Público y Museos

  • LOS MUSEOS Y LA CIVILIZACIÓN DEL OCIO

La civilización del ocio supone la apertura a la cultura. El concepto de calidad de vida, expresado en términos de satisfacción, entretenimiento, estímulo y sentimiento de bienestar físico y psíquico ha sido asumido por el hombre contemporáneo, y así los museos deben tenerlo en cuenta a la hora de ofrecer experiencias que contribuyan a favorecer y potenciar dicha calidad de vida, pues de ello depende su futuro. Aunque el marketing puede ayudar a generar una determinada demanda de espacios museísticos, dicha promoción no puede cambiar actitudes sociales enraizadas o persuadir a la sociedad a realizar actividades que le resulten poco gratificantes.

Exteriores del Metropolitan Museum of Art (Nueva York, Estados Unidos).

La mayor sensibilización frente al valor de la cultura está llevando a una progresiva cualificación educativa en todas aquellas personas que visitan los museos. El museo debe avenirse a prestar un servicio público diversificado teniendo en cuenta las características de sus visitantes. Para ello, el museo ha de relacionarse estrechamente con los operadores de turismo que ofrecen servicios de transporte, alojamiento, mantenimiento y animación e integrar a los museos en los circuitos turísticos.

  • TIPOS DE PÚBLICO

Puede diferenciarse entre público (quienes frecuentan los museos y se interesan por sus actividades) y visitante (realiza el gesto de entrar o hacer la visita, incluso contra su voluntad), como los «visitantes prisioneros» (forman parte de un viaje organizado, y se sienten obligados a seguir al grupo), los «visitantes incómodos» (quienes por su posición social piensan que tienen el deber de visitar un museo) y los «visitantes accidentales» (entran en el museo por razones ajenas a éste, como para resguardarse del clima). Hay también que diferenciar entre público real (que frecuenta el museo) y público potencial (que se auto-excluye, e incluso ignora su existencia y los recursos que éste le ofrece, o lo imagina anticuado, irrelevante, difícil). El museo necesita atraer a este público potencial a través de la difusión, mediante los medios de comunicación, instrumentos publicitarios, señalización en las ciudades, folletos, etc. Dentro del público real, puede diferenciarse entre público global (acude al museo por propia iniciativa, considerándose como el visitante medio) y público especializado (diferente del tipo medio por razones de edad, sexo, cultura, condición socio-profesional).

Niños en el interior del Museo Thyssen Bornemisza (Madrid, España).

Considerando la edad como elemento diferenciador del público, pueden distinguirse:

  1. Niños (4-14 años). Generalmente visitan el museo en grupo, acompañados por profesores, o de forma individual con sus padres. Este colectivo es el que ha disfrutado de una mayor atención en las actividades educativas de los museos, dando lugar a la creación de museos específicos.
  2. Jóvenes y adultos. La educación de ambos grupos, dentro del museo, ha de contemplarse como una parte integral del esquema global de la educación y aprendizaje para toda la vida. La ayuda que el museo puede ofrecer a las personas adultas no será la misma que ofrece a los jóvenes, teniendo que adaptarse a su lenguaje, a su experiencia y capacidad crítica. En cuanto a los horarios de apertura de los museos, hemos de tener en cuenta que los jubilados prefieren salir de día, mientras que las personas que trabajan solamente pueden venir durante las horas de la comida, por las tardes o los fines de semana. Por otra parte, las instituciones de adultos y de educación comunitaria deberían recibir con agrado la oportunidad que se les ofrece de organizar sencillas exhibiciones de vez en cuando, al igual que desarrollar pequeñas colecciones de su propiedad.
  3. Incapacitados físicos y psíquicos. Los museos deben proponerse como objetivo prioritario la eliminación de cualquier tipo de dificultad que impida a las personas incapacitadas el tener el acceso a sus edificios y a la contemplación de sus exposiciones. Así, por ejemplo, para aquellas personas que padecen deficiencias motoras, han de contar con formas de acceso que les faciliten cómodamente su entrada al edificio y el recorrido por las diversas salas, contando con rampas y ascensores que sustituyan las escaleras. También se ha de tener en cuenta a aquellas personas que poseen deficiencias en la comunicación, ya sean éstas del habla, auditivas, lectoras o de escritura, organizando comunicaciones orales o escritas, incluyendo el lenguaje gestual. Tanto los ciegos como las personas con deficiencias visuales han de contar con los medios audiovisuales, del tacto y de iluminación necesarios para poder gozar de las exposiciones que se les ofrecen, junto con otros medios como los planos en relieve, la información en sistema Braille o impresa en caracteres de mayores dimensiones. Los visitantes que sufren trastornos emocionales o intelectuales han de ser atendidos de manera especial, tras ser advertido el personal del museo previamente, intentando que los efectos de iluminación y exposición de las salas no sea motivo de angustia y desasosiego, para lo que han de contar con la colaboración de personal especializado procedente del museo, si lo hubiere, o fuera de él.

