La expansión colonial entre 1876 y 1914

Para hacer un balance de la expansión colonial entre finales del siglo XIX y comienzos del XX vamos a hacer uso de la presente tabla, incluida en la página 196 del manual Historia del capitalismo de 1500 a nuestros días de Michel Beaud. Dicha tabla se encuentra dividida en varios apartados de manera vertical. Por un lado nos encontramos con un bloque que engloba a las colonias con dos fechas 1876 y 1914, cada una a su vez divididas en superficie y población. Por otro lado tenemos un bloque que hace referencia a las Metrópolis, con una sola fecha que se divide en superficie y población. De manera horizontal encontramos, en un primer bloque, los siguientes países: Gran Bretaña, Rusia, Francia, Alemania, Estados Unidos y Japón. Y en otro bloque el total de las seis grandes potencias anteriormente citadas y las colonias de pequeños estados, como Bélgica, Holanda, España…

Estamos pues ante una tabla que intenta mostrar, de manera esquemática, la relación de la superficie en millones de km2 y la población en las colonias y en las metrópolis, intentando mostrar el aumento de las colonias por parte de las seis grandes potencias.

Podemos apreciar como en 1876, Gran Bretaña tenía una superficie, en sus colonias, de 22,5 millones de km2  y una población de 251,9 millones de habitantes. Sin embargo, en 1914, poco antes de la Primera Guerra Mundial, su superficie en las colonias ha aumentado significativamente y está en torno a los 33,5 millones de km2 con una población de 393,5 millones de habitantes, lo cual choca con la superficie de la metrópolis británica de 0,3 millones de km2 y una población de 46,5 millones de habitantes. En este caso vemos una relación colonia-metrópolis muy descompensada, con una superficie muchísimo mayor y mayor número de habitantes en las colonias, lo cual puede deberse a las colonias de la India o las de África.

En el caso de Rusia vemos como en 1876 la superficie de sus colonias era de 17 millones de km2 y la población era de 15,9 millones de habitantes.. En 1914 Rusia solo aumenta en 0,4 millones de km2 respecto a 1876 la extensión de sus colonias, sin embargo prácticamente duplica los datos anteriores con la población colonial, situada en 33,2 millones de habitantes. En esta misma fecha, la extensión de la metrópolis rusa es de 5,4 millones de km2 y la población es de 136,2 millones de habitantes. Vemos un caso radicalmente diferente al de Gran Bretaña ya que Rusia poseía una metrópolis mucho mayor en un inicio y, en ningún caso, sus colonias llegaron nunca a superar los habitantes de la metrópolis. El aumento de habitantes puede deberse a repoblaciones o mejoras en la calidad de vida.

Francia en 1876 tenía una superficie colonial de 0,9 millones de km2 con una población de 6 millones de habitantes. En 1914 la superficie aumentó considerablemente en 10,6 millones de km2 y una población colonial de 55,5 millones de habitantes. Su metrópolis en 1914 tenía una superficie de 0,5 millones de km2 y una población de 39,6 millones de habitantes. Como podemos ver Francia, al igual que Gran Bretaña, aumenta su poderío colonial considerablemente entre 1876 y 1914, esto es sobre todo gracias a sus colonias en África e Indochina, convirtiéndose en la segunda potencia colonial del momento, no en extensión pero sí en número de habitantes y poderío comercial.

Alemania carece de datos en 1876 ya que era un país que acababa de unificarse pero, en 1914, poco antes de la Primera Guerra Mundial, poseía una superficie colonial de 2,9 millones de km2 y 12,3 millones de habitantes, mientras que su metrópolis tenía una extensión de 0,5 millones de km2 -similar a la de Francia- y una población de 64,9 millones de habitantes. Alemania entró tarde, por su naturaleza como Estado, en la carrera colonial, pero eso no fue un problema para expandirse rápidamente en pocos años por territorios como África. Aun así, era la potencia europea con más habitantes por km2 en su metrópolis y su economía nunca dependió exclusivamente de las colonias, contando con una fuerte industria en territorio nacional.

