcionar en plena carrera colonial; Alemania ganó territorios, prestigio y relevancia política tanto en Europa como fuera de ella. Todo este auge colonial y militar alemán, junto con una serie de desavenencias entre las potencias coloniales originaron el estallido de la Primera Guerra Mundial, la cual se saldó con 2.567.000 muertos en Alemania, el fin del II Reich, la imposición del Tratado de Versalles y la instauración de la República de Weimar.

Alemania era la gran perdedora de la Primera Guerra Mundial y la aceptación de lo dispuesto en Versalles sería uno de los puntos débiles de la república. El pueblo alemán no hizo análisis de conciencia sobre su culpabilidad bélica, de hecho ocurrió todo lo contrario, ya que los alemanes se consideraban inocentes y traicionados. El Tratado de Versalles fue recibido como una injusticia por Alemania, lo que propició el ascenso de partidos como el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) de Adolf Hitler, el cual marcaría, irremediablemente, el futuro próximo de los alemanes.

La República de Weimar únicamente duró once años, años en los que la terrible situación financiera hizo estragos en el espíritu democrático del pueblo alemán. En marzo de 1930, el gobierno del socialdemócrata Hermann Müller se vino abajo a causa de los debates sobre la política social del país dando paso a los liberales de Heinrich Brüning. Mientras tanto, el NSDAP de Hitler ganaba adeptos a la par que el gobierno liberal iba perdiendo confianza. En las elecciones de septiembre de 1930 el NSDAP se convirtió en el a segunda fuerza política de Alemania, siendo la primera el Partido Socialdemócrata (SPD). La inestabilidad política del país provocó la celebración de nuevas elecciones en noviembre de 1932, estas convulsas elecciones no dieron la victoria directa al NSDAP de Hitler, pero el miedo generado por el ascenso del Partido Comunista (KPD) hizo que, finalmente, Paul Von Hindenburg designase canciller a Adolf Hitler, iniciándose así el período del nazismo en Alemania.

La Alemania nazi duró doce años, desde 1933 hasta 1945. Doce años marcados por el terror y el belicismo. Adolf Hitler llevaba años ganándose la confianza del pueblo alemán y, desde estructuras democráticas, destruyó el sistema de la República de Weimar hasta instaurar el llamado III Reich. El autoproclamado ‘Führer’ llevó a su país al mayor de los desastres que ha vivido Alemania: la Segunda Guerra Mundial, un acontecimiento que no necesita presentación. La victoria del bando aliado en 1945 acabó finalmente con doce años de nazismo y seis de guerra total. Las cifras hablan por si solas: 5.470.000 muertos o desaparecidos entre civiles y soldados, amén de un país completamente destruido por los continuos bombardeos durante la guerra.

Tras la capitulación del nazismo en mayo de 1945, Alemania quedaba a merced de un consejo de control del bando aliado formado por la Unión Soviética, Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Tanto el país como Berlín, su capital, quedarían divididos en cuatro administraciones dirigidas por cada uno de estos países. A pesar del control francés y británico, serían la Unión Soviética y Estados Unidos quienes acapararían el protagonismo, por méritos propios de esta breve tetra-administración.

La zona soviética era la zona más afectada por la guerra. Esta zona oriental fue destruida casi en un 80% y su provecho militar o estratégico era prácticamente nulo, amén de ser una zona tradicionalmente menos poblada y pobre que la occidental. El historiador Jacques Pauwels afirma que:

La división de Alemania proporcionaba a los aliados las zonas más prósperas del país: los grandes puertos del norte, las zonas industrializadas del Rhur y del Saar, las avanzadas zonas de Rhineland y Baviera (…) esto compensaba con creces permitir que la Unión Soviética dominase su territorio oriental” amén del expolio tecnológico que sufrió la zona por parte de los aliados al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

El fin de la Segunda Guerra Mundial y el nazismo supuso un fuerte aumento de la militancia comunista en los países del Este de Europa, muchos de ellos alentados e influenciados por las victorias del Ejército Rojo en la zona. En Alemania ocurrió algo parecido ya que el Partido Socialista (SPD) y el Partido Comunista (KPD) se fusionaron en abril de 1946 creando el Partido Socialista Unificado (SED), el cual ganó las elecciones en octubre del mismo año, obteniendo más del 50% de los votos en la zona soviética.

Rápidamente el SED comenzó una política de nacionalización respecto a empresas capitalistas que habían apoyado el nazismo, entre las que se encontraban Thyssen y Krupp, en contra de una pequeña parte del electorado de la zona oriental. Mientras tanto, en toda Alemania se inició el sistema para permitir la incorporación de ex militantes del NSDAP en los “nuevos” partidos alemanes, lo cual creó una fuerte polémica en la zona controlada por la URSS. Además, en la zona oriental comenzaron a surgir discrepancias sobre la manera en que los aliados estaban llevando a cabo la desmilitarización de la zona occidental, así como la gestión de las reparaciones de guerra. Mientras la URSS gestionaba celosamente su zona, Estados Unidos, Reino Unido y Francia hacían lo mismo con las suyas, aunque de manera conjunta, lo cual fomentó la división política y social de los alemanes de la posguerra.

La existencia de dos bloques diferenciados se convertía en una realidad poco a poco, y ninguna de las partes estaba dispuesta a ceder. Aún así, en diciembre de 1946, el SED convocó un un congreso extraordinario, especialmente dirigido hacia los socialistas y comunistas del Oeste, que abría un debate que llamaba a la unificación definitiva de Alemania a nivel económico y político, obviando lo establecido en Potsdam en 1945.

Las tensiones continuaron en aumento hasta que en julio de 1947 se celebró una cumbre entre los países europeos afectados por la Segunda Guerra Mundial y Estados Unidos en la que se propondría un plan de ayuda para los países afectados. Este plan fue ideado por el secretario de Estado norteamericano George Marshall y se le conoce de forma común como “Plan Marshall”. La Unión Soviética y el resto de países de su órbita fueron invitados a la cumbre, pero únicamente si se integraban en un mercado europeo capitalista, algo que Moscú no iba a aceptar e instó a los países socialistas a no acudir a la cumbre. Desde la órbita soviética se veía al “Plan Marshall” como una herramienta para frenar el comunismo y seguir manteniendo Alemania dividida.

En febrero de 1948, y ante los acontecimientos ocurridos en Praga, Francia, Reino Unido y Estados Unidos lanzan una reforma monetaria en su zona de control, obviando lo acordado en Postdam y realizando una división efectiva de Alemania. Este suceso provocó el bloqueo de Berlín y famoso el puente aéreo aliado, acciones que fomentaron el sentimiento anti-comunista en la zona occidental. El bloqueo terrestre de Berlín generó el efecto contrario a lo esperado y la idea del separatismo ganó más fuerza aún. En mayo de 1949, ante la evidente ineficacia del bloqueo, la Unión Soviética levantó dicho bloqueo.

La tensa coexistencia entre los aliados y la Unión Soviética provocaría el inevitable divorcio entre las potencias que controlaban Alemania, el cual ocurrió pocos días después de que se levantase el bloqueo terrestre de Berlín, el 8 de mayo de 1949, cuando se erigió la República Federal Alemana (RFA). Meses después, concretamente el 7 de octubre del mismo año, entraba en vigor, en la zona oriental, una Constitución que daba lugar a la República Democrática Alemana (RDA). Alemania de nuevo, y en menos de un siglo, volvía a estar separada, iniciándose así una tensa rivalidad entre dos países políticamente contrarios que serían la cabeza visible en Europa de Estados Unidos y la Unión Soviética.

República Democrática Alemana

La República Democrática Alemana –RDA de ahora en adelante- nacía como un Estado socialista de corte e inspiración soviética, celosamente controlado desde Moscú. A pesar de haber sido un país autónomo a efectos legales, la RDA actuó hasta su caída como un títere de la Unión Soviética y como el mejor ejemplo de la existencia de dos bloques antagonistas. Estuvo gobernado en todo momento por el Partido Socialista Unificado (SED), el cual actuó en Alemania Oriental a imagen y semejanza del Partido Comunista de la Unión Soviética. El SED controlaba la Cámara del Pueblo –Volkskammer- la cual actuaba como parlamento, siendo el órgano supremo del Estado.

Su primer presidente fue el comunista Wilhelm Pieck, el cual estuvo exiliado, por motivos políticos, desde 1933 hasta 1945. Pieck gobernó desde 1949 hasta su muerte en septiembre de 1960. Este período se caracterizó, sobre todo, por el establecimiento de la consigna socialista en un Estado que llevaba doce años educándose bajo las directrices del nacionalsocialismo. Para ello se inició una purga absoluta de todo aquello que tuviese algo que ver con el nacionalsocialismo, incluyendo personas, instituyéndose a la par una potente simbología socialista inspirada en la Unión Soviética.