Por el tipo de formación educativa y el status sociocultural:

  1. Público especializado, cuantitativamente escaso, para quien se ofrece el museo como centro de investigación o «museo-laboratorio». Ofrece obras que presentan aspectos que pasan desapercibidos o que ignora el gran público para su análisis comparativo, a través de material fotográfico, documentos, bibliografía selecta y actualizada y un catálogo científico. Requiere salas específicas, como la biblioteca, archivos, fototecas y fonotecas, almacenes y salas de reserva, todas organizadas de manera sistemática y funcional.
  2. Público culto y gran público. El primero, formado por universitarios y clases altas sin titulación profesional; el segundo, por titulados medios y técnicos, trabajadores y escolares. Para ambos es válido el concepto de «museo educativo». Éste debe mostrar una imagen sintética —sacrificando la cantidad en favor de la calidad— para evitar el cansancio, con obras selectas y elocuentemente presentadas a lo largo de un circuito, de modo que puedan establecerse confrontaciones, relaciones, divergencias o paralelismos estéticos, o al menos una apreciación formal más o menos reflexiva.

Para resolver la tensión entre considerar el museo un centro de excelencia académica o un centro cultural público, en los últimos años muchos museos han decidido ofrecer servicios diferentes para distintas audiencias.

  • INTERRELACIONES PÚBLICO-MUSEO

El museo debe conocer a su público para ofrecerle lo que requiera y hacerlo de manera convincente. La gran mayoría de las investigaciones sobre el público se basan en la elaboración de encuestas, y en menor medida en la observación directa del comportamiento de los visitantes.

  1. El nivel cultural es el factor más determinante a la hora de valorar la periodicidad de las visitas.
  2. Ubicación del museo (museo en zona urbana y museo de sitio —como un yacimiento). Condiciona la afluencia de público por factores de tiempo, espacio y posibilidades.
  3. Exigencias intelectuales y rasgos etnológicos del público, que reclama de los museos una respuesta adecuada a su formación y sensibilidad, favoreciendo unas tipologías homogéneas.
  4. Valores estéticos: Según el tipo de obra expuesta (pintura o escultura, o artes menores), así será el tipo de público y su afluencia.
  • FACTORES PSICOLÓGICOS
  1. En el museo, el hombre experimenta un estado de aislamiento y evasión de la vida cotidiana en un mundo real, pero visionario; se centra en la comprensión y el estudio de las obras.
  2. El público permanece más tiempo (de manera relativa, es decir considerando como variables el número de obras y el tiempo dedicado a su contemplación) en los museos pequeños que en los grandes; esto es, tomando el mismo intervalo de tiempo, en un museo pequeño se ven más obras que en uno grande.
  3. Independientemente de cómo se muestre el discurso expositivo, el visitante impone su propio itinerario.
  4. La atención del espectador disminuye a medida que se consume el tiempo y se recorre más espacio en la contemplación de las obras. Llega un momento en que la capacidad de concentración decae hasta el punto de descentralizar el objeto de la visita. Por tanto, para prever esta situación, la obra de arte, aunque autosuficiente para comunicar su mensaje, necesita de explicaciones que aligeren su asimilación. Estas explicaciones pueden ofrecerse mediante la confrontación de obras, material complementario, paneles con ideas claras.
  5. La luz natural resulta más espontánea y es más relajante (pues proviene del exterior, contrarrestando el sentimiento de cerrazón espacial que caracteriza a la espectador de un museo), mientras la artificial es más efectista. Los muros y suelos no deben ser brillantes para evitar descentrar la atención del público; en cualquier caso, el cambio de elementos de una sala a otra da una sensación de variedad y de descanso. La ambientación musical refuerza la percepción del contenido, especialmente si es contemporánea de los objetos, ofreciendo una atmósfera audiovisual homogénea.
  6. Las galerías de arte son más visitadas por las mujeres, y los museos de ciencias por los hombres. El grupo de edad más numeroso es el que está entre los 25-44 años.