Estados Unidos se encontraba inmerso en la “Conquista del Oeste”, creando un país, mientras las potencias europeas colonizaban los continentes por lo que fue otro país que entró tarde en la carrera colonial. Su gran extensión como país, en 1914, con 9,4 millones de km2 choca con sus 0,3 millones de km2 de superficie colonial y sus 9,7 millones de habitantes. Esto se debe a que gran parte de la colonización de Estados Unidos se dio en islas del Pacífico.

Japón, nueva potencia al final del siglo XIX, tenía una extensión de 0,4 millones de km2 en 1914 y una población de 53 millones de habitantes. Su superficie colonial era de 0,3 millones de km2 y 19,2 millones de habitantes, esto se debe a que, al igual que Estados Unidos, la colonización japonesa se dio básicamente en islas del Océano Pacífico y otros territorios menores. No sería hasta la década de los años 30 del siglo XX cuando Japón alcanzara su mayor expansión territorial.

Como hemos podido apreciar en esta tabla, en 1914 seis potencias controlaban una superficie de 65 millones de km2 con 523,4 millones de habitantes, mientras que otras potencias coloniales menores “únicamente” controlaban 9,9 millones de km2 y 45,3 millones de habitantes -menos población que la autóctona japonesa-. La carrera colonial fue un fenómeno decisivo que tuvo unos protagonistas indiscutibles, fueron estas mismas potencias las que poco después lucharían, tanto en sus territorios como en sus colonias, en dos ejes durante la Primera Guerra Mundial. La desaparición de este sistema, en parte, no se daría hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

BIBLIOGRAFÍA.

BEAUD, M. Historia del capitalismo de 1500 a nuestros días. 1ª Edición. Barcelona: Ariel, 1984. pp. 196.

ECHEGARAY PASCUA, E. Historia económica española y mundial. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012. pp. 93-113.

El consumo de carbón y su relación con el avance tecnológico durante los siglos XIX y XX

Para ver la relación entre el consumo de carbón por habitantes y el avance tecnológico de determinados países vamos a usar el presente gráfico, incluido entre las páginas 418 y 419 del manual Historia Económica de Europa de Carlo María Cipolla. Está dividido horizontalmente en nueve bloques fundamentales que hacen referencia a periodos concretos del siglo XIX y comienzos del XX. Los años que abarcan estos nueve bloques van desde 1825 hasta 1914 como bien se ve en el título del gráfico. Dentro de cada periodo se encuentran cinco columnas que hacen referencia a un país europeo en concreto: Francia, Alemania, Italia, Rusia y España, los cuales tienen la columna personalizada en base a la leyenda que encontramos debajo de la tabla. De manera vertical encontramos un valor que va del 0 al 80 y que es el porcentaje de consumo, de cada país anteriormente citado, respecto de Gran Bretaña.

Como vemos, esta tabla hace referencia, sin lugar a dudas a la industrialización de Europa cuyo corazón energético, en el momento, era el carbón. Se compara al resto de países con Gran Bretaña, país que estaba a la cabeza de la industrialización mundial, no solo europea, aunque con los años países como Estados Unidos le irían a la zaga, aunque el gráfico se refiere solo a Europa.

En el primer periodo, que abarca de 1825 a 1834, podemos apreciar como únicamente aparecen dos países en el gráfico: Francia, cuyo consumo de carbón respecto a Gran Bretaña es de un 10%, y Alemania cuyo consumo estaría situado entre un 7-8% respecto a Gran Bretaña. Estos primeros síntomas de industrialización serían claves que marcarían el poderío económico de ambos países en los años venideros.

En el segundo periodo, de 1835 a 1844, vemos como el consumo de carbón de Francia se duplica y supone un 20% respecto al de Gran Bretaña. En el caso de Alemania este consumo de carbón aumenta hasta un 10% aproximadamente.