A comienzos de 1950 se creaba el Ministerio para la Seguridad del Estado, conocido popularmente como la Stasi, uno de los iconos de la RDA junto con el Trabant 601. La Stasi actuó como servicio secreto de la RDA a todos los niveles, incluso internacional, pero fue su papel represor lo que hizo tan famoso y temido a este Ministerio.

La zona Oriental, recordemos que era la más afectada por la guerra, aún intentaba recuperarse mediante la nacionalización y la concentración de la industria. En 1951 se lanzó el primer Plan Quinquenal, el cual duraría hasta 1955. Este primer plan establecía una economía fuertemente planificada y, a pesar de aumentar considerablemente la producción, fue mal recibido por los trabajadores, los cuales comenzaron a huir hacia la zona Occidental, surgiendo además un importante mercado negro de materias primas entre los ciudadanos de Berlín Este y Berlín Oeste.

Los latifundios pasaron a convertirse en granjas cooperativistas, la industria pesada acaparó el protagonismo de su sector y una débil industria de consumo de corte soviético comenzó tímidamente a ver la luz. Fue en este mismo momento, en el verano de 1953, cuando estalló una revuelta de trabajadores, a causa de los bajos salarios, que provocaría un giro radical en la política de la RDA, coincidiendo además con la muerte de Iossif Stalin en la URSS. A partir de ese momento Alemania Oriental ganó más autonomía al disolverse la Comisión de Control Soviética, entrar en el COMECON y el Pacto de Varsovia.

En 1960 muere Wilhelm Pieck, sucediéndole Walter Ulbricht, el cual gobernaría en la RDA desde 1960 hasta 1973. El inicio del mandato de Ulbricht estuvo caracterizado por la crisis de 1961 en Berlín, ocasionada por las presiones desde la URSS hacia la zona Occidental con el fin de eliminar la presencia militar norteamericana de la RFA. Ante la inflexibilidad de las fuerzas occidentales respecto a las presiones de Moscú, Ulbricht decidió reforzar la seguridad militar y policial de la frontera, mandando la construcción del Muro de Protección Antisfascista, conocido como el Muro de Berlín, ese mismo año. Gerhart Eisler, horas después del levantamiento del “muro” en Berlín, decía lo siguiente ante los medios de comunicación:

La capital de la República Democrática Alemana sigue siendo roja y lo será siempre, estoy seguro incluso de que la bandera roja la clase obrera, la bandera del socialismo, ondeará un día en toda Alemania

A pesar de la dureza política de Walter Ulbricht, su período como Presidente de la RDA fue fructífero económicamente. Se adoptó un nuevo sistema, se suprimió el Consejo Económico y se crearon nueve Ministerios diferentes centrados en sectores concretos de la industria. El nivel de vida en la RDA aumentó considerablemente y el número de exiliados bajó en consecuencia.

Mientras tanto, a pesar de que Ulbricht siguiese siendo Presidente, ganaba más fuerza la figura de Erich Honecker. A comienzos de los años setenta, y a pesar del papel que jugó la RDA durante la Primavera de Praga, se iniciaría una apertura entre la RFA y la RDA a nivel diplomático y económico, con intercambios de diplomáticos y tecnología.

Los buenos números, en términos económicos, llevaron a la creación de un Segundo Plan Quinquenal cuyo objetivo era evitar el estancamiento económico del país gracias a inversiones en tecnología y el fomento de los bienes de primera necesidad. Los salarios aumentaron, los bienes de consumo se multiplicaron e incluso llegó a aparecer una pequeña industria orientada a los bienes de lujo. Pero el segundo plan fracasó en parte y el excesivo apoyo en los créditos extranjeros llevaron al estancamiento económico en la RDA.

En agosto de 1973 muere Walter Ulbricht, sucediéndole brevemente Willi Stoph durante tres años, hasta que en 1976 se nombra presidente a Erich Honecker el cual gobernó en la RDA hasta, prácticamente, la caída del Muro de Berlín a finales de 1989. Su etapa se caracterizo por el acercamiento político hacia la Unión Soviética de Leónidas Brézhnev a la par que realizaba un claro aperturismo internacional, incluso con países occidentales. A pesar de los logros económicos del país, la RDA colapsaría bajo su gobierno, convirtiéndose por ello, y por méritos propios, en el dirigente más icónico de la Alemania Oriental.

República Federal Alemana

La República Federal de Alemania –RFA en adelante- suponía la continuación natural de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial, de hecho, en muchos contextos se la denominaba únicamente como Alemania con el fin de legitimar su sistema y desprestigiar a la zona oriental. Su territorio era considerablemente mayor que el de la RDA, con una superficie de 248.717 km2, más del doble que la Alemania del Este. Lo mismo ocurría con su población: 61 millones de habitantes, aproximadamente, frente a los 16 de la RDA. Nacía como una República parlamentaria con un sistema económico capitalista con una fuerte carga en políticas sociales.

Su primer canciller fue Konrad Adenauer, el cual gobernó desde 1949 hasta 1963. Durante su gobierno, la RFA se formó como Estado, convirtiéndose en un referente político y económico a nivel internacional, sobre todo gracias al Plan Marshall, principal artífice del llamado “milagro alemán”. Amén de realizar una intensa y efectiva labor diplomática con las potencias occidentales.

A Adenauer le sucedió el liberal Ludwig Erhard en 1963. Durante su breve mandato comenzaron a aflorar problemas clásicos del sistema liberal y la economía llegó a estancarse, generando desempleo, aumento de los impuestos y descontento social. Le sucedió en 1966 el conservador Kurt Georg Kiesinger, cuyo gobierno estuvo marcado por la inestabilidad política que arrastraba la RDA desde el mandato de Erhard, además su anterior militancia en el partido Nacionalsocialista alemán (NSDAP).

En 1969 llegaba a la Cancillería Federal el socialdemócrata Willy Brandt cuya política estuvo marcada por el acercamiento hacia la RDA con la doctrina de la Nueva Política Oriental. La adopción de nuevas políticas sociales, el afianzamiento del Estado del bienestar y el inicio de intercambios comerciales con países del bloque oriental fueron algunos de los logros más destacados del gabinete de Brandt.

En 1974 llegaba al poder el europeísta Helmut Schmidt, miembro también del Partido Socialdemócrata (SPD) al igual que Willy Brandt. Sus años en el poder se caracterizaron por una política centrada en la Comunidad Económica Europea (CEE). Fue una etapa de cierto alejamiento respecto a la RDA, la esperanza de la reunificación que tanta fuerza había cobrado durante el período de Brandt se disolvió debido, en gran parte, a la radicalización de la política exterior soviética durante los últimos años de Brézhnev, especialmente el inicio de la guerra en Afganistán (1979-1989).

A finales de 1982 entraba en la Cancillería el historiador Helmut Kohl. Durante su mandato la Unión Soviética daría un giro radical en su política gracias al ascenso de Mijaíl Gorbachov en 1985, el cual inició una importante reforma que se propagaría a diversos países de la órbita soviética. Este hecho, la debilidad internacional de los Estados socialistas y la fortaleza, tanto económica como política, de la RFA hizo que, los alemanes del Este y el Oeste se planteasen de manera definitiva la tan ansiada reunificación.

  • DERRUMBE DE LA RDA

1989 fue, a todas luces, un año nefasto para el socialismo internacional. Dos años antes fue asesinado Thomas Sankara en Burkina Faso. En la República Popular de Hungría caía el Partido Comunista a la par que abrían sus fronteras con Austria para que ciudadanos de Alemania Oriental pudiesen atravesar hasta la zona Occidental. Nicolae Ceausescu y su mujer fueron fusilados en Rumania. Estallaron las protestas de Tiananmen debido a las reformas de Deng Xiaoping en China. Y cayó el Muro de Berlín, abriendo la frontera entre la RFA y la RDA, provocando el posterior derrumbe de Alemania Oriental. Pero para comprender la famosa caída del Muro de Berlín y sus consecuencias es necesario remontarse unos años atrás.

Una serie de políticas laborales, junto con una balanza de pagos desajustada, provocó cierto rechazo entre la población de la RDA a mediados de los años ochenta. El Partido Socialista Unificado (SED) se iba alejando peligrosamente de la supuesta democracia socialista que defendía con una política represora, en la que la Stasi jugó un papel fundamental, documentándose más de 20.000 procesos únicamente en 1988. El país acusaba, además, problemas de abastecimiento en alimentos básicos y su deuda externa llegó a alcanzar más de 12.000 millones de dólares.

La ‘Perestroika’ de Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética era vista de forma recelosa desde algunos dirigentes del SED, sobre todo por Erich Honecker. A pesar de todo, en el XI Congreso del SED en 1986, Mijaíl Gorbachov mostró apoyo hacía la política de Honecker con el objetivo de que la RDA iniciase un aperturismo mayor hacia la RFA, aunque sus esfuerzos no tuvieron éxito. “Honecker se oponía a Moscú en cuanto a la apertura del sistema comunista y parecía inflexible al ignorar los cambios políticos de su tiempo”.