Museología y Museografía

  • EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS TÉRMINOS

En 1727 aparece por vez primera el término «Museographia», título de la obra de Caspar Friedrich en la que daba una orientación sistemática sobre clasificación, ordenación y conservación de colecciones, ofreciendo un diseño del museo ideal acorde con el cientifismo de su tiempo. Se alude también a la forma de las salas de exposición, el uso de la luz, el control de la humedad, y la organización de objetos artísticos y especímenes de historia natural. Las salas no sólo se analizaban como lugar de exposición, sino también de investigación, examen y acogedor de un repertorio bibliográfico en relación con lo exhibido.

  • MUSEOLOGÍA Y MUSEOGRAFÍA

La Museología se preocupa por la teoría o funcionamiento del museo. El ICOM define la Museología como una ciencia que estudia la historia y razón de ser del museo, su función en la sociedad, los sistemas específicos de investigación, conservación, educación y organización, y las relaciones con el medio físico y la tipología.

La Museografía es un complemento mutuo de la Museología. La Museografía es un conjunto de técnicas y prácticas que aplica los conocimientos museológicos en el museo, y trata especialmente sobre la arquitectura, administración y ordenamiento de las instalaciones de los museos. Afecta, por tanto, al continente de los museos y a su contenido desde el punto de vista puramente material.

Museo del Louvre (París, Francia).

La Museología tiene por objeto y medio el museo, y el público es su sujeto. El museo, entendido como una de las formas posibles de relación entre sociedad y realidad, es estudiado como tal relación a través de la Museología. Debido la conflictiva naturaleza de la relación sujeto-objeto, que ve en el museo algo inaccesible y lejano, la Museología se esfuerza por eliminar esas barreras entre la obra y el espectador. Por tanto, la Museología como disciplina científica se incluye entre las ciencias sociales.

  • LA NUEVA MUSEOLOGÍA

En nuestra época la Museología se está separando de la institución museística. Este proceso se debe a tres razones fundamentales:

  1. Los planteamientos teóricos no se corresponden con las realizaciones prácticas, en especial cuando quieren aplicarse sobre instituciones anquilosadas o sobre museos muy diferentes en tamaño, contenido o funcionamiento.
  2. Existen deficiencias en la política oficial de muchos países, con escasez presupuestaria y falta de personal técnico y científico.
  3. Temor a perder el concepto de museo como «santuario» de la obra de arte.

El interés de la nueva Museología se ha desplazado desde el objeto hacia la comunidad. Su meta es atraer el mayor número de personas y procurarles una atención pedagógica, eliminando todas las fronteras sociales, y permitiendo el libre y voluntario acceso de toda la sociedad al museo. El museo se configura así como un ente social adaptado a una sociedad en rápida mutación, que se proyecta sobre su entorno dinámicamente. Se intenta desarrollar un museo vivo, participativo, aunque este planteamiento es de aplicación casi imposible respecto a los grandes museos. También se están potenciando los medios tecnológicos, tanto en relación con la conservación y exposición de los objetos como desde el punto de vista de la investigación y difusión, dando lugar a nuevas modalidades de museo, como el museo-laboratorio o el museo-banco de datos.

  • La ampliación conceptual del museo – De la idea del objeto como valor artístico, arqueológico, etnográfico e histórico, se pasa a la valoración del objeto como documento y reflejo de una sociedad y de una cultura. Así, el concepto de Patrimonio excede lo material para englobar también los mitos, poesías, canciones y danzas. Las exposiciones se hacen más conceptuales, llevando a la sustitución de elementos auténticos por reproducciones, maquetas, dioramas, o presentaciones multimedia. En estas exposiciones el tema se presenta de manera unitaria y como hilo conductor, siendo por tanto fundamental la ilustración y tratamiento de dicho tema. Otro tipo de exposiciones modernas son las monográficas centradas en la exposición de una sola obra, acompañada de toda la documentación existente al respecto para facilitar su comprensión; la exposición móvil; la exposición o museo lúdico e interactivo. Los museos de Bellas Artes, y sobre todo los de Arte Contemporáneo, han ido incrementando sus colecciones ampliándolas a la cinematografía, vídeo, diseño y artes del espectáculo, e incluso creando departamentos específicos para arquitectura. La crisis del museo, de hecho, está ligada a la nueva manera de concebir el arte y a la discusión sobre el propio concepto de arte.