El tercer periodo abarca desde 1845 hasta 1954, en este vemos como la columna de consumo de carbón respecto a GB de Francia ha aumentado hasta un 30% aproximadamente, mientras que la de Alemania se sitúa en torno al 12%. El aumento del consumo en Francia, desde 1825 hasta 1854 es muy significativo, sin embargo Alemania aun anda con pies de plomo, con un aumento moderado, lo cual puede deberse a que aun no se trataba de un país unificado. Como también podemos apreciar en estos tres periodos -de 1825 a 1854- aun no han hecho acto de presencia Italia, Rusia o España, y esto se debe a que en el primer círculo de difusión de la industrialización no se encontraban estos países, pero sí Francia y Alemania. Además, también podemos asegurar que estamos ante el primer ciclo de difusión de la industrialización, el segundo se iniciará con la entrada de Italia, Rusia y España, y con la igualación, en un primer momento, de los consumos de Francia y Alemania.

En el cuarto periodo, de 1855 a 1864, vemos como Francia aumenta su consumo casi un 10% más, Alemania llega al 20% respecto a Gran Bretaña, y entran en escena Italia con apenas un 1% y España en torno al 3%. Estos países mediterráneos, a pesar de entrar en esta época en el círculo industrial, no llegarán nunca a convertirse en potencias industriales.

En el quinto periodo, de 1865 a 1874, vemos como los consumos -respecto a Gran Bretaña- de Francia y Alemania se igualan, ambos países se sitúan en torno a un 30%. La caída de Francia puede deberse, sobre todo, a la derrota en la Guerra Francoprusiana (1870-1871) que enfrentó a Francia y Alemania, saliendo esta última victoriosa. El aumento de Alemania no solo puede deberse a la victoria en la guerra sino también a su unificación en 1871. España e Italia se mantienen estancadas durante este periodo, y entra Rusia en escena con un 1% respecto a Gran Bretaña, el cual puede deberse a los logros alcanzados en el ferrocarril, el cual conectaba zonas productoras con zonas consumidoras.

En el sexto, séptimo y octavo periodo se entra ya en el segundo ciclo de difusión de la industrialización. Vemos un ascenso imparable de Alemania, la cual llega a colocarse casi al mismo nivel de consumo que Gran Bretaña entre 1905 y 1914. Vemos también como, tras un estancamiento, Francia aumenta un poco su consumo de carbón pero no llegaría a los niveles de 1855. Italia, Rusia y España también aumentan su consumo, estando España a la cabeza de estos últimos. El aumento del consumo del carbón en Europa es un claro síntoma de industrialización, y en el segundo ciclo es aun más acusado, llegando a unos niveles muy altos a las puertas de la Primera Guerra Mundial.

BIBLIOGRAFÍA.

ECHEGARAY PASCUA, E. Historia económica española y mundial. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012. pp. 93-113.

MARIA CIPOLLA, C. Historia económica de Europa. 3ª Edición. Barcelona: Editorial Crítica, 2002. pp. 418-419.

El incremento de población y el avance tecnológico desde el siglo XVIII al XX

 

Para estudiar la relación entre el avance tecnológico y el incremento de población desde el siglo XVIII al XX vamos a utilizar la tabla 4, que podemos encontrar en la Unidad 4, en la página 102, del manual titulado Historia económica española y mundial de la profesora de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) Esther Pascua Echegaray. Dicha tabla se titula «Porcentajes de incremento de población por periodos» y está dividida en 4 bloques fundamentales, el primero de ellos se refiere a un determinado ratio de años en concreto, los cuales van desde el año 1700 hasta 1900, dando cuatro saltos de 50 en 50 años. Los bloques siguientes hacen referencia a cuatro países: Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia. En el bloque de cada país, y en relación al periodo de años, aparecen una serie de porcentajes en relación al incremento de población sobre el total de cada uno de los países que aparecen en la tabla. Con esta sencilla tabla se puede hacer un análisis, general, sobre cómo afectó la industrialización a cada uno de esos países, o cómo procesos de unificación como el de Alemania o Italia afectaron, en buena medida, al desarrollo industrial y demográfico de cada país. Es importante tanto para analizar el desarrollo de cada país durante los años recogidos en la tabla como para analizar el futuro de dichos países en conflictos como, por ejemplo, la Primera Guerra Mundial.