En octubre de 1989, en el cuadragésimo aniversario de la RDA, Gorbachov asiste al acto con el objetivo de hacer ceder a Honecker. La figura de Gorbachov en el desfile del Ejército Popular Nacional fue vista como la de un libertador, los alemanes orientales clamaban “¡Gorvi, sálvanos!” mientras en las calles sonaba “V Put” y miembros de la ‘Volkspolizei’ intentaban contener a la multitud.

El 18 de octubre, once días después del aniversario de la RDA, Erich Honecker dimitía como jefe de gobierno, dando paso al reformista Egon Krenz. Mientras tanto, la emigración desde la RDA a la RFA se contaba por cientos de ciudadanos, lo cual motivó que el 6 de noviembre el gobierno de la RDA presentase un proyecto, para modificar la legislación, que permitiría realizar viajes al exterior.

En la tarde del 9 de noviembre, Günter Schabowski declaraba en una conferencia, retransmitida en directo en la RDA, que absolutamente todas las restricciones para viajar fuera del país habían sido retiradas, es decir, el proyecto del 6 de noviembre se había hecho efectivo, declarando lo siguiente:

Se autorizan los desplazamientos a países extranjeros sin condiciones preliminares de ningún tipo respecto a los motivos del viaje…la gente que abandone el país podrá salir por cualquiera e las fronteras de Alemania Oriental con la RFA, incluso desde Berlín”

Los viajes al extranjero podían realizarse ya sin la presentación de un justificante, motivo de viaje o lugar de residencia. Schabowski aseguraba, a las 18:50 de la tarde, que la ‘Volkspolizei’ había sido instruida para autorizar los permisos de viaje. Cuando un periodista italiano le preguntó a Schabowski: “¿Cuando entrará en vigor esta medida?” el miembro del Comité Central del SED le respondió “De inmediato”. Pero cometió un error, ya que dicha medida no entraba en vigor inmediatamente, sino a la mañana siguiente, el 10 de noviembre. Sin embargo, ya era tarde para rectificar, la conferencia había sido retransmitida en directo para toda la RDA y miles de ciudadanos de lanzaron a la calle para intentar traspasar la frontera con la RFA.

La ‘Volkspolizei’ y los miembros del ejército no habían sido informados ni instruidos, como había asegurado Schabowski apenas una hora antes, lo que originó una situación de tensión en los primeros momentos. Pero, al no recibir órdenes directas, comenzaron a abrir lentamente los principales puntos de acceso del muro. Las imágenes del momento, mundialmente conocidas, hablan por si solas ya que muchos ciudadanos de la RDA apenas esperaron a que estos puntos fuesen abiertos y, directamente, cortaron las alambradas, con la ayuda de sus compatriotas del Oeste, para saltar el muro.

Rápidamente los medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco de la histórica noticia. En España, el Telediario 2 cubría el acontecimiento, la presentadora María Pau Domínguez comenzaba las noticias con las siguientes frases:

“Buenas noches, Berlín, como acaban de ver, es un clamor de libertad. Miles de personas han tomado, literalmente, un muro que, hasta hace 24 horas, significaba la división entre el Este y el Oeste. Hoy mismo, fuerzas policiales de la Alemania Oriental han comenzado el derribo de la vergonzosa muralla, y los dirigentes de las dos Alemanias ya proclaman a los cuatro vientos su deseo de lograr una nación unida.

Las superpotencias, mientras tanto, han acogido con satisfacción el derribo del muro pero no han ocultado su preocupación por la perspectiva de una sola Alemania. (…) En Moscú, el Kremlin se ha felicitado por la apertura del Muro de Berlín y el proceso de cambios abierto en la Alemania del Este. Sin embargo, el portavoz oficial soviético ha advertido al gobierno federal alemán que las fronteras actuales no deben modificarse ni debe hablarse de reunificación alemana”.

El embajador de la RDA en Madrid, Harry Spindler, declaraba, esa misma tarde, lo siguiente ante Televisión Española:

Nosotros pensamos que es una decisión realmente histórica, y también trascendental porque es la primera vez que se abren las fronteras de esta forma. La gente que quiere viajar, los ciudadanos de la República Democrática Alemana. De esta forma, yo creo que todo está incluido en el proceso de la ‘Perestroika’ que está haciendo ahora la dirección política nueva, el Comité Central, el Politburó político del Partido Socialista Unificado e incluso el gobierno de la República Democrática Alemana”.

Por su parte, el embajador de la RFA en España, Guido Brunner, comentaba:

Es un día de la libertad y es, al mismo tiempo, una gran esperanza. A mi me parece que esto es un proceso que nos lleva hacia una democracia con elecciones libres, y que nos lleva a una relación en que las personas podrán determinar su propia vida en libertad. (…) Sentí una gran alegría al saberlo [la apertura de las fronteras] y creo que podemos hacer muchas cosas para el beneficio de toda Europa, en común los alemanes del Este y los alemanes occidentales”.

El Canciller Federal alemán, Helmut Kohl, pronunciaba estas palabras, a última hora del 9 de noviembre de 1989: “Las dos Alemanias deben trabajar unidas, los alemanes forman una sola nación”, pidiendo además a los dirigentes de la RDA que cediesen el monopolio del poder permitiendo así elecciones libres.

Al día siguiente, alemanes de los dos lados del muro, ayudados por ambos cuerpos de policía, comenzaban a derrumbar el muro. La construcción del Muro de Protección Antifascista en 1961 -Muro de Berlín- costó unos 16.155.000 de marcos de la RDA. Con una longitud de 155 kilómetros, estaba protegido por cables de alarma, trincheras contra los vehículos rodados, alambre de espino, 30 búnkers y más de 300 torres de vigilancia.

Con la apertura de las fronteras, la RDA firmaba públicamente su colapso. Se derrumbó rápidamente, como la mayoría de repúblicas socialistas del momento, eliminando la idea de un sistema político bipolar en el mundo. Alemania Oriental, desde comienzos de los años ochenta, intentó realizar reformas modernizadoras pero “por falta de apertura al mercado exterior no participó de la división internacional de tareas y siguió produciendo con fines autárquicos una cantidad y variedad de productos que eran excesivos para un país tan pequeño” (…) El sistema centralizado de planificación económica se mostró totalmente incapaz de adaptarse rápidamente a las nuevas necesidades de la sociedad”.

Es decir, el sistema de economía planificada de la RDA, cuyo único mercado era, prácticamente, el cómputo de países del COMECON, los debates internos dentro del SED y la inflexibilidad de Erich Honecker ante el proceso de la ‘Perestroika’, impulsado por la Unión Soviética, fueron los principales factores que motivaron la caída de la RDA y la posterior reunificación de Alemania, la cual se hizo efectiva en 1990. Prácticamente desde el momento de la caída del Muro de Berlín, se abría en Alemania un importante debate sobre la reunificación -que para los ciudadanos de la RDA suponía una transición política-, la unión monetaria y la reestructuración económica.

  • LA COBERTURA POR PARTE DE LA PRENSA ESPAÑOLA Y SU RECEPCIÓN DOMÉSTICA EN ESPAÑA

El cuarto poder: la prensa y su importancia en la caída de la República Democrática Alemana

Popularmente se conoce a los medios de comunicación como el cuarto poder, concepto que nació en el siglo XVIII. A día de hoy se sigue utilizando con asiduidad y sentido. Es innegable que el poder de los medios de comunicación a la hora de cubrir determinados eventos políticos, sociales o económicos es de suma importancia, ya que, desde su punto de vista parcial, modifican conforme a sus intereses la opinión pública afín a su línea editorial. Es decir, si a un determinado diario le interesa hacer caer a un régimen en concreto, usará un tipo de lenguaje concreto y realizará un sesgo de la información efectivo para conseguir su objetivo, detrás del cual pueden encontrarse intereses políticos, económicos, sociales e incluso personales. No resulta extraño que un mismo acontecimiento tratado por dos diarios opuestos ideológicamente únicamente coincidan en la información básica, haciendo un uso del lenguaje completamente diferente y resaltando aquella información que consideran más relevante conforme a sus intereses o público objetivo. Con esta breve aclaración no se pretende asegurar que los medios de comunicación falten a la verdad, sino que usan la información que estiman oportuna y otorgan importancia a los aspectos más relevantes con el fin de modificar o afianzar la opinión pública.