Dentro de esta idea de ampliación del museo fuera de sus muros se encuentra el museo de sitio, que permite apreciar los objetos en su contexto real y, por esta razón, dota a las obras de un aire de naturalidad que el visitante capta, reaccionando de forma espontánea ante un fenómeno cultural «auténtico», frente a la tan manipulada cultura contemporánea. El mejor ejemplo son los museos creados sobre excavaciones arqueológicas, cuya transformación en museo exige un proceso de protección, consolidación y protección de las ruinas.

  • El museo descentralizado: Colecciones – Se tiende al museo especializado y de tamaño medio y de ámbito local  pues, estos ofrecen una mayor rentabilidad y eficacia sociocultural. Los museos locales actúan como centros sociales, como lugares donde el ciudadano tiene una gran participación, pues puede identificarse con las colecciones.
  • El museo descentralizado: Gestión y asesoramiento externo – Están apareciendo agencias de comunicación al servicio de los museos, que se encargan de las relaciones con los visitantes y con otras instituciones, y otras labores de asesoramiento que, ante problemas específicos, pueden ofrecer soluciones rápidas y eficaces y más rentables que el mantenimiento de personal fijo.

El concepto de Museo

  • EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL TÉRMINO

La palabra museo, desde el punto de vista etimológico, proviene del griego mouseion, que implicaba tanto a las escuelas filosóficas o de investigación científica como un santuario consagrado a las musas. Platón, con objeto de facilitar la contemplación de las obras maestras provenientes de la inspiración de las musas, preveía, junto con los templos, unas instalaciones provistas de personal atento para recibir a los turistas que hicieran una peregrinación artística. La fijación del término puede considerarse establecida por el geógrafo Estrabón, en el s. I a. C, en su descripción del Mouseion de Ptolomeo Filadelfo (285 a. C.) en sus palacios reales de Alejandría. Este complejo incluía, además de la Biblioteca, un observatorio astronómico, un jardín botánico, una colección zoológica, salas de trabajo y estudio y un anfiteatro. Se trataba, por tanto, de un centro interdisciplinar de la cultura y elpatrimonio, vinculado con la idea helenística del saber universal, complementario de la pinakothéke, entendida como museo tradicional donde se recogían las pinturas, obras de arte antiguo, trofeos, y el thesaurus o capilla votiva junto a un templo destinada a recibir las donaciones que en forma de depósitos de obras de arte hacían los fieles. El museum romano mantendrá la concepción del «centro científico y universal del saber» ptolemaico  que aún no comprendía, en cualquier caso, la función de contener y conservar las colecciones públicas.

Ptolomeo II Filadelfo, posiblemente el creador de uno de los primeros museos de la Historia.

La primera acepción moderna del término, como colección, aparece a mediados del siglo XV con un sentido cercano al actual, al aplicarlo Cosme el Viejo a su colección de códices y curiosidades, y un siglo después con la descripción que Paolo Giovio hacía de sus colecciones, en su palacio de Como, donde aplicó la palabra museum —incluso a modo de inscripción con el contenido semántico histórico que tendría la palabra en la Edad Moderna. Otras galerías manieristas con sentido expositivo, donde se asocia la colección de manera permanente a un edificio, cambia en los siglos XVII y XVIII hacia la exposición de pinturas. Ya desde el siglo XVII, los museos comienzan a tener un carácter semipúblico, con la doble función de educar y conservar para presentar, a finales del siglo XVIII y de manera definitiva, la adición del elemento del público durante la Ilustración, por la cual las colecciones pasan a formar parte del patrimonio colectivo.

Durante el siglo XIX se expanden por toda Europa esta clase de instituciones. Se construyen museos integrados, por vez primera, dentro de planes generales de urbanismo. El museo, al tiempo que va gestándose, comienza a recibir las primeras críticas por su gran concentración de obras, la ausencia de métodos didácticos de exposición y la inaccesibilidad para toda clase de público. Con el tiempo, su inamovilidad o carácter incluso sacro desaparecerán frente a un nuevo concepto que lo instituye como un lugar de estudio e investigación.

Antoine Quatremère de Quincy, uno de los detractores del concepto clásico de museo.