Esta tabla es un perfecto ejemplo del cambio de ciclo demográfico, del ciclo demográfico antiguo al ciclo demográfico moderno, con la inevitable transición demográfica entre ambos ciclos. El ciclo demográfico antiguo se caracterizaba por una elevada natalidad, una elevada mortalidad, elevada mortalidad infantil y baja esperanza de vida situada en torno a los 25 años, lo cual no quiere decir, evidentemente, que las personas muriesen con 25 años. El ciclo demográfico moderno se caracteriza por una baja natalidad, baja mortalidad, baja mortalidad infantil y mayor esperanza de vida. Pero entre ambos ciclos existe un fenómeno que ya hemos nombrado, la transición demográfica, la cual se caracteriza por alta natalidad y baja mortalidad en su primera fase, y una baja natalidad y baja mortalidad en su segunda fase. Así pues, en la primera fase hay una gran crecimiento de la población y en la segunda este crecimiento se estanca.

En la tabla también podemos apreciar, en Gran Bretaña, como se va produciendo un aumento importante de la población entre los años 1750 y 1850, esto es debido a que el país en ese periodo se encontraba en el periodo de transición demográfica, sobre todo el periodo que va de 1750 a 1800, luego en el que va de 1800 a 1850 el crecimiento se estanca y a mediados del siglo XIX comienza a decaer. Gran Bretaña, entre 1700 y 1900, aumenta su población de una manera descomunal, influida, por supuesto, por su gran desarrollo industrial y ser la cuna de la Revolución Industrial, siendo el baluarte mundial de la industrialización. También influyeron otros aspectos como la colonización, su victoria en la guerra contra Francia o la estabilidad social a pesar de la baja calidad de vida en los suburbios industriales.

En el caso de Francia ocurre algo diferente al de Gran Bretaña, vemos como en el periodo de 1700 a 1750 se encuentra con un incremento de población característico del ciclo demográfico antiguo y no es hasta el periodo entre 1800 y 1850 cuando sufre un aumento para rápidamente decaer a mediados del siglo XIX. Esto se debe, sobre todo, a los conflictos sociales y las constantes revoluciones que se dieron en Francia durante el siglo XIX, y la miseria que los conflictos trajeron. Así pues podríamos considerar que Francia, debido a su condición, se encontraba muy por detrás de Gran Bretaña, no solo demográficamente sino también industrialmente.

Alemania fue la gran rival industrial de Gran Bretaña junto con Estados Unidos, el país alcanza su periodo de transición demográfica entre los años 1750 y 1850, estancándose en este último y comenzando el siglo XX con un alto porcentaje de crecimiento pero inferior a Gran Bretaña. La industrialización de Alemania, su unificación así como sus victorias contra Francia son indicativos de su crecimiento demográfico.

Por último, en el caso de Italia, vemos que su crecimiento demográfico es más moderado que el de Gran Bretaña o Alemania, a pesar de su unificación, Italia no alcanzó el desarrollo industrial de los citados países, salvo en el norte del país. Podríamos considerar que Italia, a comienzos del siglo XX aun podría encontrarse en la fase de transición demográfica, no llegando hasta más tarde a considerarse un país con un ciclo demográfico moderno.

Así pues, hemos visto como Gran Bretaña, seguida de cerca por Alemania, se encontraba a la cabeza de la Revolución Industrial, tanto a nivel europeo como mundial. En la tabla no aparece Estados Unidos, el Imperio Austrohúngaro o Rusia, aunque sería interesante analizarlos también para comprender mejor la incidencia de dichos países en conflictos tan importantes como la Primera Guerra Mundial o en procesos tan determinantes como la colonización de África y Asia.

BIBLIOGRAFÍA.

ECHEGARAY PASCUA, E. Historia económica española y mundial. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012. pp: 93-113.

Claves acerca de la «Gran Depresión» de 1929

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Wall Street (Nueva York) en octubre de 1929.

LA CULTURA DEL CRÉDITO

Aunque a día de hoy esté completamente asentada y aceptada en la mayoría de países capitalistas, para comprender bien una de las principales causas de la depresión económica de 1929 es preciso indagar acerca del momento en el que el crédito se normalizó en EEUU y, también, en el mundo occidental. Aunque el crédito prácticamente ha existido a lo largo de toda la Historia, fue en esta época cuando se extendió a todos los estratos de la sociedad.