En el caso de la caída de la RDA, es curioso observar como diarios como ABC o La Vanguardia, de marcado carácter conservador, realizan una cobertura de los hechos muy influenciada por la visión del mundo occidental respecto al oriental. Esto no es algo exclusivo de estos dos diarios, la propia Televisión Española realizaba una cobertura similar a la de estos diarios, y debemos recordar que, pro aquél entonces, gobernaba España un gabinete socialista. Es decir, la visión de los medios de comunicación occidentales, y en concreto los españoles, fue prácticamente unánime a la hora de cubrir y analizar la caída de la Alemania Oriental: todos coincidían en que el gobierno de la RDA era reaccionario, anacrónico y totalitario, por lo que su caída era motivo de celebración y esperanza para los alemanes orientales. Para este estudio se han escogido cuatro cabeceras que abordan la caída de la RDA en noviembre de 1989, dos del diario ABC y dos de La Vanguardia.

Breve explicación de la línea editorial de los diarios ABC y La Vanguardia

ABC es un diario español de tirada nacional con sede en Madrid fundado en enero de 1903 por Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio, aristócrata y noble sevillano considerado como una de las figuras clave en la historia reciente de la prensa española. Es uno de los diarios más importantes en España, destacando sus ediciones de Madrid y Sevilla. Pertenece al grupo Vocento, el cual está formado por más de 100 empresas, destacando los diarios Las Provincias, Diario Sur, La Verdad o El Correo (País Vasco), así como emisoras de radio como COPE. La página web del grupo es <http://www.vocento.com>.

Fue uno de los pocos periódicos que sobrevivió a la Guerra Civil (1936-1939), cambiando por completo su línea editorial. Ateniéndonos a la línea seguida a partir de la Transición, el diario ABC tiene una marcada tendencia conservadora, monárquica y católica. Se ha caracterizado siempre por su actitud crítica con los gobiernos socialistas y conciliadora con los de derechas, llegando a considerar al diario El País como su rival durante los gobiernos de Felipe González (1982-1996). También así, respecto a la política internacional, el diario ha optado siempre por posicionarse a favor del libre mercado al mismo tiempo que se convertía como una de las referencias anticomunistas en la prensa nacional.

La Vanguardia es un diario español, también de tirada nacional, con sede en Barcelona y que fue fundado en 1881 por los hermanos Godó, políticos y empresarios catalanes durante el siglo XIX. Es uno de los diarios españoles más antiguos que sigue publicándose en la actualidad. A pesar de su carácter regional, es también uno de los diarios más importantes de España y el más leído en Cataluña. Pertenece al grupo Godó, el grupo de comunicación español más antiguo que existe, con publicaciones como Mundo Deportivo y canales de televisión como 8TV. El sitio web del grupo es <http://www.grupogodo.com>.

Durante la II República (1931-1936) y la Guerra Civil (1936-1939), La Vanguardia destacó por su carácter progresista y republicano, lo que originó que fuese incautado por parte del bando nacional. Acabada la guerra, con la victoria de los nacionales, su director fue obligado a cambiar la cabecera por La Vanguardia Española. Su línea editorial es conservadora y nacionalista, ya que desde el año 2011 recibe subvenciones de la Generalidad de Cataluña, cuyos intereses abogan por la escisión del territorio español. Se publica en castellano y, recientemente, en catalán.

  • Selección de cabeceras españolas ante los acontecimientos ocurridos en Alemania oriental en noviembre de 1989

Diario ABC (Fechas de vaciado: 1-11-1989 a 31-12-1989)

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CABECERA Nº1 – Miércoles 8 de noviembre de 1989. Página 25.

DIMISIÓN EN PLENO DEL GOBIERNO DE LA RDA.
Convocado el Parlamento para la elección de un nuevo Gabinete / La población exige el fin de la hegemonía del partido comunista / Un mes después de Honecker.

Un día antes de la caída del muro de Berlín y dos días después del comunicado del gobierno de la RDA en el que se comprometían a realizar reformas para permitir la libre circulación de sus ciudadanos por Europa, el diario ABC lanzaba este premonitorio titular en su página 25 de la edición del miércoles 8 de noviembre de 1989, en la sección Internacional.

Si analizamos el primer y el segundo subtítulo –Convocado el Parlamento para la elección de un nuevo Gabinete / La población exige el fin de la hegemonía del partido comunista-, escrito por Juan Ignacio Cuesta, encontramos un primer copete bastante imparcial que resume parte del cuerpo de la noticia. Sin embargo, el segundo subtítulo y copete son bastante más explícitos, reflejando por un lado que la RDA es un sistema comunista y totalitario, y por otro lado la línea editorial del diario queda plasmada al dejar una incógnita en el aire. Este segundo subtítulo es bastante más importante que el primero, sobre todo desde la óptica doméstica que queremos analizar, puesto que intentaba transmitir al receptor una situación de total incertidumbre con pocas garantías, a pesar de que el gobierno de la RDA asegurara el 6 de noviembre

-dos días antes de esta noticia del ABC- que estaban trabajando en un proyecto para modificar la legislación con el fin de permitir a los ciudadanos de la RDA viajar al exterior. Es decir, el diario pretende con este segundo subtítulo y copete generar desconfianza en el lector hacia la RDA y sus dirigentes, modelo europeo de Estado socialista, en una época en la que además la Izquierda Unida (IU) de Julio Anguita lograba 17 escaños en el Congreso de los Diputados pocos días antes de la caída del muro de Berlín.

En los tres primeros párrafos el periodista Juan Ignacio Cuesta introduce el tema a tratar acorde a la línea editorial del diario ABC. En estos párrafos se afirma que la renovación del Gabinete por Egon Krenz, renovador y artífice de la caída del muro, es un arma de doble filo ya que el Gobierno es una marioneta del partido. Estas palabras reflejan la poca confianza del diario en el nuevo dirigente de la RDA, así como ponen de manifiesto que es el SED el que controla al Gobierno, es decir, que todo forma parte de una estrategia por parte del mismo. Por otro lado, en el tercer párrafo, se comenta que el Parlamento (Cámara del Pueblo / Volkskammer) no se atreve a dar el paso, cuyo objetivo sería tener una cámara parlamentaria libre, por miedo al partido, puesto que esto supondría el fin de la hegemonía del mismo. En esta introducción, como vemos, es muy importante el uso del lenguaje que utiliza el periodista del ABC; se quiere recalcar que la RDA es un Estado totalitario, sin garantías de ningún tipo. Además, con palabras como “atreverse” intenta introducir también, en el receptor, una sensación de miedo e incertidumbre.

El cuarto párrafo es uno de los más interesantes de analizar ya que el autor apunta la posibilidad de que las calles de la RDA se conviertan en el escenario de una sangría debido a las “masivas” manifestaciones y la huída sistemática del país. Además parece incluso justificar un una revuelta violenta por parte de la gente exigiendo unas elecciones libres, a la que considera agotada. Deja esta pregunta en el aire asegurando que todo depende del SED. Este cuarto párrafo es la mejor muestra, en la noticia, de la línea editorial del ABC. Hace uso de un lenguaje muy violento e incluso de contradicciones -como incitar o justificar una revuelta armada para exigir elecciones libres-. El objetivo principal es, sin duda, mostrar al receptor una situación de caos absoluto, de desesperación y de brutalidad.

Los sexto, séptimo y octavo párrafos se centran, sobre todo, en las dimisiones de altos cargos de la RDA. Comienza aludiendo a una manifestación de 5000 personas en el centro de Berlín, los cuales exigían a Egon Krenz sufragio libre y universal. Al respecto de las dimisiones, apunta que cuatro dirigentes del SED habían abandonado su puesto, así como la renuncia del alcalde de Leipzig, que aseguraba haber perdido la confianza de la población, y la dimisión de la Ministra de Educación, Margot Honecker, esposa de Erich Honecker, esta última aseguraba, según ABC, haber dimitido debido a su devoción hacía las férreas líneas ideológicas del partido. Se apunta también la elevada edad media de los miembros del Politburó, asegurando que Krenz buscaba sustitutos jóvenes. El periodista intenta, con estos dos párrafos, hacer ver al lector que el sistema de la RDA estaba desmoronándose poco a poco, con la dimisión de importantes figuras como la de Margot Honecker. Además, intenta responsabilizar a Egon Krenz de cierto continuismo, depositando poca confianza en el efímero y reformista Jefe de Estado. Al respecto de la edad media del Politburó, lo que se intenta mostrar al receptor es que el sistema de la RDA es anacrónico.