La defensa teórico-filosófica de la idea de museo depende, en la Edad Contemporánea, de unos fundamentos subjetivistas vinculados con la estética alemana y con el romanticismo, que percibe que mientras la obra individual puede sufrir cambios continuos, la idea compendiadora de lo artístico se mantiene en el ámbito artificial del museo. Los detractores del Museo, de tipo objetivista-idealista, encabezados por Quatremère de Quincy, consideran que la obra de arte, al perder su individualidad en beneficio de su integración con un conjunto diverso, pierde también su belleza absoluta que se vincula a su carácter singular; esto es, la obra de arte sufre una metamorfosis, se descontextualiza y anquilosa en el museo. La década de 1930 concibe académicamente el museo como un «palacio de las musas», un lugar a salvaguardar y donde concurrían el Arte, la Cultura y la Ciencia.

  • DEFINICIÓN

A partir de la década de 1950 se suceden las primeras renovaciones para intentar cambiar la imagen del museo como institución decimonónica, tras la constitución del ICOM (1946) y la redacción de sus Estatutos (1947).

ICOM, 1974, Tít. 2, Art. 3 (ratificado en la XVI Asamblea de 1989) amplia y precisa la definición original: «El museo es una institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierto al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y exhibe para fines de estudio, educación y deleite, testimonios materiales del hombre y su entorno». Esta definición añade a la antigua, que protegía los bienes inmuebles, la inclusión de los bienes muebles de cualquier motivación que sea testimonio de la vida del hombre o de su entorno, en todos sus testimonios, no sólo con una relevancia científica o cultural.

Art. 4: De acuerdo con la definición anterior, se consideran museos los centros siguientes:

  • Institutos de conservación y galerías de exposición dependientes de Archivos y Bibliotecas.
  • Lugares y monumentos arqueológicos, etnográficos y naturales y los sitios y monumentos históricos que tengan naturaleza de museo en razón de sus actividades de adquisición, conservación y comunicación.
  • Instituciones que presentan especímenes vivientes como jardines botánicos, zoológicos, acuarium, vivarium, etc.

ICOM, 1983, (XIV Asamblea), añade:

  • Parques naturales, arqueológicos e históricos.
  • Centros científicos y planetarios.

Los objetivos del museo atienden a funciones internas (conservación e interpretación de los fondos) y externas (mostrar el contenido de forma educativa y difundir la actividad del centro museístico). Estas razones de ser del museo –conservar y exponer– presentan una contradicción evidente en su deseo de constituirse en un servicio cultural público. Se simultanean dos problemas, el de la identidad del museo y el de la identificación con el público o respuesta a la sociedad, cada vez más exigente. La visión moderna de su definición en la época de la democratización de la cultura, como centro público y abierto, como instrumento al servicio de la sociedad, exige una puesta al día tendente a facilitar la comunicación entre el espectador activo y la obra, y obtener de tal comunicación el máximo rendimiento. El museo es el complejo cultural definitorio de la sociedad contemporánea.

Museo Thyssen-Bornemisza (Madrid, España), un ejemplo de museo moderno.

El museo postmoderno se ha instituido como un museo de espectáculo, con una oferta cultural que debe ser rentable y para consumo del gran público, y que, como producto de mercado, debe renovarse constantemente. De hecho, el museo contemporáneo tiene un fin eminentemente sociológico: la atracción y educación del mayor número posible de personas. Este es el sentido de las exposiciones temporales e incluso de las permanentes, y de las «multinacionales museísticas», y explica el surgimiento de instituciones paralelas a museos que presentan un comercio pseudo-cultural.

Google Art Project y su compromiso con la Historia

 

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El Google Art Project es una de las últimas propuestas del gigante estadounidense Google Inc. con sede en California. Este proyecto consiste en una enorme base de datos que recopila imágenes en alta resolución de obras de arte expuestas en museos a lo largo del globo, y no sólo esto sino que podremos recorrer los pasillos -con la tecnología de Google Street View, un clásico de Google Maps- de dichos museos para introducirnos aun más en la aventura.

Este ambicioso proyecto fue lanzado a comienzos del año 2011 con 1061 obras de 17 grandes instituciones entre las que se encuentran la National Gallery, la Galería de los Uffizzi, el MOMA de Nueva York o los museos Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza de Madrid. Google Art Project incluye, en cada obra, un panel informativo y etiquetas que permiten al usuario conocer más acerca de la obra en cuestión así como visualizar otras del mismo artista o de la misma corriente. A día de hoy las cifras han cambiado considerablemente y Google Art es una fuente más a consultar para investigadores, con más de 30.000 obras de arte procedentes de 150 museos de todo el mundo. Un magno proyecto a la altura del motor de búsqueda más potente del momento.