La ambición de grandes, medianos y pequeños inversores propiciaron la mayor caída de la bolsa de la que se tiene constancia. Animados por el éxito de otros, los inversores novatos pidieron prestadas grandes cantidades de dinero para invertir en bolsa, lo cual ocasionó la quiebra de miles de bancos.

Los precios de las acciones se desplomaron, durante los últimos 5 años el mercado solo había subido, pero ese 24 de octubre algo había cambiado, no había apenas compradores pero sí muchos vendedores.

Para comprender cómo se llegó a este problema hay que remontarse diez años. Los años de prosperidad. En 1919, tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos era un país optimista, la economía estadounidense gozaba de buena salud, gracias, en parte, a que su territorio no había sido atacado durante la Gran Guerra. Fue un momento de grandes cambios tecnológicos; lo que anteriormente era un lujo ahora se había convertido en una necesidad, se había creado el estado del bienestar. Hubo una ola de consumo masivo, todo el mundo consumía y se generalizó la venta a plazos, para aumentar el consumo. La sociedad estadounidense quería vivir el momento, no preocuparse por el futuro, el mundo había pasado por una gran calamidad y era el momento de disfrutar.

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Los «felices» años veinte.

Todo el mundo se creía en el derecho de disponer de todo, la gente pensó que era “rica”. La facilidad para conseguir créditos disparó el consumo a la par que el endeudamiento de las familias. Además, el gobierno estadounidense había generalizado la venta de bonos del estado o también llamados Bonos Libertad, los cuales se usaron para financiar la guerra. Era una especie de préstamo por parte de los ciudadanos o fondos similares a los plazos fijos, recibiendo así el pago de intereses sobre el valor del bono. La venta de bonos se promocionaron con grandes campañas y la gente de a pie comenzó a endeudarse con el fin de invertir y así conseguir un beneficio sobre la inversión. Podían seguir su inversión día a día, la inversión se generalizó, se hizo parte de la cultura norteamericana.

Pero los banqueros de Wall Street aprovecharon el auge de los Bonos Libertad para lanzar al mercado bonos corporativos. En vez de comprarle bonos al gobierno lo harían a compañías privadas y se perdió el miedo a la inversión. Comenzó así la especulación, una especulación que iba desde lo más alto hasta lo más bajo, apareció una cultura de la especulación a la par que se asentaba una cultura del crédito. Hubo especulaciones en todo tipo de valores, un sistema que era imposible de mantener.

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Times Square (Nueva York) en septiembre de 1929, poco antes del ‘crack’.

Pero este sistema funcionó durante casi diez años, diez años en los que grandes inversores se enriquecieron y ciudadanos de a pie invirtieron todo su capital con la esperanza de aumentarlo y así poder pagar todos aquellos lujos que se habían generalizado desde la aparición generalizada del crédito.

¿CÓMO SE CONVIRTIÓ LA DEPRESIÓN FINANCIERA DE 1929 EN LA «GRAN DEPRESIÓN» QUE MARCÓ LA MEMORIA COLECTIVA AMERICANA?

25.000 millones de dólares habían desaparecido en cinco días, y la bolsa seguía cayendo sin parar. Los sueldos comenzaron a bajar y proliferaron los despidos. El pánico hacia la bolsa se apoderó rápidamente del pueblo americano, muchos lo habían perdido todo y ahora realizaban “campaña” en contra de la inversión bursátil. Era el comienzo de la “Gran Depresión”.

Muchos se negaban a aceptar las pérdidas y siguieron viviendo como si nada hubiese ocurrido, incapaces de aceptar la realidad, esperanzados en que el mercado volvería a regularse. Algunos se suicidaron, no es una leyenda urbana, eran personas que lo perdieron absolutamente todo en apenas días.

El crack afectó incluso a aquellos que no habían invertido en bolsa debido al frágil sistema bancario norteamericano, tremendamente atomizado. En 1931 habían quebrado más de 2000 bancos y con ellos  también el dinero de los clientes, los cuales perdieron todos sus ahorros al no existir un fondo federal que diese garantías.