Los párrafos noveno y décimo son de suma importancia en la noticia, puesto que dan cifras exactas sobre la situación en la RDA, buscando sobre todo impresionar al receptor. Se dice que unos 30.000 alemanes orientales han pasado de Checoslovaquia a la RFA desde que Checoslovaquia abriese su frontera, y que 45.000 aún esperan a dar el salto a la zona occidental. Aseguran también que estas oleadas de exiliados políticos están poniendo en un aprieto a las autoridades de la RFA, las cuales se ven desbordadas. Apunta también, redondeando cifras que no se pueden contrastar, que el día 6 de noviembre hubo medio millón de manifestantes en Leipzig y unos 200.000 en otras ciudades. El lenguaje empleado en estos párrafos es también muy importante ya que intenta mostrar, de nuevo, una situación desesperada para los alemanes orientales, además de transmitir al receptor la situación colateral que estaban viviendo en la RFA debido a esto. El periodista patina soberanamente al asegurar que hubo medio millón de manifestantes en Leipzig, cuya población total era, y es, precisamente de medio millón de habitantes. Pero este “error” tiene cierta justificación si nos atenemos a la línea editorial del diario y a su objetivo principal con esta noticia.

Los dos últimos párrafos son utilizados para concluir la noticia. En ellos se intenta mostrar el caos interno que viven las instituciones de la RDA, en las cuales hay voces que exclaman una reforma radical. El periodista no duda en llamar ignorantes y arrogantes a los responsables del SED para sentenciar la noticia.

El subtítulo “Un mes después de Honecker”, vuelve prácticamente a lo mismo que lo anterior. Da cifras difíciles de contrastar sobre las manifestaciones en Leipzig, así como se atreve a asegurar que un millón de personas se congregaron el día 4 de noviembre frente al muro de Berlín. Hace uso también de un lenguaje muy medido acorde a la línea del diario, con palabras como “muro de la vergüenza” y “obsoleto sistema comunista”.

Como podemos observar, esta noticia del ABC, del miércoles 8 de noviembre de 1989, no falta -salvo en cifras sin contrastar- a la verdad, sin embargo el periodista Juan Ignacio Cuesta hace uso de un lenguaje muy cercado a la ideología política del diario, llegando incluso a descalificar al gobierno de la RDA y sus dirigentes. Es evidente que la RDA no era el paraíso que aseguraban desde Berlín y Moscú, pero tampoco el infierno que mostraban determinados sectores de la prensa occidental, entre ellos el ABC, puesto que no hay que olvidar que la RDA fue el Estado socialista que mejor nivel de vida tenía en el momento, por encima incluso de determinados países alineados con Occidente.

Diario La Vanguardia (Fechas de vaciado: 1-11-1989 a 31-12-1989)

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CABECERA Nº2 – Lunes 13 de noviembre de 1989. Página 3.

LOS DOS ALCALDES DE BERLÍN PRESIDEN EL DERRUMBE DE UN TROZO DEL MURO / DOS MILLONES DE GERMANORIENTALES PASARON ESTE JUBILOSO FIN DE SEMANA A BERLÍN OESTE

Cuatro días después de la caída del muro de Berlín, en un ambiente de alegría y esperanza para las dos Alemanias, La Vanguardia lanzaba dos titulares en su página 3 del lunes 13 de noviembre de 1989 de la sección internacional. Uno de ellos, el principal, mostraba una situación de esperanza para los alemanes orientales, no sin una leve crítica hacía la trayectoria de la RDA. El segundo de ellos, más explícito, mostraba al lector una situación a caballo entre la alegría y la desesperación que vivían los alemanes orientales. Ambos titulares mostraban, a pesar de la situación de incertidumbre, un halo de esperanza que marcaba el fin de una era. El antetítulo o epígrafe siguiente  resume, a la perfección, la primera noticia de la página:

La nueva era de fraternización entre las dos Alemanias fue simbolizada ayer por el apretón de manos entre los dos alcaldes del Este y Oeste de Berlín en la apertura de un nuevo paso fronterizo en el muro. Ayer ya sumaban más de cuatro millones los alemanes orientales que han solicitado visado para viajar a países de Occidente”.

Analizando el primer párrafo el titular “Los dos alcaldes de Berlín presiden el derrumbe de un trozo del muro” se habla de una normalización entre las relaciones de las dos partes y de un tránsito mutuo de berlineses hacia cada una de las zonas. El diario usa un lenguaje bastante neutral e incluso esperanzador, parece querer transmitir al receptor una situación de tranquilidad.

Los párrafos segundo, tercero, cuarto y quinto abordan los actos simbólicos entre los dos países. El primero de ellos es la apertura de un nuevo paso fronterizo en el muro presidido por los dos alcaldes de Berlín. Habla también de la visita del presidente de la RFA al muro para charlar con los ciudadanos de la RDA, así como un acto religioso en el que el presidente de la RFA elogia al pueblo de la Alemania oriental por haber conseguido ganar la libertad de forma pacífica a la vez que realizaba una leve crítica sobre la existencia del icónico muro levantado por la RDA en 1961. De nuevo, La Vanguardia, firme a su línea editorial del momento, usa un lenguaje neutral y comedido que transmite al lector una situación de consenso entre las dos Alemanias, fiel reflejo del espíritu de reunificación del momento.

El sexto, séptimo y octavo párrafos sirven como una llamada de atención para hacerle ver al receptor que no todo es una situación idílica, ya que comenta que han existido momentos de tensión en la frontera, concretamente, en esta ocasión, protagonizados por radicales occidentales. Pero rápidamente vuelve a evocar el espíritu de cooperación al asegurar que los departamentos de policía de ambas partes están trabajando conjuntamente para evitar estas situaciones de tensión, además alude a la foto que aparece en la noticia, en la que policías de ambas partes se estrechan la mano e intercambian las gorras. Además, concluye la noticia con el encuentro de los embajadores de EEUU en la RFA y de la URSS en la RDA para intercambiar opiniones sobre los acontecimientos.

El segundo titular “Dos millones de germanorientales pasaron este jubiloso fin de semana a Berlín Oeste”, hace referencia a la gran oleada de ciudadanos de la RDA, en torno a unos cuatro millones según La Vanguardia, que quieren pasar a la zona occidental entre un ambiente de júbilo y algarabía. El lenguaje empleado, de nuevo, es bastante neutral e incluso es condescendiente, por lo que el fin de este titular es, de nuevo, tranquilizar al lector con la alegría que vivían en ese momento los ciudadanos de las dos Alemanias.

Observando estos dos titulares de La Vanguardia, del lunes 14 de noviembre de 1989, observamos un claro contraste respecto al que hemos visto del ABC del 8 de noviembre de 1989. Es cierto que el titular del ABC es bastante más incendiario, pero también está redactado un día antes de la caída del muro por lo que la situación de incertidumbre era aún mayor y la RDA no se había pronunciado claramente sobre cómo iba a realizar la reforma que permitiese viajar libremente a sus ciudadanos. Aún así, el titular del diario madrileño buscaba, sobre todo, transmitir una situación caótica y límite sobre la RDA, mientras que el diario barcelonés buscó cinco días después tranquilizar al lector y hacerlo partícipe de la situación de alegría que suponía la caída del muro.

Así pues, podemos afirmar que los titulares de cada periódico van acordes a su línea editorial y que la recepción de los acontecimientos que estaba viviendo Alemania a comienzos de noviembre de 1989 variaba considerablemente dependiendo de la cabecera escogida por el lector. Más afín a La Vanguardia que al ABC se mostraba Televisión Española en su Telediario 2 del 9 de noviembre de 1989, en el que cubre la caída del muro de Berlín con un lenguaje neutral y comedido con el fin de transmitir los hechos lo más objetivamente posible al telespectador.

  • DESCRIPCIÓN BÁSICA DEL MODELO ESPAÑOL DE TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

La transición española ha sido un modelo internacionalmente reconocido al ser pacífica y consensuada, cambiando el sistema legislativo, ejecutivo y judicial por completo, pasando de un Estado autoritario paternalista a una democracia parlamentaria. En su momento generó gran expectación, muchos países tomaron buena nota del proceso democratizador que se estaba generando en España. Una vez realizado, con éxito, el paso de la dictadura a la democracia -a pesar de incidentes como el 23F-, el modelo español fue, y sigue siendo, objeto de estudio.

La transición en España se sirvió de los mecanismos legales de la dictadura para propiciar el fin de la misma, algo que fue favorecido, sin duda alguna, por la poca fuerza del partido único -Movimiento Nacional-, cosa que no ocurría en otros países como la RDA, Hungría o Rumana. Además, económicamente, al estar abierta al mercado capitalista internacional -compuesto por muchos más países que el COMECON-, España gozaba de una economía relativamente más saludable en el momento de la muerte de Francisco Franco.

Además, el legado democrático en España era mayor que en países como Alemania, Rumania o Polonia. A pesar de la cuestionable democracia española a finales del siglo XIX, el país contaba con las estructuras suficientes y necesarias para introducir, de forma efectiva, una democracia tras casi cuarenta años de represión política.

Pero, para comprender la transición española es preciso definir el sistema político que precedió a la democracia: el Franquismo. En primer lugar hay que aclarar que el Franquismo fue una dictadura ya que, según la Real Academia de la Lengua Española, una dictadura es, en sus acepciones tercera y cuarta:

Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país” y “gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente”.