Bien seamos un investigador, un profesor, un alumno o un curioso aficionado, Google Art Project es una herramienta muy útil a la hora de realizar determinadas publicaciones sin tener que desplazarnos hasta el museo en cuestión. Desde nuestro PC, móvil o tablet tendremos siglos de cultura a nuestro alcance y alta definición, algo que hace años era completamente impensable. El compromiso de Google con este proyecto va más allá del “simple” turismo y nos aporta datos esenciales para el estudio de la obra en cuestión aunque, eso sí, en inglés.

Pongamos como ejemplo el estudio de los carteles utilizados por los contendientes en la Guerra Civil Española (1936-1939), concretamente los expuestos en el Museo Reina Sofía de Madrid. Con una buena selección de fuentes online podemos descifrar la simbología y la importancia de cada uno de los carteles.

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Comenzando cronológicamente nos encontramos con el cartel “En España amanece”, realizado en 1935, de Falange Española, un año antes de que comenzase el conflicto.

Antes y durante la Guerra Civil, en los carteles de corte fascista primaba una estricta simbología militar basada en la disciplina y claramente inspirados por la propaganda nazi o la de la Italia de Mussolini. El bando nacional, que ya había comenzado a fraguarse, pensaba tener una misión salvadora de España.

En este cartel apreciamos a tres falangistas -a los que se puede distinguir por su vestimenta, a pesar de estar en color negro, sombreados por el “sol”- realizando el característico saludo fascista con el brazo derecho en alto, los tres son idénticos, eliminando al individuo, el cual no es el protagonista. Sobre ellos se encuentra un sol que amanece, este sol no es más que el símbolo de la Falange: el yugo y las flechas. Detrás, el cielo rojo propio del amanecer. Abajo aparece el lema “Arriba España”.

La simbología de este cartel es muy fuerte, no solo por el nombre del cartel “En España amanece”, frase utilizada frecuentemente durante la Guerra Civil y que representa el amanecer, en el ideario fascista, con la llegada de la verdadera España o de los salvadores de esta, una nueva era de prosperidad para el país.

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Una simbología parecida tiene el póster “Requeté tocando la corneta” de Arlaiz, utilizado durante los años 1936 y 1937, en este caso con el conflicto ya iniciado.

En el cartel aparece un requeté, es decir, un partidario navarro del bando nacional que se caracterizaban por llevar una boina roja, tradición que se remonta a la Primera Guerra Carlista (1833 – 1840). De nuevo aparece el símbolo del amanecer, que podemos ver por los colores empleados y las sombras del cartel. A los pies del requeté sale un sol rojizo, amanece en España de nuevo, el renacimiento del espíritu nacional.

El requeté, madrugador, despierta a España con su corneta como centinela del bando nacional, no hay descanso para llevar a España la nueva era. En este caso el cartel se aleja de los estándares fascistas y va adquiriendo personalidad propia. Además carece de mensaje escrito.

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En el caso del póster “¡¡Flechas… a la España grande!!” utilizado durante todo el conflicto, entre los años 1936 y 1939, volvemos a la simbología clásica fascista ya que en este cartel se ensalza a las juventudes falangistas.

En este cartel apreciamos a un grupo de “flechas”, los miembros más jóvenes de la Organización Juvenil Española adscrita a Falange, marchando con rifles sobre sus hombros. Una vez más, como ocurría con el cartel “En España amanece”, se elimina al individuo -se elimina hasta el rostro- y lo importante es lo que este puede aportar al país, a la “España grande”. Estos jóvenes del cartel desfilan con rigurosa disciplina militar y representan la nueva generación que también lucha por regenerar España.

Arriba a la izquierda encontramos el yugo y las flechas, símbolo de la Falange. Abajo el mensaje “¡¡Flechas… a la España grande!!” que tiene un doble mensaje; por un lado el llamamiento a la participación y el apoyo al bando nacional por parte de la juventud -los flechas- y por otro se hace hincapié en la grandeza de España, un símbolo recurrente del bando nacional que glorifica al país desde su óptica particular.

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Siguiendo la cronología nos encontramos con un póster de carácter satírico llamado “Auca de Queipo de Llano” creado en 1937 por parte del bando republicano. Al contrario de los carteles que hemos visto anteriormente, en este caso, se intenta ridiculizar al enemigo y no ensalzar al bando en cuestión.