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El rostro de la Gran Depresión; Florence Owens Thompson.

Ante el pánico y la quiebra de determinados bancos, la gente comenzó a retirar sus fondos, lo que ocasionó un efecto dominó en el sistema bancario estadounidense. La gente desconfiaba de los bancos y comenzó a llevarse el dinero a sus casas. La caída de la bolsa no generó la “Gran Depresión” pero inició una serie de acontecimientos que la generaron. Los bancos, los corredores y los inversores prestaban dinero a las empresas, cuando estos préstamos comenzaron a negársele a dichas empresas, muchas entraron en bancarrota y así comenzaron los despidos masivos. Al no haber empleo bajaba la demanda, lo cual causó un daño traumático a la sociedad. Comenzó la crisis de liquidez, era imposible obtener un crédito para mantenerse a flote, desde una gran corporación hasta a una pequeña tienda de barrio.

Aquellas personas mayores y poco preparadas jamás encontrarían empleo. Se produjo un gran cambio, un cambio instantáneo al que es imposible adaptarse, en la sociedad estadounidense. Las personas eran incapaces de hacer frente a sus créditos e hipotecas por lo que eran embargados o desahuciados. Esto no fue algo aislado, afectó a la mayor parte de la población. El pueblo estaba sumido, de manera general, en una depresión, un trauma que sería imposible de olvidar.

BIBLIOGRAFÍA

Echegaray Pascua, E. Historia económica española y mundial. pp: 213-226. 1ª Edición. Madrid: Centro de Estudios Financieros, 2012.

Reflexión acerca de la economía española en los siglos XX y XXI

A comienzos del siglo XX la renta anual por habitante era, aproximadamente, de 3000 pesetas (18,03€), vivían casi 19 millones de personas, con un crecimiento lento debido a la tasa de mortalidad más alta de Europa Occidental. Casi 5 de cada 10 españoles no sabían leer ni escribir. Era una democracia parlamentaria muy deteriorada, lo cual explicaría los dos golpes de Estado que sufriría el país durante este siglo. La industrialización solo había tenido éxito en Cataluña y el País Vasco, España era un país eminentemente agrícola en el resto de regiones, cuyos trabajadores vivían al borde de la subsistencia. Comparado con otros países europeos como Reino Unido o Francia, así como con países como Estados Unidos, el crecimiento español era lento e irregular. España estaba, a todas luces, muy lejos de ser una sociedad dinámica a comienzos del siglo XX.

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100 años después la cosa era muy diferente, la población se duplicó, la renta anual por habitante se situaba, en el año 2000, en 2.162.851 pesetas (12.999€), la esperanza de vida se situaba en una de las más altas de Europa y la educación obligatoria se había implantado. Todo esto, según expertos en el año 2002, gracias a los primeros 25 años de democracia a raíz de la Transición Española (1975-1982) y a otros avances como la integración económica en Europa. Los niveles de bienestar, en la España del año 2002, se situaban entre los más altos del mundo. El siglo XX español fue denominado, hace una década, por expertos como el siglo de la economía. Un siglo en el que los ciudadanos tomaron un interés decisivo en los aspectos económicos del país. Según el historiador económico Pablo Martín-Aceña, catedrático de Historia Económica en la Universidad de Alcalá de Henares, el paso de España, en términos económicos, por el siglo XX no fue tan exitoso como lo relatan otros expertos ya que hubo periodos en los cuales la economía se acercó a la media europea y otros en los que se alejaba de esta, de hecho, en el año 2002 Martín-Aceña aseguraba que España seguía lejos de estar en la media europea.

Gran parte de la España del siglo XX estuvo bajo regímenes autoritarios, algo que determinados expertos consideran como el principal, o uno de los principales factores, factor que explica el atraso de España respecto a Europa junto con determinados momentos de autarquía económica. Otro factor determinante fue la educación, bastante precaria en la España del siglo XX y que se agravó notablemente durante los primeros años de la dictadura franquista, en los cuales las escuelas estuvieron dominadas por instituciones privadas religiosas, parte del clero, de Falange e incluso veteranos de guerra que hacían las veces de profesor. Esto último influyó claramente en el avance tecnológico del país.