Respecto a la ideología de la dictadura franquista se ha debatido largo y tendido, hay diversidad de opiniones. Según Juan José Linz, el Franquismo fue un régimen autoritario ya que se caracterizaba por tener una carencia ideológica evidente, poca participación política por parte de la población, el importante papel del ejército y la nula relevancia del partido único. Aunque otros autores, como Manuel Tuñón de Lara, defendieron que se trataba de un régimen fascista o totalitario. En este estudio calificaremos, y tendremos en cuenta, al Franquismo como un régimen autoritario paternalista y no como un régimen fascista o totalitario.

Una vez constituido el nuevo gobierno en julio de 1976, Adolfo Suárez tuvo que enfrentarse a la decisión de anular la resistencia de los continuistas del régimen, atrayendo hacia su proyecto a una parte de la oposición antifranquista. Para ello, y ante un momento que podemos calificar de sumamente histórico, el presidente Suárez se dirigió a los españoles a través de la televisión realizando las siguientes declaraciones:

El gobierno que voy a presidir no representa opciones de partido sino que se constituirá en gestor legítimo para establecer un juego político abierto a todos. La meta última es muy concreta: que los gobiernos del futuro sean el resultado de la libre voluntad de la mayoría de los españoles, y para ello solicito la colaboración de todas las fuerzas sociales del país”.

Con esta declaración Adolfo Suárez, iniciaba, de facto, el proceso de transición a la democracia.

La primera medida que tomó el gobierno fue decretar una amnistía aplicable a delitos y faltas de motivación política o de opinión recogidas en el Código Penal en curso. Se elaboró una nueva Ley Fundamental conocida Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977, de 4 de enero), la cual suponía, a todos los efectos, el desmantelamiento del régimen. La formulación y aprobación de esta ley generó momentos de gran tensión política y social ya que una parte de los ciudadanos eran reacios al cambio, puesto que, hasta ahora, el régimen les había dado estabilidad laboral, social y sanitaria.

Aún así, la ley salió adelanta y fue sometida a referéndum nacional el 15 de diciembre de 1976. Este referéndum contó con una alta participación política, cercana al 77% del censo electoral, y obtuvo más de un 80% de votos a favor. Así pues, una vez aprobada la Ley para la Reforma Política en enero de 1977 se establecía el concepto de soberanía popular en España tras, prácticamente, cuarenta años. Se creó un sistema bicameral de Cortes, la Cámara Alta sería el Senado y la Cámara Baja el Congreso de los Diputados, los miembros de ambos sería elegidos por sufragio universal libre, directo y secreto, con un mandato de cuatro años.

En junio de 1977 se celebraban en España las primeras elecciones generales tras la dictadura franquista, una jornada que se resolvió sin incidentes, con una participación de casi el 80% del censo electoral. La victoria la obtuvo la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez con mayoría relativa, consiguiendo 166 escaños. Pero la gran sorpresa fue el alto porcentaje de votos que obtuvo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con Felipe González a la cabeza, alcanzando 118 escaños, casi el 30% de los votos.

Pero el texto que haría consolidar definitivamente la democracia en España sería la Constitución Española de 1978, la Carta Magna del nuevo modelo de país. La Comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso se encargó de la redacción de la Constitución tras el fracaso de un grupo de expertos. Fueron siete miembros en representación de una serie de tendencias políticas más que de partidos: José Pedro Pérez Llorca (UCD), Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (UCD), Gregorio Peces Barba (PSOE), Jordi Solé Tura (PCE-PSUC), Manuel Fraga (AP) y Miquel Roca Junyent (nacionalistas vascos y catalanes).

La Constitución se redactó conforme a la política de consenso que imperaba en el momento; prácticamente todos los partidos querían avanzar hacia la democracia parlamentaria, por lo que llegar a acuerdos era algo aceptado y necesario. Se compone de un preámbulo, once títulos, cuatro disposiciones adicionales, nueve transitorias, una derogatoria y una final. Su estructura se organiza en base a una parte dogmática, que establece los principios democráticos en España, y otra parte orgánica, que establece la división de poderes y la organización política. Establece la monarquía parlamentaria así como el concepto de soberanía popular con la elección por sufragio universal. Establece además una organización territorial basada en las comunidades autónomas, provincias y municipios. Sumamente importante es la división de poderes que establece:

  • El poder legislativo, que reside en dos cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado.
  • El poder ejecutivo, que reside en el gobierno, cuyo presidente es designado por los miembros del Consejo de Ministros.
  • El poder judicial, que reside en los jueces y es completamente independiente de los dos anteriores. El Consejo General del Poder Judicial será el máximo órgano de este poder, junto con el Tribunal Constitucional, encargado de controlar que las leyes y las actuaciones políticas se ciñan a la Constitución.

De esta forma, la Constitución Española, establecía la democracia en España.

Pero la Transición Española no se puede explicar únicamente con la Constitución de 1978, aunque sea un excelente ejemplo de la misma. Los procesos políticos previos -ya explicados- tuvieron su resultado en dicha Constitución como es evidente, pero también en una serie de pactos políticos, de partidos de ideologías dispares, conocidos popularmente, e históricamente, como “los pactos de la Moncloa”.

Estos “pactos de la Moncloa” fueron desarrollados paralelamente a la Constitución Española de 1978, entre los años 1977 y 1978. El objetivo de los mismos era adoptar medidas para afrontar la grave crisis económica, pero también enfocados a calmar tensiones sociales -como el tardofranquismo- y políticas -como el terrorismo de ETA-.

A finales de 1977, concretamente en octubre, fueron firmados estos pactos por las principales fuerzas políticas del país, siempre acorde a la política de consenso que impregnó todo el proceso democratizador de la Transición en España. Se firmaron en torno a dos importantes acuerdos:

  • El acuerdo económico, que intentaría frenar la crisis económica iniciada en 1973 -crisis del petróleo- y el galopante aumento del desempleo desde la caída del régimen. Este primer acuerdo contemplaba un paquete de reformas estructurales, medidas de estabilización y una política de rentas. Reformas que implicaban, irremediablemente, la restricción de los salarios y una subida importante de impuestos.
  • El acuerdo social sería el segundo de ellos. Con él se establecían una serie de compromisos en torno a la regulación de los medios de comunicación, la libertad de expresión, derechos de reunión y asociación, derechos humanos y una reforma del Código Penal.

Estos pactos provocaron una inmediata devaluación de la peseta acorde a una política monetaria restrictiva. También aumentaron los impuestos, pero a la par lo hicieron los presupuestos para la Seguridad Social y el seguro de desempleo. Sin embargo, estos “pactos de la Moncloa” tuvieron un éxito relativo, ya que la política consenso de mantuvo hasta 1979, año en el que se agravó la crisis económica y se convocaron elecciones generales. A pesar de ello, son uno de los mayores y mejores referentes de la política conciliadora en torno a la Transición Española.

  • TRANSICIÓN ESPAÑOLA Y REUNIFICACIÓN ALEMANA: UN MISMO OBJETIVO

Apuntes políticos y sociales sobre Alemania y España

A la hora de analizar la importancia de la Transición española como ejemplo de ruptura consensuada con un sistema autoritario y su impacto en la reunificación alemana, resulta necesario situarse en el plano geopolítico de Europa a mediados de los años ochenta, fecha en la que el comunismo comenzaba a agonizar debido a que la Unión Soviética empezaba a tambalearse.

1989 fue un año clave que marcaría, sin ningún lugar a dudas, el devenir político en Europa -y por extensión en el mundo- hasta nuestros días. Países como Hungría, Polonia, Rumania o parte de Alemania dejaban paso al progreso y la democracia tras décadas de regímenes tiránicos. Pero tras la alegría del cambio, comenzaba para estos países un verdadero reto para alcanzar con éxito la democracia y, para ello, algunos pusieron sus miras en España y su transición pacífica iniciada a finales de 1975 a raíz de la muerte del dictador Francisco Franco Bahamonde. Sin embargo, el modelo de transición democrática español es, en esencia, válido para países que vienen de un régimen autoritario en el que existe la iniciativa privada, el papel del partido único es ínfimo y el poder se concentra en torno a un personaje, es decir, paternalismo. Sin embargo, los regímenes socialistas suelen ser totalitarios, con un partido único muy importante y con el poder concentrado en torno a un Politburó y no una única figura. Así pues, vemos que quizá el modelo de transición español no sea el más adecuado para países con regímenes totalitarios, aunque el fin sea el mismo: alcanzar la democracia de manera consensuada sin sacrificar a ningún estrato. Pero, el caso de la reunificación alemana es completamente diferente al de países como Rumania o Hungría ya que el texto constitucional de la RFA -llamado Ley Fundamental- sirvió de inspiración para la Constitución española de 1978 por lo que, a posteriori, fue la propia Transición española la que serviría de inspiración para la reunificación de Alemania debido a las similitudes de sus cartas magnas.