Durante la guerra, aparte de Franco, Queipo de Llano fue una de las figuras más caricaturizadas. Un “auca” no es más que una forma de “aleluya”, un cómic arcaico. En este auca de Queipo de Llano se pone al general nacional como una persona alcohólica, mujeriego, ladrón y asesino.

Este tipo de obras son propias de las vanguardias, de hecho Pablo Picasso realizó una, y aparte de caricaturizar al enemigo también sirven como denuncia de determinados actos.

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El póster “El Generalísimo” de Pedrero, encargado por la Unión General de Trabajadores (UGT) y usado entre los años 1937 y 1938 es otro caso de denuncia ante la dramática situación que estaba provocando el conflicto.

En este cartel se representa a Franco como un esqueleto, como la muerte y con una curiosa simbología: lleva una esvástica en el pecho -por entonces símbolo utilizado por el NSDAP alemán-, un casco prusiano -símbolo imperialista y de épocas pasadas-, una espada y una capa.

Detrás de Franco se encuentran, sujetándole la capa, tres diminutas figuras -en contraposición a Franco- que representan a un militar, un burgués y un sacerdote armado con un rifle, lo cual refleja que estos tres grupos están a las órdenes y sirven a Franco, el líder, siendo, a su vez, estos tres cuerpos, los principales apoyos del fascismo.

Llegando al final del conflicto, con la inminente victoria del bando nacional, la propaganda nacional cambia su espíritu de lucha para comenzar con la regeneración del país, un país destrozado por un conflicto que deja atrás cientos de miles de muertos, poblaciones enteras destruidas, una situación geopolítica complicada y un desastre económico tras de sí. Así pues, en muchos casos los militares dejan de ser los protagonistas de estos carteles propagandísticos dejando paso a los “héroes” de la regeneración, los que van a levantar la “Gran España”: el pueblo y Franco.

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Esta simbología se muestra muy bien en el póster “Ha entrado la España de Franco” de Salinas, utilizado en el año 1939, en los estertores del conflicto y posterior posguerra. En este cartel se hace referencia a la caridad de la organización Auxilio Social, la cual recordaba al pueblo la gran labor realizada por el Caudillo, el cual estaba con todos los españoles, sin hacer distinción entre vencedores y vencidos.

El cartel, aparte de hacer alusión a la caridad como símbolo católico también, pone como protagonista a la mujer, la cual carga pan para el pueblo desde un camión de la organización Auxilio Social. Por esa misma carretera vienen muchos otros camiones llenos de víveres y la derecha aparece una ciudad en llamas a causa del combate, pero los camiones de Auxilio Social, gracias al Caudillo, vienen a ayudar a los heridos, hambrientos, refugiados y niños como salvadores. En la parte inferior del cartel aparece el símbolo de la Falange -el yugo y las flechas- y el mensaje principal: “Ha entrado la España de Franco”, ya que sin Franco toda esta ayuda no sería posible. Era el momento de regenerar el país.

Como hemos podido observar, gracias a Google Art Project hemos podido realizar un breve estudio sobre la simbología de la propaganda, tanto nacional como republicana, durante la Guerra Civil Española, ayudándonos a comprender mejor qué mensaje está inserto detrás de cada póster y con la posibilidad de apreciarlos con todo lujo de detalles.

Así pues Google Art Project es una herramienta muy útil a tener en cuenta en el estudio de la Historia, no solo de la Historia del Arte.

BIBLIOGRAFÍA

EDUCACONTIC, Google Art Project: Descubre, observa, analiza y comparte arte. [Consulta: 8-3-2015]. Disponible en: http://www.educacontic.es/blog/google-art-project-descubre-observa-analiza-y-comparte-arte

GOOGLE ART PROJECT, Carteles de la Guerra Civil. Museo Reina Sofía [Consulta: 8-3-2015]. Disponible en: https://www.google.com/culturalinstitute/browse/carteles%20guerra%20civil?q.openId=8129907598665562501&projectId=art-project

PARES, Catálogo de carteles de la Guerra Civil. [Consulta 9-3-2015]. Disponible en: http://pares.mcu.es/cartelesGC/AdminControlServlet?COP=6&page=1

WIKIPEDIA, Google Art Project [Consulta: 8-3-2015]. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Google_Art_Project