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Imagen de  Plaza Catalunya el 19 de julio de 1936 (MECD Archivo Fotográfico Agusti Centelles).

España, antes de la Guerra Civil (1936-1939) estaba lejos de ser un país industrializado al nivel de países como Reino Unido o Francia, pero la Guerra Civil supuso un auténtico atraso industrial y económico que se mantuvo hasta, aproximadamente, finales de los años 50. A partir de ese momento España crece notablemente, y ya a partir de los años 80 protagoniza una subida sin precedentes.

El país se transformó en los 60 y los 70, con una crecida del PIB por encima de la media europea. Además de crear una pequeña red comercial con determinados países. Pero todo esto no fue un crecimiento natural del país, gran parte de este crecimiento venía desde el exterior en forma de ayudas e inversiones de empresas extranjeras. Este rápido crecimiento hizo que el país, prematuramente, se enfocase en el sector servicios y abandonase, “rápidamente”, el sector primario y, en menor medida, el secundario. Hubo también una importante emigración hacia la Europa del norte, lo cual reducía sensiblemente el desempleo, un problema que España abandonó en los años 70 y que ha vuelto a sufrir desde, aproximadamente, el año 2011. Además, es la época en la que se comienza a explotar con éxito el turismo en España, gracias en parte a tener una divisa débil, de hecho España sigue siendo uno de los principales atractivos turísticos internacionales y el turismo supone, con datos de 2012, el 10,9% del PIB así como el 11,9% del empleo total. España comienza, entre los 60 y 70, a transformarse en una sociedad de consumo al estilo europeo.

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Seat 600, símbolo del desarrollo de la España de los años 60.

Tras la muerte de Franco la situación cambia radicalmente, se da paso un nuevo sistema político en el que se legalizaban partidos y se celebraban nuevas elecciones libres. Se comenzó a llevar una política económica deflacionaria para intentar paliar la subida de precios y la alta tasa de paro del país. Se puso en marcha una reforma fiscal que introducía los principios tributarios que conocemos hoy día, la cual ponía a España al mismo nivel, en términos tributarios, que el resto de países europeos, incrementando los ingresos del Estado. En el 79, con la crisis del petróleo, subió la inflación en España a la par que el paro. Tras la salida del gobierno de la UCD, la llegada del PSOE, la firma del tratado de Maastricht y la entrada en la moneda común, España da un verdadero salto económico, avanzando en dos décadas más que en años anteriores. Expertos, en 2002, aseguraban que, a largo plazo, este sistema situaría al país en el momento económico más esplendoroso de toda su Historia.

A comienzos del siglo XXI, los expertos achacaban el, ya “mínimo”, atraso de España respecto a Europa a la Guerra Civil y al franquismo, este último por su marcada autarquía hasta finales de los años cincuenta y por su corrupción. El desempleo, la emigración y el deterioro del nivel vida, problemas habituales durante la primera mitad del siglo XX, se creía ampliamente superado en el año 2002.

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Tras algunas lecturas podríamos llegar a asegurar que, tanto expertos como artífices de las políticas económicas adoptadas en España desde el año 1975 hasta 2008, fueron sumamente optimistas ante un país que sustentaba gran parte de su economía en un sector servicios precario comparado con el resto de Europa, un mercado inmobiliario gravemente especulado y una cultura del crédito desgraciadamente irresponsable.

Este escueto análisis nos lleva a plantearnos las siguientes cuestiones y así poder reflexionar sobre el grave problema económico que acusa España.

  • ¿Era España un gigante con pies de barro a comienzos de los años 80 ante la presión de entrar en la CEE?
  • ¿No se era consciente de que gran parte del desarrollo de España fue “empujado” por otros países que decidieron invertir en el país, es decir, un falso crecimiento?
  • ¿A qué se debe la pasividad del Estado hasta el año 2007 ante un mercado inmobiliario especulado e insostenible?

BIBLIOGRAFÍA

LARA MARTÍNEZ, L. España Actual. Ediciones CEF, Madrid, 2012.