A la hora de pasar de un régimen totalitario a una democracia es necesario valorar qué saldo se va a cobrar el paso al sistema democrático, siendo necesario realizar una transformación estructural simple y ordenada, teniendo en cuenta que el cambio ocasionará traumas en la población imposibles de evitar, a pesar de que esta transición se realice de forma pacífica y consensuada. Sin embargo, en el caso de la RDA, la voluntad de alcanzar la democracia y el sistema capitalista de la RFA fue compartido por el grueso de la población.

Además, en la RDA ocurría como en la mayoría de países satélites de la URSS en la segunda mitad de los años ochenta; precaria situación de partida y agitación social debido a la caída del sector industrial, la inflación y el desempleo. Estos factores influyeron decisivamente en en la población la cual, animada también por la Perestroika de Gorbachov, dieron un paso adelante favoreciendo el cambio de sistema, a pesar de las incertidumbres que originaba transformar un Estado socialista en uno fuertemente capitalista como lo era la RFA.

En el caso de la reunificación alemana, nadie dudó a la hora de afirmar que eran necesarias reformas financieras, educativas o agrarias, sin contar evidentemente con las más importantes de todas: las reformas ejecutivas, legislativas y judiciales respecto a la Alemania Oriental, puesto que, aunque hablemos de una transición política, no debemos olvidar que dicha transición fue únicamente para una parte del futuro país unido, puesto que la parte occidental ya se regía por una carta magna democrática desde 1949 ante la cual se regiría, a partir de 1990, la parte oriental también.

En Alemania, hasta después de la Segunda Guerra Mundial, no existía una tradición democrática como sí ocurría en otros países como los Países Bajos, Francia, Reino Unido e incluso España. Una vez finalizada la guerra, en la zona occidental se fraguó un nuevo sistema democrático que ha resultado ser efectivo, inspirado en la Constitución de la fracasada República de Weimar, así pues, llegados a 1989 una buena parte de lo que hoy conocemos como Alemania llevaba cuarenta años disfrutando de dicho sistema y, por lo tanto, este estaba más que asentado, existiendo generaciones que únicamente habían vivido en este sistema. Sin embargo, en la zona oriental, la tradición democrática era prácticamente nula a pesar de que se nombraba popularmente a dicho país como Alemania democrática. Así pues, la división de poderes o el poder civil eran términos insertos pero no efectivos en el día a día de los alemanes orientales por lo que el nuevo horizonte político que se les presentaba resultaba, tanto a sus ojos como a los de los habitantes occidentales, incierto puesto que carecían de esa tradición democrática de la otra zona. En la RDA ocurría justo lo contrario que en la RFA: existían generaciones que únicamente habían vivido en el Estado socialista, con todo lo que ello implica y, sin embargo, fueron estas mismas generaciones las que se alzaron contra el sistema con movilizaciones y manifestaciones cuyo objetivo era la reunificación de ambos países.

Análisis de los sistemas políticos de los tres entes

Para comprender y comparar los tres sistemas que estamos analizando -RFA, RDA y España- es necesario tener en cuenta el corpus legislativo de cada uno de ellos, es decir, sus cartas magnas o constituciones.

En el caso de la RDA nos encontramos con dos textos constitucionales, uno en 1949 y otro en 1968, de los cuales podemos encontrar sus apartados más interesantes en los ANEXOS IV y V. A grandes rasgos, la Constitución de la República Democrática Alemana de 1949 establecía las bases para una Alemania única, no contemplaba la existencia de dos países diferentes. Llama la atención, sobre todo, por su marcado carácter democrático-parlamentario, es decir, podría ser perfectamente la carta magna de un Estado democrático y no de un Estado totalitario. En ella se recogen las bases para el establecimiento de una República Federal y de un poder legislativo bicameral, con una cámara alta llamada Cámara de Estados (Länderkammer) y una cámara baja llamada Cámara del Pueblo (Volkskammer), con la designación de un primer ministro por parte de la cámara baja. Su carácter democrático se refleja perfectamente en los artículos 6, 7 y 8, en los que se establece que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, y que la libertad personal es inviolable. Su carácter socialista se refleja en artículos como el 14, 15 o el 16, en los que se establece la protección del trabajador por parte del Estado así como el derecho a vacaciones, huelga o baja por enfermedad. Sin embargo, derechos recogidos en esta Constitución de 1949 no se llevaron a la práctica, como en el caso del derecho a huelga, a emigrar o la igualdad ante la ley. La Constitución de 1968 suponía una actualización de la anterior puesto que la de 1949 estaba pensada para una sola Alemania y no dos. En los dos primeros artículos encontramos notables diferencias al establecer que la RDA es un Estado socialista de los trabajadores y los agricultores, haciendo especial hincapié en los derechos de los trabajadores o en la ilegalidad de la iniciativa privada.

La RFA, por su parte, contaba con una carta magna cuyo objetivo era provisional pero que a día de hoy se mantiene vigente en Alemania tras sucesivas reformas de la misma. Es la llamada Ley Fundamental para la República Federal de Alemania, popularmente conocida como Ley de Bonn. Está basada, como hemos comentado anteriormente, en la Constitución de la República de Weimar de 1919, pero con bastantes modificaciones que hacen que sea un texto constitucional nuevo. En ella se establece la República Federal, el establecimiento de una cámara alta llamada Consejo Federal (Bundesrat) y una cámara baja llamada Parlamento Federal (Bundestag), la división de poderes en tres, así como su carácter democrático y social. Las principales garantías democráticas y derechos de los ciudadanos se recogen en los artículos que van del 1 al 20. Ha recibido una gran cantidad de reformas, las más importantes de ellas en los años 1956, 1969 y 1994, esta última es una leve actualización de la misma a raíz de la reunificación.

Para comprender la influencia de la Transición española en la reunificación alemana es necesario apuntar que la Constitución española de 1978 está inspirada en la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania de 1949, por lo que es lógico que haya existido una retroalimentación entre ambos países a la hora de afrontar el reto democrático. Pero, si analizamos la situación económica, política y social de los tres países nos encontramos con una buena cantidad de aspectos que reflejan que nos encontramos ante sistemas claramente diferentes, a pesar de que diversos autores como Samuel Huntington o Ricardo Martín de la Guardia hayan llegado a afirmar, y otros autores como José Casanova hayan negado con rotundamente. Hubo una cierta inspiración, es innegable, pero el hecho de calificar como transición la reunificación de Alemania es un elogio hacia la misma más que una realidad.

Analizando la situación de los tres países justo antes de iniciar sus procesos democráticos o reunificadores comenzamos a encontrarnos con las principales diferencias. Comenzando por el caso español, por ser el primero cronológicamente, nos encontramos con un país con un desempleo del 3,8% de una población activa de unos 13 millones y medio de personas en un país con 35 millones y medio de habitantes, con un crecimiento del PIB real del 1,1%, el cual había caído en picado desde la crisis del petróleo de 1973. Además, en España, existían, desde finales de los años cincuenta, una serie de leyes y decretos que garantizaban un relativo Estado del Bienestar, como, por ejemplo, el Plan Nacional de la Vivienda de 1956, la Ley de Convenios Colectivos de 1958, el Seguro Nacional de Desempleo de 1961, la aparición del Salario Mínimo Interprofesional de 1963, la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963 o la Ley General de Educación de 1970. La renta nacional per cápita española, desde 1960 hasta 1975, alcanzaría un gran dinamismo llegando a las 145.769 pesetas frente a las 20.234 pesetas de 1960. A pesar de su carácter autoritario, ya que el Franquismo era una dictadura, este sistema sentó las bases para el Estado del Bienestar y únicamente en zonas rurales o tradicionalmente deprimidas este nivel bajaba considerablemente. Como datos, a finales de los años sesenta, la luz eléctrica estaba presente en casi todo el país y más de la mitad de la población tenía televisores o coches en casa. España estaba dentro del mercado occidental desde el Plan de Estabilización de 1959, lo cual beneficiaba enormemente al país gracias a la exportación y la importación de productos básicos o de lujo. En 1975, tras sucesivas devaluaciones, el valor de la peseta era de 59.247 pesetas por dólar norteamericano . Además, en España, era mucho mayor que en Alemania si analizamos la trayectoria del país en el siglo XIX, inicios del siglo XX e incluso durante los últimos años de la dictadura franquista, momento en el que comenzaron a recuperarse valores democráticos por parte de la sociedad y la apertura del régimen alcanzó su zenit. Estos datos, relativamente buenos, se explican gracias a la simbiosis que mantuvo el gobierno durante los últimos 15 años de la dictadura, a caballo entre el libre mercado y la planificación económica en campos como la energía, las telecomunicaciones o la industria. Así pues, vemos como en España el paso de la dictadura a la democracia fue mucho menos traumático, tanto para las instituciones como para los ciudadanos, que en la RDA u otros países de la órbita soviética.

En el caso de la RFA, el país contaba en 1989 con un desempleo del 7,8% con una población activa de 26 millones de personas en un país con 62 millones de habitantes. Su crecimiento del PIB real era del 2,1%, a pesar de las importantes exportaciones del país. Al contrario que ocurría en España o en la RDA, en la Alemania occidental existía un sistema mixto de garantías sociales, es decir, no existía una educación, plan de viviendas o sanidad garantizadas al 100% por el Estado, existiendo una fuerte iniciativa privada que originaba una inevitable desigualdad entre los ciudadanos. Así pues, el Estado del Bienestar era relativo a pie de calle, aunque la renta per cápita fuese superior a la de otros países europeos, incluido España. El salario medio mensual era de 3876 marcos alemanes, los cuales valían casi el doble que los de la RDA. La renta per cápita era de unos 20.000 dólares norteamericanos, una de las más altas del momento. Su nivel de exportaciones era muy alto, gracias sobre todo a que la RFA fue incluida en el Plan Marhsall y muchas multinacionales norteamericanas se establecieron en el país durante los años cincuenta y sesenta. La intervención del Estado en la economía era mínima, encontrándonos ante un sistema bastante liberal que abarcaba fácilmente los mercados exteriores, las exportaciones abarcaban casi el 40% del PIB. La tradición democrática de Alemania, en general, era bastante más baja que en España después de todo pero, en el caso de la RFA la democracia se había asentado sin ningún problema por lo que el espíritu democrático de sus ciudadanos gozaba de plena salud, esto influyó notablemente a la hora de atraer y aceptar a los alemanes del Este.

La RDA, en 1989, tenía un desempleo de hasta el 15% de la población activa de 8,6 millones de personas en un país con 17 millones de habitantes. Esto es debido, sobre todo, a la falta de apertura al mercado exterior y a la falta de impuestos en la RDA. Del 100% de sus exportaciones, el 70% iban destinadas a países de la órbita soviética, los cuales acarreaban también una fuerte crisis económica en ese momento. Su PIB era menos de una cuarta parte que el de la RFA, no sólo por su menor tamaño sino también por su mercado cerrado. Al contrario que en la RFA o en España, en la RDA no existía prácticamente la iniciativa privada. El Estado tenía el monopolio de la industria, la sanidad, la educación, la vivienda y la energía. Al contrario de lo que pueda pensarse, la RDA llegó a alcanzar el mayor nivel de vida de todos los países comunistas, llegando a estar por encima de muchos países capitalistas, esto se debe, en parte al gran aparato de garantías sociales que proporcionaba el Estado, tales como sanidad pública, educación pública, gran inversión en I+D y un sistema de desempleo y pensiones eficaz. La tradición democrática en esta zona de Alemania era mucho menor que en la occidental y, por supuesto, menor que en España u otros países de Europa. Los alemanes orientales, prácticamente, no habían disfrutado de un gobierno plenamente democrático en el siglo XX. Sin embargo, generaciones nacidas en la RDA, que únicamente habían conocido el sistema socialista fueron aquellas que dieron los primeros pasos para la reunificación, estando las generaciones anteriores bastante más arraigadas al sistema que, entre otras cosas, le había proporcionado vivienda, sanidad, educación y trabajo a costa de sus libertades.

Como podemos observar, las diferencias entre los tres entes políticos que hemos comparado son más que notables. Ninguno de ellos tiene mucho que ver con el otro y resultaría atrevido asegurar que la reunificación alemana se hizo a imagen y semejanza de la Transición española, puesto que en España la transición a la democracia, podríamos asegurar, se inició incluso antes de la muerte de Francisco Franco. Además, el cambio en España no fue tan drástico o traumático para la población como lo fue para los habitantes de la RDA. En el caso de la RFA, únicamente le supuso una serie de problemas económicos -que sigue arrastrando a día de hoy- y una breve reforma de la Ley Fundamental de 1949, por lo que más que transición podríamos -y deberíamos- utilizar el término de anexión.

  • CONCLUSIONES

Llegados a este punto del estudio podemos sacar tres interpretaciones sobre lo abordado. La primera de ellas viene a través del análisis que hemos realizado sobre la caída de la RDA a través de varios autores, publicaciones y manuales diferentes que nos otorgan una visión relativamente objetiva sobre los acontecimientos ocurridos en Alemania en noviembre de 1989 y sus consecuencias futuras. Lo primero es, sin ningún lugar a dudas, el hecho de que la caída de la República Democrática Alemana se produjo básicamente gracias al pueblo de Alemania oriental, sin factores externos más que la propia apertura de la Unión Soviética a raíz de la ‘Perestroika’ de Gorbachov. El propio inmovilismo del gobierno de la RDA, con Erich Honecker a la cabeza, reacio a cierto aperturismo fue lo que propició la caída del régimen, el cual se encontraba en horas bajas debido a la crisis económica que comenzó a arrastrar desde mediado de los años ochenta. La falta de participación política así como la ineficaz política económica marxista-leninista a finales del siglo XX también fueron factores que aceleraron estos procesos, que se dieron en un corto período de tiempo, acabando con el comunismo como sistema en Europa.

Podríamos asegurar, como bien apunta Huntington, que el pistoletazo de salida iniciado por países como Polonia, Alemania oriental o Rumania provocaron el famoso efecto “bola de nieve” que arrastraría al resto de países y que se saldaría con la caída de la URSS en 1991, país que ya había comenzado a abandonar su rol de líder años antes.

La caída de la RDA y su posterior adhesión a la RFA no fue un caso aislado y conviene recalcar su particularidad. Autores como el citado Huntington, Ricardo Martín de la Guardia, José Casanova o Javier Pradera, han apuntado la importancia de la Transición española al respecto de la reunificación alemana en 1990. Estos autores consideran que el proceso democratizador español sirvió como modelo para organizar la reunificación de Alemania, debido sobre todo a la similitud entre sus dos cartas magnas -recordemos que la Constitución española de 1978 está basada en la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania de 1949- y al iniciarse de forma pacífica dicho proceso. Es aquí donde sacaríamos la segunda interpretación sobre este estudio puesto que, aunque compartan ciertas similitudes, hablamos de dos procesos muy diferentes. Es cierto que la caída de la RDA se produjo de forma pacífica y consensuada, de un modo parecido al de España a raíz de la muerte del General Franco en 1975, algo que no ocurrió en países como Portugal con la Revolución de los Claveles de 1975 o Rumania con su revolución de 1989. Sin embargo, analizando los tres Estados -España, RFA y RDA-, la naturaleza política de los mismos, su tradición democrática o la situación socioeconómica que atravesaban en el momento de la coyuntura, observamos que los procesos democráticos no son comparables. En España se produjo una transición democrática desde un régimen autoritario a una democracia parlamentaria en un corto período de tiempo, además esta transición venía fraguándose prácticamente desde comienzos de los años setenta, con la relajación de la represión del régimen a pesar de las ejecuciones de septiembre de 1975. Sin embargo, en el caso alemán hablamos de que un Estado totalitario, la RDA, pasa a integrarse en un estado de democracia parlamentaria, el cual contaba ya con cierta tradición democrática así como con una serie de estructuras e instituciones operativas.

El cambio, socialmente, únicamente sería traumático para una parte de la población del nuevo Estado alemán, una pequeña parte además, puesto que la población de la RDA estaba en torno a los 17 millones de habitantes frente a los 62 de la RFA. Vemos, entonces, que únicamente hubo cambios para un sector del país, a pesar de que la economía alemana, en general, se resintiese -y de hecho se sigue resintiendo- debido a la reunificación, por lo que sería más apropiado hablar de anexión, voluntaria, más que de transición.

Finalmente, la tercera interpretación a raíz del presente estudio versa sobre el importante papel que tuvieron los medios de comunicación a la hora de cubrir la caída del muro de Berlín y, en consecuencia, de la RDA. Hemos analizado dos titulares de los diarios ABC y La Vanguardia de España, una de ellas previa a la caída y otra posterior. Tras el estudio de las cabeceras, extraemos que la información jugó un importante papel en dichos acontecimientos, mientras un diario optaba por el alarmismo a la par que realizaba una dura crítica con el sistema político de la RDA, la otra, sin embargo, invitaba a la calma e incluso al júbilo o la esperanza ante el cambio político que estaba experimentando Alemania. El uso del lenguaje o los datos ofrecidos servirían para insertar en los receptores una serie de ideas en concreto -acordes a la línea editorial de cada diario-, más en un país en el que los partidos políticos de izquierdas presentaban una clara hegemonía que se vería afectada a raíz de la caída del comunismo en Europa.

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